A unos días del 21 de diciembre, el tema del fin del mundo comienza a convertirse en algo bastante trillado e incluso gastado. Pocos, me imagino, se siguen tragando el cuento de que todos nos iremos directo al abismo el próximo viernes, pero aún así el asunto sigue generando comentarios, discusiones en los medios y por supuesto cualquier cantidad de ingresos monetarios.
En occidente parece ser que tenemos una tendencia muy particular a terminar con el planeta. Supongo que es producto de la tradición judeo - cristiana que hemos heredado y cuya tendencia apocalíptica resulta en algo tan fascinante que se ha convertido en una especie de obsesión de generaciones enteras, por lo tanto muchos viven esperando el cataclismo global que borrará para siempre al punto azul en el que vivimos.
Evidentemente el cine y la televisión han tomado esa obsesión para convertirla en arte y/o negocio. Solo basta con mirar en estos días la programación que presentarán supuestos canales de TV culturales como History o Discovery para darse cuenta de que el fin del mundo es, ante todo, un espectacular negocio. Pero más allá de eso el cine y la tv nos han regalado fantásticos momentos que plasman de manera imaginaria lo que significaría la destrucción total de la humanidad.
Va aquí la lista de los 10 momentos de pantalla...
10 - Knowing (2009) La Profecía Descifrada
En 1959 una niña realiza unos dibujos que contienen claves que al ser descifradas 40 años después por un astrofísico, revelan que sucederán tres catástrofes que conducirán al fin de los tiempos. Alex Proyas saca una actuación decente de Nicolas Cage y consigue una espectacular película sobre el fin de los tiempos. La escena final combina drama, amor y destrucción.
9- Planet of the Apes (1968) Lo que fue de la Estatua de la Libertad.
El astronauta George Taylor logra escapar de sus simios captores solamente para descubrir que ha viajado en el tiempo y que la capacidad destructiva del hombre llegó a su punto máximo. Charlton Heston en uno de sus mejores papeles.
8- Titán A.E. (2000)
La Destrucción de la Tierra.
Una raza alienígena temerosa del potencial del ser humano, decide invadir el planeta y y destruirlo. Algunos humanos logran escapar en gigantescas naves y se convierten en una raza errante por el universo, con la esperanza de hallar una nave que contiene la clave para comenzar de nuevo. La destrucción de la tierra nunca fue tan bien dibujada.
7- Jericho (2006)
El Aislamiento
Un pequeño pueblo de los Estados Unidos mira a lo lejos como sobre las ciudades más cercanas crece una nube de hongos. Luego, la confusión: la televisión muere por completo, las computadoras fallan y unos aviones dejan caer víveres con leyendas chinas. En el medio de la locura, los pobladores del lugar tratarán de continuar con su vidas. Una de las mejores series post apocalípticas de la historia.
6- The Day After (1983)
El Cataclismo Nuclear
El Apocalipsis nuclear en todo su esplendor. Terrorífica secuencia que comienza con un grupo de gente mirando hacía el cielo que ve como los proyectiles salen de sus silos para dirigirse a golpear al enemigo, calculan entonces que a su mundo le quedan tan solo 30 minutos de vida. Luego la destrucción brutal que dura unos segundos dando paso a una pesadilla inimaginable. Después de verla, muchos vivimos con miedo de lo que pasaría en caso de que ese infierno se desatara.
5- 12 Monkeys (1995) El Virus Letal
En el año 1996 un virus mortal es liberado y termina practicamente exterminando a la humanidad entera. En 2035 solamente queda un 1% de la población por lo que un viajero en el tiempo es enviado al pasado para tratar recolectar información sobre lo que sucedió. En una de las mejores escenas un grupo de animales es liberado del zoológico y provoca un caos en la ciudad de Filadelfia. Terry Gilliam retrata así una bella secuencia pre apocalíptica en la que la humanidad está por dejar de ser la especie dominante del planeta.
4- When The Wind Blows (1986) La Destrucción Animada
Una excepcional secuencia marca uno de los puntos culminantes de la mirada del cine animado a la destrucción nuclear. Una pareja de ancianos es sacada de su cotidianidad por un anuncio en la radio: en 3 minutos misiles atómicos tocarán el país. Toman refugio mientras la ropa tendida en las afueras comienza a moverse por el viento. Después, la locura mezclada con imágenes de los protagonistas en una cotidianidad que jamás regresará, todo se rompe para dar paso al principio del fin.
3- Deep Impact (1998)
El Cometa Golpea a la Tierra.
A finales de los 90 la histeria colectiva producida por la llegada del año 2000 generó cualquier cantidad de expectativas respecto al fin de los tiempos. Hollywood evidentemente aprovechó el furor y lanzaron productos que hablaban de la destrucción global. Deep Impact presentó un momento espectacular cuando un cometa golpea a la tierra y produce un brutal tsunami en uno de los blancos favoritos de toda destrucción global hollywoodense: la costa este de los Estados Unidos y particularmente la Ciudad de Nueva York.
2- Twilight Zone (1985)
El Misil en el Aire
En el medio de una crisis que está a punto de provocar una guerra nuclear, una mujer adquiere la extraña capacidad de detener el tiempo. Justo cuando la radio anuncia la inminente llegada de misiles a su ciudad, ella lo detiene todo. La imagen final de este capítulo de The Twilight Zone es escalofriante: ella ha suspendido el transcurrir del tiempo y camina entre la gente que ahora se encuentra paralizada. Mira entonces hacía el cielo y ve al Misil suspendido en el aire. La disyuntiva es entonces: sobrevivir en la soledad o permitir que el mundo se termine.
1- The Simpsons (2009)
El final está cerca
En trece segundos Los Simpson describen de manera brillante dos cosas: la locura generada por los agoreros del fin del mundo y la atención que los medios le prestan a las profecías sin sentido. Termina con una frase monumental de Homero: "Dios los ama y va a matarlos".
¿Cómo acercarse a un fenómeno como el que se dio a partir del concierto de Paul McCartney en el Zócalo?, ¿Qué punto de vista tomar?, ¿Será acaso el del cronista que pretende contar la historia de un evento histórico, único, irrepetible?, ¿o narrar lo visto desde la perspectiva del fanático con sentimientos encontrados, ese que se reprocha a si mismo no vivir en la Cd. de México y no estar cantando al unísono de ese monumental coro, auténticas obras maestras de la música pero que al mismo tiempo se sorprende cuando se siente completa y totalmente emocionado al observar - gracias a la tecnología - el concierto en vivo y en directo?, ¿tendré que situarme desde la perspectiva crítica de quien por años ha estudiado y narrado este tipo de fenómenos culturales, de quien ha insistido que detrás de la narrativa del "arte pop" existe un discurso que cuenta la historia de uno o de cientos de seres humanos que viven en un momento y un espacio determinado, que dice mucho de quienes son, de sus anhelos, de sus sueños, de sus virtudes, defectos y realidades?.
No estoy seguro como abordar este post sin dejarme llevar por todo lo que aún siento después de la experiencia de anoche. Después de que por tres horas el "Time Line" de mi cuenta de Twitter se llenara solamente de dichos y frases relacionadas al concierto del genio y vivir el hecho de que esa apoteósica catarsis que se vivió en el centro de la ciudad de México, inundara a la red y nos contagiara a todos los que a través de las pantallas del ordenador mirábamos y escuchábamos extasiados lo que ahí sucedía, al mismo tiempo que socializábamos nuestra experiencia con muchos otros que vivían algo similar; lo único que tengo claro, es que lo de anoche demostró que todo gobierno, todo aquel que aspire a gobernar, tiene que entender que el arte tiene una función democratizadora que no debe ni puede soslayarse.
Anoche uno simplemente tenía que reconocer los efectos positivos que posee el arte y la enorme importancia del concierto en términos simbólicos.
Paul es en si mismo el símbolo más grande que posee el arte musical. Nadie en los últimos cincuenta años ha logrado en el mundo lo que el originario de Liverpool ha hecho, es un fenómeno que ha trascendido a varias generaciones y cuyo impacto en la música es incalculable, todo un ícono. El Zócalo de la Ciudad de México es el centro social y político de la Nación, la plaza más importante del país. El lugar en el que se han dado algunos de los hechos más importantes de la historia de México. Ayer ambos símbolos se encontraron y muy probablemente ni McCarntey, ni el Zócalo volverán a ser iguales. Paul estaba feliz, disfrutando de su presentación. Con casi 70 años tuvo la vitalidad para ofrecer 3 horas de música a una multitud que abarrotaba a la plaza y que se le entregaba incondicionalmente. Demostró - cuando ya no tiene porque hacerlo - que su música no conoce de barreras idiomáticas, que es capaz de generar sensaciones únicas, irrebatibles entre personas con los más diversos bagajes culturales a quienes Paul fue capaz de unificar con su música.
¿Unificar? Si. En un país tan herido, tan polarizado, es muy complejo encontrar momentos en los que las barreras sociales, políticas y económicas se olviden por unos instantes. El Zócalo ha sido un lugar en el que tradicionalmente esas barreras suelen levantarse cuando grupos políticos toman su plancha para manifestarse en favor o en contra de una ideología. Ayer las ideologías cayeron. Representantes de todos los estratos sociales se dieron cita para cantar juntos canciones que han adquirido el status de Universales. Momento catártico en el que los más diversos representantes de la nación bailaron y cantaron en comunión con un artista que se dejó envolver por la voz de 200 mil personas que, por momentos, se convirtieron en una sola junto a los otros miles, millones tal vez, que los acompañaban desde las pantallas de sus computadoras.
Los gobiernos - aunque lo olviden - tienen la responsabilidad de hacer que el arte sea accesible para todos. Una sociedad que tiene acceso a manifestaciones artísticas de calidad se convierte en una sociedad más crítica y más feliz. Ayer el GDF dio una muestra de la importancia que representa el acercar a los ciudadanos al arte. Muchos de los ahí presentes seguramente no tienen la posibilidad de comprarse un boleto para ver a McCartney en un masivo pagado. Por ende, la presentación gratuita de un espectáculo de ese nivel y tamaño representó una gran oportunidad para ellos, para todos los que lo vimos a través de la red. Una oportunidad para poder ensanchar nuestro bagaje cultural. En la medida en la que nuestros gobernantes entiendan el enorme significado que eso tiene, tendrán mejores oportunidades de mejorar de forma integral la calidad de vida de las personas que habitan este país.
Ese es uno de los puntos más importantes a los que debe aspirar una democracia moderna.
¿Cómo abordar entonces lo sucedido ayer en el Zócalo de la Ciudad de México? Quizá la mejor manera sea a través de la óptica de quien se sabe testigo de la historia. Porque no tengan duda: los conciertos, los eventos culturales de carácter masivo y gratuito, tendrán un antes y un después del concierto de McCartney en la Capital del País. Todos tendrán que plantearse como eventos que fomenten el espíritu democrático, la unidad, el acceso al arte y la participación sin distinción.
Hay una canción de McCa que dice:
LET US SHOW THEM HOW TO PLAY
THE PIPES OF PEACE...
Ayer no hubo gaitas pero si gargantas. Y tengo la impresión que muchas aprendieron la lección: bailaron, cantaron y se retiraron llenos de paz y gozo...
Hubo una época en la que nada era imposible. Hubo una época en la que que los sueños pendían de un aro. Hubo una época en la que la magia provenía de una duela. Hubo una época en la que 3 segundos, eran una eternidad. Hubo una época en la que cada fin de semana estaba lleno de adrenalina. Hubo una época en la que la gravedad no existía. Hubo una época en la que el balón era el mundo. Hubo una época en la que el mes de junio, era el más emocionante del año. Hubo una época en la que el hombre pudo volar....
Casi por naturaleza, el ser humano suele despreciar a todos aquellos a quienes considera inferiores. Tenemos la mala tendencia a creer que existe gente limitada para lograr grandes proezas, las cuales no necesariamente se dan en situaciones extraordinarias sino también en esas batallas diarias que la vida nos va presentando. En nuestro tiempo, hemos cedido ante el triunfo del invidivualismo. Lipovetsky afirma que éste es el nuevo estado histórico de las sociedades. Existen nuevas actitudes como la apatía, la indiferencia, la deserción. El principio de la seducción (la mediática sobre todo) imponiéndose al principio de la convicción. Esto, dice el filósofo francés, es lo que define a la sociedad post moderna.¿Dónde quedan entonces la solidaridad, el honor, la lealtad y el compromiso y/o la devoción a alguna causa importante por la que realmente valga la pena luchar? Pero no solo a causas ¿dónde han quedado el amor y la lealtad hacía nuestros congéneres, hacía la naturaleza y en general hacía el mundo? Una de las cosas maravillosas que se pueden encontrar en The Lord of The Rings, es precisamente un regreso a todos esos principios que posibilitan hacía una mejor condición humana. Podrá argumentarse que es una condición utópica, y si lo es, pero la utopía es lo que nos permite ser mejores personas y mantener la esperanza en que las cosas pueden cambiar. Las utopías nos sirven para caminar, para mantenernos en movimiento en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Por ello son tan importantes las obras que nos presentan situaciones con apariencia utópica, por que nos recuerdan que aún tenemos posibilidades de revertir hasta las peores situaciones. Y esas posibilidades aumentan mucho más si aprendemos a depender de todo lo que nos rodea, sin importar su apariencia o tamaño. Los Hobbits de Tolkien representan a la supuesta insignificancia convertida en triunfo. Las demás razas de la Tierra Media (elfos, hombres y enanos) van a comprender gracias al hobbit que el más pequeño en apariencia, puede ser el más grande en tenacidad y espíritu. Y por su parte, los habitantes de la apartada Comarca, van a comprender que son parte de un mundo que es más grande que ese pequeño pedazo de terreno y que si no se asocian con las demás razas con las que comparten, la oscuridad y la perdición terminarán también con ellos. En El Retorno del Rey, Peter Jackson filmó de manera brillante la coronación de Aragorn (Viggo Mortensen) y el triunfo del bien sobre el mal. El momento es impresionante y emocionante: Todos los habitantes de Gondor se encuentran reunidos para la llegada del Mesías prometido, del Rey que terminaría por instaurar la paz en el mundo. Gandalf (Ian McKellen) corona al elegido. Posteriormente, cada parte de la escena lleva consigo una carga importante de principios éticos. Aragorn reconoce que no es su triunfo, sino el de todos los hombres: aparece la humildad. Cuando se acerca a Legolas (Orlando Bloom), es evidente que entre ellos hay una relación muy importante: amistad. El amor se presenta con el encuentro entre Aragorn y Arwen (Liv Tyler) El amor paternal también aparece en el rostro de Elrond (Hugo Weaving) Y después, el reconocimiento al valor, al sacrificio y a la entrega: Aragorn y Arwen caminan entre la gente y se encuentran con los cuatro pequeños hobbits que jugaron un papel muy importante en la salvación de la tierra media. Estos se van a inclinar ante el Rey y su reina, cuando Aragorn les detiene, les mira con respeto y les espeta la mejor frase de todo el filme: "my friends, you’ll bow to no one". Entonces el Rey, el esperado por toda la Tierra Media es el primero en inclinarse ante esos seres de los que nadie esperaba nada y que lo habían dado todo. El pueblo entero de Gondor les sigue, ante la mirada de incredulidad de los hobbits (Elijah Wood, Sean Astin, Dominic Monaghan y Billy Boyd). Seven Readers, aquí tienen mi momento climático cinematográfico favorito, el que más me ha emocionado en toda mi vida de aspirante a cinéfilo. Dirigido por Peter Jackson, es de The Lord of Rings: The Return of the King, la coronación de Aragorn.
Una anécdota: Cuando salí del cine luego de haber visto The Fellowship of the Ring, en 2001, pedí un deseo: no morirme sin ver el final de la película. Volví a pedirlo un año después a la salida de The Two Towers. Cuando salí de la función después de mirar a Frodo perderse junto con los Elfos en los mares grises, supe que un ciclo importante se había consumado. No me he muerto todavía, pero cuando lo haga sin duda me llevaré conmigo aquellos inviernos de El Señor de los Anillos. Aquellos días en los que esperé como nunca lo había hecho, y como nunca he vuelto a hacerlo, estar en una sala de cine para simplemente dejarme llevar por esa capacidad que todos tenemos, que solemos olvidar pero que cuando la ponemos en práctica nos permite sin duda ser un poco mejores: nuestra capacidad de asombro.
Así las cosas hoy viernes…
PS1…Hablando de LOTR, hoy por la noche estrenaré en la radio yucateca (y casi me atrevo a decir que en la mexicana) fragmentos de La Suite de The Lord of The Rings de Howard Shore. Se trata de una pieza que tiene como base a la partitura original escrita por Shore para las películas y que narra la historia de los libros de Tolkien. Fue compuesta para ser interpretada en vivo por una Orquesta Sinfónica y hasta donde sé, solo ha sido tocada en Europa. Si quieren escuchar recuerden que la cita es a las 7 de la noche, tiempo del centro de México. Si viven en Mérida, es a través del 103.9 fm. Y si están en otra parte del mundo es en Esta dirección por donde pueden escuchar. Msn: magazine_universidad@hotmail.com
Cada vez que pongo un pie en una sala de cine, siento una emoción indescriptible. No importa que el filme que estoy a punto de ver sea un gran blockbuster o la última de un Snob que dice que solo filma “por amor al arte” (¡Mentira¡ El cine es un negocio, y no conozco a ningún director que no pretenda solamente vivir del aire y del agua. Todos quieren que sus películas sean vistas, todos quieren comer del arte…lo que no está mal, siempre y cuando esto no implique comprometer la integridad de las obras.) invariablemente algo se revolverá de emoción en mi estómago al momento de que las luces se apagan y el filme en cuestión comienza. El cine es para mí una experiencia de vida. Representa a lo mejor de los seres humanos, a su capacidad de crear, de denunciar, de soñar con posibilidades infinitas y de plasmarlas a través de un lenguaje que es único y universal. Es probable que Giusseppe Tornatore, sienta la misma emoción que yo. Y es por ello que en 1988 escribió y filmó una película que habla del cine como compañía, diversión y sobre todo como una experiencia que nos enseña sobre eso que llamamos vida. Cinema Paradiso es un prodigio, una película filmada con el corazón y que narra la historia de un exitoso director de cine, que un día recibe la noticia de que el hombre que fungió para él como un padre y quien le abrió las puertas al maravilloso mundo del séptimo arte había muerto. Lo que sigue es entonces un viaje a una Italia de mediados del Siglo XX; una Italia sumida en la guerra y en la que se nos cuenta sobre una vieja sala de cine, de la gente que la habitaba y, sobre todo de la relación entre un niño que se enamora de las películas y un viejo proyeccionista quien le enseña no soladamente a amar al cine, sino a la vida misma. Es complicado elegir un solo momento climático de esta maravilla, así que me he decidido por tres. Lo hago por una razón: son tres momentos llenos de sencillez, de un gran amor por el producto filmado y capaces de comunicar algo sin lo que una película está completamente vacía: emoción.
En el primer fragmento estamos en un amplio salón (la profundidad de campo, será siempre utilizada con maestría por Tornatorre) en el que un grupo de niños está presentando el examen que les certifica la enseñanza primaria. De pronto, una persona entra al recinto anunciando que se les unirá un grupo de adultos que también buscan ese certificado. Entre los niños se encuentra Toto (Salvatore Cascio) quien se sorprende al ver entrar al viejo proyeccionista Alfredo ( el gran…GRAN, Phillipe Noiret) entre los adultos que tomarán la prueba. Lo que sigue es excelente y depende en gran medida de la gran capacidad de Tornatorre para dirigir a sus actores: Un desesperado Alfredo le pide al niño ayuda para pasar el examen. Después de burlarse de él por un buen rato, Toto le señala que le ayudará con una condición: ayuda a cambio de que le enseñase el oficio de proyeccionista. El viejo no tiene más remedio y termina aceptando. Lo que sigue es un montaje, acompañado de una de las partituras más hermosas de Ennio Morricone, en el que asistimos a los inicios de Toto en el cine y lo que es más importante a una sala llena de vida. Es Cinema Paradiso.
El segundo fragmento cobra de nuevo vida gracias al montaje y a un gran manejo de las Elipsis. Toto, ya adolescente e interpretado por Marco Leonardi, ha descubierto al más paradójico de los sentimientos: el amor. Pero éste no le es correspondido, así que le promete a Elena (Agnese Nano) que se parará todas las noches bajo su ventana hasta que ella le corresponda. Los días pasan y ella simplemente parece no ceder. La noche del 31 de diciembre de 1954, Toto parece mirar una luz de esperanza, la ventana parece abrirse, pero finalmente todo termina en una falsa alarma. El chico regresa derrotado en el medio de un calle que se celebra a lo largo y a lo ancho. Vuelve al viejo cine, donde frustrado arranca las hojas del calendario en las que iba llevando la cuenta de las noches de espera por Elena. Cuando parece que todo está perdido, Elena aparece en la sala de proyección. La música de Morricone le brinda al cuadro de gran emoción. Al final, mientras los nuevos amantes se besan, es curioso ver como un proyector sigue corriendo aunque ya no lleva película en sus carretes. La metáfora es sensacional: el mundo, incluso el del cine, parece haberse detenido por un instante, pero eso es solo una ilusión pues el carrete de nuestra vida siempre está en constante movimiento.
Finalmente. La película vuelve a su tiempo presente. Un Toto adulto (Jacques Perrin) ha regresado de su viaje al pasado en donde ha tenido que enterrar a Alfredo y ha visto como el cine de su pueblo ha sido demolido para dar paso a un estacionamiento. La modernidad mata al arte. Alfredo ha dejado pocas pertenencias, pero hay una que resultará significativa: un rollo de película que debía ser entregado solamente a Toto. Éste pide que se le proyecte y lo que encuentra es todo un tesoro: Alfredo ha montado todas las escenas eróticas que el sacerdote del pueblo (quien actuaba como censor y “defensor” de la moral y las buenas costumbres) exigía fuesen cortadas. Es un homenaje al cine, a lo que refleja y a una época en la que las películas estaban llenas de vitalidad, pasión y entrega.
Cuando la palabra fin aparece en la pantalla y las luces se prenden, somos devueltos a nuestra realidad. Pero por un instante tal vez nos hemos convertido en John Wayne, hemos besado a Rita Hayworth o hemos estado a bordo del Halcón Milenario. Hemos viajado a lugares reales o aquellos que solo están en nuestra imaginación, hemos amado, hemos sido amados. El cine puede lograr eso y más. Cinema Paradiso es una gran muestra de su poder, de lo que representa en la vida de quien realmente le respeta y le ama o incluso de quien no lo hace, pues nadie está exento de ser tocado por su magia y poder. Pero en una cultura iconográfica como la nuestra es difícil que alguien se escape al poder del cine, y dejarse envolver en el mismo nunca dejará de ser algo realmente…maravilloso.
Así las cosas hoy miércoles……
Ps1...Quienes viven en México y odian, detestan, o el fútbol les parece total y completamente intrascendente; deben tener hoy dos cosas: una gran capacidad de aislamiento o el dinero suficiente para irse del país y evitar lo que, inevitablemente, es el tema del día: el partido México – Argentina. Si la televisión puede hacer que nos traguemos la idea de que Chichén Itzá es una “nueva maravilla”, pues también puede hacer que el pecho se nos hinche de nacionalismo futbolero y apoyar al máximo a la Selección Nacional. Hoy he estado en un restaurante, dos tiendas de conveniencia, la Facultad y la oficina; y en todos esos lugares la pregunta es la misma: ¿Será que México le gane a Argentina? Pocos se atreven a esgrimir una respuesta. Pero la misma pregunta en sí ya lleva cierto dejo de esperanza en que la victoria se puede conseguir. Yo no estoy tan seguro de que la Selección pueda ganar. Es decir, puede, pero para ello hay que jugar un partido casi perfecto y eso no es tan sencillo por dos razones: En el banco de enfrente si existe un verdadero técnico. Alfio Basile es un gran entrenador, un conocedor a fondo de la táctica del fútbol moderno; un estudioso del deporte y que sabe perfectamente como mover sus piezas para tratar de contrarrestar al equipo contrario. Y, además, cuenta con una selección maravillosa que no tiene ningún tipo de grietas en sus líneas. Todos son jugadores de altísimo nivel, que no conocen la palabra derrota y que además se matan en la cancha cada vez que se ponen la camiseta albiceleste. Hoy es una muy buen oportunidad para demostrar que Sergio Egea es un buen técnico y Hugo Sánchez un gran motivador. Egea tendrá que ser muy inteligente para contrarrestar al poderoso ataque argentino y para instruir a sus jugadores sobre como vulnerar a la complicadísima defensa argentina (en la que está Gabriel Milito, flamante contratación del Barcelona y sustituto de Rafa Márquez quien seguramente saldrá del club catalán) la que le hará la vida imposible a Nery y a Cacho. Hugo por su parte, tendrá que demostrar que puede motivar a sus jugadores y hacerles creer firmemente que se le puede ganar a los pamperos. Ya veremos. Si gana México, compadezco a quienes odian al fútbol (hay quien hace de su odio todo un arte) pues el país prácticamente se paralizará para la final del domingo contra Brasil. Y si pierde, pues aunque muchos sientan que el mundo se termina, la realidad es que no pasará nada. El país continuará en picada (lo que también sucederá aunque gane, pues a pesar de la segura llamada de Calderón a Hugo, su incapacidad manifiesta para definir los destinos de México sigue en aumento) y todos mañana volveremos a las actividades normales, a tratar de ser ganadores en cosas que realmente si son trascendentes. Bien decía Javier Solórzano: finalmente el fútbol es lo más importante, de lo menos importante. Veremos que sucede en dos horas…
Después del fin de semana tan extraño que tuvimos (con perdón de ustedes, pero un triunfo de 6 -0 de la Selección Nacional, es algo completamente extraño) que incluso trajo consigo la renuncia del Estado Mexicano al control sobre el Patrimonio Cultural, las cosas parecían tomar cierta calma el día de ayer. Ah…pero no contábamos con la Santa Iglesia, quien presta a no dejarse opacar por tonterías como la selección Sub – 20 y Giovanni Dos Santos, decide subirse a la arena mediática y reclamar que en México se de una “verdadera libertad religiosa” al reclamar, de nuevo, viejas demandas de la curia mexicana como la introducción de instrucción religiosa en las escuelas públicas, la libertad de poseer medios de comunicación y, por si fuera poco, pretenden que la Secretaría de Hacienda recaude impuestos entre quienes se dicen católicos para que sean destinados ala arquidiócesis mexicana. Y aún hay más: pretenden eliminar restricciones a la participación política del clero (es decir, que, entre otras cosas, puedan ser votados a puestos de elección popular) y borrar la distinción entre creencias privadas y función pública, es decir pretende que veamos a políticos inclinados ante el altar con todo el simbolismo que ello puede traer consigo. Pero si hay algo que realmente existe, hasta el momento, en el país es una total y auténtica libertad religiosa. Por que, por que cada quien es libre de creer en lo que se le de la gana sin que por ello sufra persecución alguna (claro, hay sus excepciones como el caso de algunas comunidades del sureste en la que se expulsa a los miembros que deciden cambiarse de religión…la mayoría de los caso se da cuando los católicos no toleran que hay protestantes….pero claro, la Iglesia Católica suele decir gran cosa al respecto) y también todos tienen el derecho a no creer en nada si así se los dicta su razonamiento. La libertad religiosa es un asunto cuya práctica es individual y así debe mantenerse. Lo que si, es que estamos nuevamente ante un ataque al Estado Laico y a un intento de aprovechar la coyuntura de tener a un gobierno panista en el poder. Pero ello tiene otra intención. En los últimos años, la religión católica ha perdido cualquier cantidad de adeptos, mientras que las protestantes han crecido en gran medida y éste crecimiento se da a través de las deserciones de católicos arrepentidos. Ayer Leonardo Curzio daba un dato que debe tener muy preocupados a los obispos: de seguir con estas deserciones, en el 2050 México será un país con la mitad de su población practicando religiones protestantes. Por lo tanto, al incidir en asuntos como los medios de comunicación o las escuelas, lo que busca la iglesia es aumentar sus niveles de propaganda para seguir manteniendo a su clientela. Y al mismo tiempo, acrecentar su poder político y así garantizar que dentro de esa arena más privilegios que le permitan crecer económicamente. Por lo pronto, la propuesta (que será llevada ante los poderes de la República por el nuevo brazo jurídico de iglesia mexicana: la Asociación de Abogados Católicos Mexicanos) en un principio ha encontrado el rechazo de la mayoría de los actores políticos…pero…todo es negociable. Habrá que esperar que los políticos se mantengan en esa postura, ya que un regreso al medioevo (con rasgos de modernidad si se quiere, pero medioevo al fin y al cabo) es algo que no le conviene al Estado Mexicano.
Momento Climático Número 3…
Saving Private Ryan es una lección de cine. Es un filme en donde se utilizan de manera magistral todos los recursos y técnicas del Lenguaje cinematográfico. Y vale la pena recalcar: todos, nada deja de utilizarse y lo más importante es la puntualidad como estos recursos se usan: una cámara subjetiva para trasladarnos a la intimidad de los combates; un silencio para acentuar no solamente la pérdida momentánea del sentido del oído en plena batalla, sino también para focalizar a un personaje completamente perdido en el medio de la locura desatada a su alrededor y así un gran etcétera. Esto hace del filme de Steven Spielberg una gran obra, pero lo que la convierte en algo único es que a pesar de su magnificencia técnica, no deja de ser una película intimista en lo emocional. La película tiene la gran virtud de mostrarnos una amplia gama de emociones y sentimientos, que sirven para desnudar lo que pasa por la mente de personas ordinarias sometidas a situaciones extraordinarias. Y lo que es lo más importante: mostrar un acto de gran humanidad, en el medio de lo deshumanizado y brutal de la guerra. El momento climático llega al final de la película. Los hombres de la compañía destinados a rescatar al soldado James Ryan, se enfrentan a todo un pelotón de alemanes con el objetivo de defender un puente que resulta estratégico para los aliados. Después de sufrir varias bajas y abrumados por el gran número de efectivos enemigos, su capitán, John Miller (Tom Hanks) decide volar el puente y así evitar el avance de los efectivos alemanes. La secuencia es filmada con brutalidad por Spielberg; poco a poco los defensores norteamericanos van cayendo bajo el fuego alemán. Al final, Miller es mortalmente herido sin conseguir volar el puente. En acto de desesperación, saca su revolver tipo mágnum y comienza a disparar contra un tanque que está a punto de cruzar hacía el otro lado. Justo en ese momento, la aviación aliada aparece y repele el ataque nazi. El soldado Richard Reiben (Edward Burns) corre para auxiliar a su capitán; mientras el tímido e inseguro Timothy Upham, mata de un balazo al hombre que le ha disparado a Miller, un soldado Alemán que previamente había sido capturado por la compañía y liberado por Miller. James Ryan (Matt Damon) se acerca al cuerpo caído del Cap. Miller. Éste le estira una mano temblorosa y con el último aliento de vida le dice: “Earn this…earn it” para morir un segundo después. Brillante y emocionante, aquí tienen el momento climático número 3…Saving Private Ryan.
Es evidente que el momento puede tener muchas interpretaciones. Yo me quedo con la siguiente: Miller le pide a Ryan que viva por todos aquellos que se han sacrificado por rescatarlo, por los que le han dado la oportunidad de tener un futuro mejor. Y esa no es una situación exclusiva de la guerra, sino algo con lo que muchos de nosotros podemos relacionarnos, pues finalmente Miller funciona muy bien como una figura paterna que termina sacrificándose por sus hijos para que éstos tengan la vida que él no pudo tener.
Es posible que por el siguiente comentario, éste blog sea calificado de apátrida, anti yucateco (lo que en estos lares, puede ser peor) o simplemente de anti todo, y aunque la verdad sea algo subjetivo, a mi me parece que lo que diré a continuación es ciento por ciento verdadero: el concurso para elegir a las 7 nuevas maravillas es una mamada, por lo tanto votar por Chichén Itzá es también una total y auténtica pérdida de tiempo; significa también un triunfo del gran capital que busca atragantarse con todo aquello que pueda, incluido por supuesto nuestro patrimonio cultural. Pongamos las cosas en contexto. Desde hace 5 años un empresario Suizo de nombre Bernard Webber a quien seguramente en una tarde se le ocurrió un brillante negocio: llevar a cabo una encuesta mundial para elegir a las “7 nuevas maravillas” del mundo. Se dedicó entonces a embarcar a gobiernos, y sobre todo a empresas transnacionales en la promoción de este gran negocio. Es evidente que las transnacionales decidieron entrarle y juntos han llegado a un momento clave: quedan 10 sitios, diseminados por todo el planeta que se disputan el dudoso honor de ser considerados como “nueva maravilla” (lo cual es una gran contradicción, pues todos los lugares son una maravilla per se). Entre todos estos lugares, quedó Chichén Itzá, un lugar hermoso e impresionante que ha quedado como vestigio de la avanzada cultura maya. En los últimos meses se ha desatado una campaña privada y comercial para promover el voto por Chichén para se considerada una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Sobra decir que la campaña ha sido avalada por la Presidencia de la República, el Gobierno del Estado de Yucatán, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, entidades contagiadas por la fiebre propiciada por esta competencia que tiene abiertos propósitos comerciales, en la que se han involucrado empresas Coca-Cola, Televisa, Bancomer, Televisión Azteca y Telmex. Lo que hemos visto en los últimos meses es como el poder económico, es quien decide el estatus y la importancia de bienes que tienen una enorme importancia cultural para el país. Lo hacen por que son precisamente los grandes empresarios y las cadenas hoteleras, quienes recibirán enormes beneficios si Chichén es considerada como una “nueva maravilla” (coño…!que ya es una maravilla¡). Es obvio que las comunidades de los alrededores de la zona, no recibirán ningún tipo de beneficio, sino que continuarán en el más profundo de los atrasos y viviendo del sub empleo que genera el turismo desmedido y la falta de planeación gubernamental hacía con los visitantes y pobladores de la localidad.
Como estará la cosa que la UNESCO pintó su raya deslindándose del asunto, pues la elección no corresponde a ningún tipo de interés por la preservación del patrimonio cultural de la humanidad. Argumentó también que no pueden compararse sitios como la Torre Eiffel o la Estatua de la Libertad con ciudades como Machu Picchu o la espléndida Petra en Jordania. Por todo ello, me parece que es evidente que votar y apoyar esta campaña, resulta en una idiotez mayúscula. Pero expresar esto parece ser tan malo y apátrida como lo fue la actitud de Salcido, Pardo y Osorio al negarse a ir a la Copa América, o tan malo como decir que detesto al máximo a la Trova yucateca pues ésta no pasa de las mismas tres canciones (Peregrina, Pájaro Azul y el Caminante del Mayab) lo que la convierte en aburridísima. Me niego entonces a votar por Chichén, pues si bien el turismo aumentará, también con eso aumentará el deterioro de la zona arqueológica al no existir una planeación adecuada para su preservación y conservación. Y claro, aumentarán también las ganancias de los hoteleros, los empresarios y los tiburones capitalistas a quienes solo les interesa lo que la campaña pueda retribuirles en términos económicos. Me vale que me digan apátrida o anti yucateco…prefiero serlo, a ser víctima de un despliegue mediático carece de contenidos precisos y que solo busca, una vez más, embaucar a quien se deje.
Momento Climático 5…
¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Nuestra inteligencia? ¿Nuestra capacidad de sentir? ¿Nuestra capacidad de crear? ¿O de razonar?...¿O será nuestra capacidad de dominar a nuestro entorno?. Todas estas preguntas surgen al mirar un filme tan poderoso como Blade Runner. Hace algunos posts hablábamos de este gran filme con motivo de su vigésimo quinto aniversario. Le ví aquella noche a manera de celebración, y una vez pude perderme en ese universo simbólico planteado tan inteligentemente por Ridley Scott. Aquí tienen el momento climático número 5: Roy, el replicante, le perdona la vida a Deckard. Existe sin embargo, un dato curioso en relación al clip que les compartí el día del aniversario del filme. El vídeo que aparece a continuación, contiene la voz en off de Harrison Ford, preguntándose y explicándose por que el replicante no le mata. Son algunas conclusiones interesantes y que, a pesar de ello, han sido eliminadas en el corte del director que es muy superior y que es el que ahora puede conseguirse sin ningún problema.
Quizá, como bien dice Roy, lo que nos hace humanos son nuestras memorias. Estas mueren con nosotros y se pierden como lágrimas en la lluvia. Son ellas, las que nos hacen sentirnos parte de algo importante y que nos dan la conciencia de algo que individualmente resulta trascendental: la conciencia de que hemos existido.
Si, hubo una vez en el que cine producía grandes películas. Hubo una vez en la que Hollywood producía grandes películas y en la que su cine respondió a momentos muy particulares de la historia. La Segunda Guerra Mundial fue una de esas coyunturas en las que la industria fílmica tuvo que tomar partido, exaltar el espíritu aliado y al mismo tiempo, darse el lujo de producir algunas de las mejores películas de todos los tiempos. Casablanca es uno de esos filmes, que, sin embargo, fue el resultado de una combinación de factores que hicieron de una película promedio, algo realmente grandioso. ¿Qué fue exactamente? ¿Lo problemático de su rodaje? ¿Su reparto? ¿Sus diálogos perfectamente estructurados, que arrojaron algunas de las mejores líneas de la historia del séptimo arte? Ustedes elijan. Lo cierto, es que una vez que se ve Casablanca, ésta película se queda grabada para siempre en la memoria fílmica. La primera vez que vi completa Casablanca, fue hace exactamente un año. Era una noche lluviosa y me encontraba completamente sólo en un cuarto de hotel en la Ciudad México. Lejos de todo y de todos, prendí la laptop y decidí poner el DVD que me habían prestado para poder ver el filme. Mientras la lluvia caía, la pequeña pantalla de la computadora iluminaba a la oscuridad en la que se hallaba aquella fría e impersonal habitación que ocupé durante más de un mes, de aquel céntrico hotel de la ciudad más grande del planeta. Lo que sucedió en las siguientes dos horas fue maravilloso, por que por un momento esa habitación se llenó de vida, de emoción, de romance. Ante mi desfilaban grandes actores, grandes actuaciones y grandes momentos. Me dejé llevar por completo y me perdí en un filme poderoso y mágico, que tiene dos virtudes: por un lado una impecable realización (algo casi milagroso, pues su director Michael Curtiz era un hábil artesano, pero en ningún momento un director extraordinario) y por el otro es un evidente producto de época, que sin embargo hace alusión a verdades, principios y sentimientos universales y, desde mi punto de vista, atemporales. ¿Y, es que existe algo más universal y atemporal que un gran amor? Por que Casablanca es eso: ante todo es la historia de un gran amor, y, para colmo, un amor maltratado por las circunstancias que le terminarán impidiendo su culminación. En ello recae gran parte de su éxito. Recuerdo que cuando terminé de verle, lo único que pude hacer fue quedarme mirando por largo rato al techo del cuarto, tratando de comprender lo que había visto. Supuestamente debía escribir un ensayo con los aspectos teóricos de Casablanca (me encontraba en el DF tomando un curso de apreciación cinematográfica y lectura de imágenes, como tal vez recuerde algún viejo reader) y simplemente no podía hacerlo, pues era posible teorizar cuando lo que ha sido tocado no es precisamente la parte intelectual del cerebro, sino aquella, quizá más escondida, en la que se hallan los sentimientos. Bogart y Bergman, son la combinación perfecta. Él sobrio, fuerte, invulnerable. Ella, llena de fortaleza pero al mismo tiempo de una vulnerabilidad apabullante. Ambos se combinan con maestría para construir a dos de los personajes más grandiosos de la historia del cine. Pero a ello, hay que añadirle al reparto que les acompaña: Paul Henreid, Claude Reins, Syney Greenstreet, Peter Lorre, Dooley Wilson y Conrad Veidt. Todos están excepcionales en sus respectivos papeles. No existe un momento más climático que el que verán a continuación (por cierto, tiene subtítulos en Portugués…lo lamento…) Rick, sacrificando su amor, anclándolo a un recuerdo. Ilsa mirándolo con los ojos vidriosos, sin derramar ni una sola lágrima (el se lo impide. Para luego verla partir en el medio de una noche en la que neblina es cómplice de un amor que se destruye, con un gran fondo musical. Así que sin más preámbulo aquí tienen el momento climático número 6….es Casablanca…
Pero hay algo más que hace de Casablanca tome un lugar importante en la memoria fílmica de cada persona que decide verla; o caminando un poquito más lejos: en quien busca una especie de inspiración o redención. En algún nivel, todo personaje en la historia tiene una catarsis y su vida cambia de manera irrevocable. Rick quizá sea el más obvio, pues aprende a vivir de nuevo; en lugar de esconderse de un amor que sabe perdido. A él, se le recuerda que existen cosas en la vida más nobles e importantes qué él y que debe ser parte de ellas. Louis, el policía corrupto, obtiene su redención al ser testigo del sacrificio de Rick, lo que le inspira a elegir un bando en la lucha. Lazlo, es redimido cuando se le muestra que a pesar de que existen miles que le necesitan como un héroe, existe alguien en quien apoyarse cuando necesita inspiración. Ilsa, está dispuesta a sacrificar su felicidad para que Lazlo pueda seguir viviendo y luchando. Incluso Ferrari, el líder del crimen organizado en Casablanca, recibe cierta redención al señalar a Rick como la puerta de escape para Lazlo e Ilsa, aún cuando no hay ninguna ganancia para él en el asunto. Y esa es la belleza de esta película. La he visto varias veces en un año, y nunca falla pues siempre he encontrado algo nuevo sobre lo cual reflexionar, y lo más importante, todas las veces que la miro, sueño con que Ilsa no tomará ese avión y regresará junto al amor de su vida. Y entonces, además de redención, uno encuentra algo que es igual o más grande: la esperanza de que todo puede cambiar.
El gran díalogo…
Rick: Last night we said a great many things. You said I was to do the thinking for both of us. Well, I've done a lot of it since then, and it all adds up to one thing: you're getting on that plane with Victor where you belong. Ilsa: But, Richard, no, I... I... Rick: Now, you've got to listen to me! You have any idea what you'd have to look forward to if you stayed here? Nine chances out of ten, we'd both wind up in a concentration camp. Isn't that true, Louie? Captain Renault: I'm afraid Major Strasser would insist. Ilsa: You're saying this only to make me go. Rick: I'm saying it because it's true. Inside of us, we both know you belong with Victor. You're part of his work, the thing that keeps him going. If that plane leaves the ground and you're not with him, you'll regret it. Maybe not today. Maybe not tomorrow, but soon and for the rest of your life. Ilsa: But what about us? Rick: We'll always have Paris. We didn't have, we, we lost it until you came to Casablanca. We got it back last night. Ilsa: When I said I would never leave you. Rick: And you never will. But I've got a job to do, too. Where I'm going, you can't follow. What I've got to do, you can't be any part of. Ilsa, I'm no good at being noble, but it doesn't take much to see that the problems of three little people don't amount to a hill of beans in this crazy world. Someday you'll understand that. Now, now... Here's looking at you kid…
ZAZ!!...largo post…
Así las cosas hoy miércoles….
PS1…Este blog está de luto por la muerte de un extraordinario personaje del deporte en México: Pepe Espinoza. Tuve la oportunidad de conocerle y platicar con él varias veces cuando me ayudó en mi proyecto de Tesis en la Licenciatura. Un tipazo, un gran comentarista y un experto en Fútbol Americano y Básquetbol. Una pena…
Hace exactamente un año, éste país se cimbró hasta los cimientos en uno de los días más extraños de su historia. A las 11 pm. de aquel domingo 2 de julio de 2006, el presidente del IFE Luis Carlos Ugalde, salía en cadena nacional a anunciar que era imposible conocer quien había sido el ganador de la contienda electoral por la Presidencia de la República. Un par de minutos después, Vicente Fox, en el clímax de sus torpezas, salía en cadena a decir exactamente lo mismo. Ahí iniciaron las sospechas de que algo no andaba bien. En los días posteriores, la incertidumbre aumentó y tuvo otro momento culminante con aquel lentísimo conteo de actas del miércoles 5, transmitido por la televisión, en el que a la media noche Felipe Calderón "revertía" el resultado adverso y tomaba una delantera por sobre Andrés Manuel López Obrador que ya no perdería. Ganaría la Presidencia por poco más de 200 mil votos. El candidato “perdedor” iniciaba entonces un movimiento de resistencia, que implicaría la toma del Paseo de la Reforma y otras acciones, que serían desacreditas por los grandes medios de comunicación, generando así el principio del declive del movimiento del tabasqueño. A un año de distancia, sigo creyendo que López Obrador ganó las elecciones y que el triunfo le fue despojado a partir de un complejo fraude. Ese triunfo hubiese implicado un gobierno que por lo menos trataría de hacer las cosas de otro modo, de una manera en la que los que menos tienen recibirían tal vez un poco más. Y vino entonces el despojo y luego un movimiento que en un principio parecía dotado de esperanza, de ser el principio generador de un verdadero cambio, una revolución pacífica. Pero ello no sucedió, por que si bien es cierto que hubo una gran campaña para desacreditar al movimiento, éste nunca supo salir del mismo discurso y terminó por perderse en la repetición, la redundancia y la poca capacidad argumentativa. Lo único que hizo entonces fue exhibir su poca capacidad para convertirse en un verdadero movimiento ciudadano desde el cual pudiesen sentarse las bases de la transformación de la nación. Este blog, tuvo durante un año la imagen del lazo tricolor que representa a quienes consideran que hubo fraude. Hoy, esta imagen ha sido cambiada.
Lo he hecho por que considero que ha cumplido su cometido: el denunciar el fraude y a Felipe Calderón como un Presidente Ilegítimo. Pero, una vez demostrado eso, es imposible seguir apoyando a un movimiento que hoy no tiene pies ni cabeza, por que López Obrador ha perdido la oportunidad de aglutinar a las fuerzas de Izquierda que existen hoy en México (lo cual no es del todo su culpa, son demasiadas facciones que velan por sus propios intereses particulares, los que no están dispuestos a dejar por el bien del país) y la ha perdido por que parece ser que solo se escucha a si mismo. A un año del día más negro en la historia moderna del país, hoy no parece existir un solo líder capaz de generar la posibilidad de un cambio radical en México. Existe hoy una clase política sucia, corrupta y que sólo sirve a intereses de grupo y particulares…lo triste, es que parece ser que así seguirán las cosas por mucho tiempo.
Momento Climático número 7…
Cameron Crowe y su promisoria ópera prima. El año 1989. Una pareja, con pocas posibilidades de éxito, se conoce justo después de la graduación de la preparatoria y tienen que lidiar con las presiones de familia y amigos para permanecer juntos. Lloyd Dober (John Cusack) es un kickboxer con regular talento para ese deporte, un tipo con buen corazón, pero con pocas posibilidades de éxito. Diane Court (Iona Skye) es una inteligente chica, con un futuro promisorio y un padre que la sobreprotege. Cuando se gana una beca para estudiar en Inglaterra, tiene que decidir entra la oportunidad de su vida y el buen Lloyd quien le ama profundamente. Hay un momento del filme, en el que ambos están una crisis terrible de la relación. Diane trata de conciliar el sueño, cuando de pronto desde la ventana comienza a sonar una canción. Crowe nos muestra entonces a Lloyd sosteniendo una enorme grabadora, desde la que se escucha una gran canción: In your eyes de Peter Gabriel. Luego hará un lento zoom in, hacía un Lloyd determinado a recuperar a su amada. La escena se convirtió en algo icónico en los ochenta, y muchos pensamos en que esa era la mejor forma de convencer a una chica de salir con nosotros: llegar a su casa con una grabadora, los bajos de los pantalones amarrados y poner dicha canción para logra que la chica cayese a nuestros pies. Así que de la gran Say Anything de Cameron Crowe, aquí tienen con la música de Peter Gabriel el momento climático número 7…
Por cierto la mejor línea del filme, viene un poco después…y dice así
Lloyd Dober: She's gone. She gave me a pen. I gave her my heart, she gave me a pen.
Así las cosas hoy lunes…
PS1…Que México le haya ganado a Ecuador, no es noticia…era lo menos que podía hacer….
Todos en la vida tenemos momentos decisivos. Lo complicado, a veces, es saber con exactitud cuando se da uno de estos. En 1982, yo asistí a uno de los míos. Ocurrió en una sala de cine, en viejo cine del centro de la ciudad de Mérida que hoy está ocupado por una tienda enseres domésticos de esas en las que se paga por abonos chiquitos. Era el viejo cine Cantarell. Una preciosa y monumental sala, con una pantalla enorme y con estatuas griegas en sus paredes. Tenía también un amplio y largo balcón, desde el que se podía ver aún más cerca la pantalla. Un cine con personalidad, no como los de los complejos modernos que son todos prácticamente iguales y en donde abundan los patanes cinematográficos entrenados en la cultura de las palomitas. Una tarde otoño de aquel año, 4 niños (y una mamá), todos alumnos de primaria del Colegio Americano, entraron a la sala con el propósito de mirar una película de la cual todos en la escuela hablaban. Ninguno tenía la más remota idea de que el filme había recibido más de 17 minutos de ovación, al término de su proyección en el festival de Cannes (es más…ni siquiera sabían que era y donde estaba Cannes) o que había roto todos los récords de taquilla en el mundo entero. Simplemente iban ahí, por que era la película infantil más comentada y había que verla. Yo era uno de esos niños. Recuerdo haberme comprado en la dulcería (con los 7 pesos que me dio mi mamá) unas fantásticas grajeas de chocolate marca Escalona y un refresco. Después de mirar el noticiero (en esa época en todos los cines pertenecientes a COTSA, pasaban un noticiero cinematográfico, cortesía de Demetrio Bilbatúa) y un par de cortos que no recuerdo, finalmente la película empezó: E.T. de Steven Spielberg Hay momentos que me vienen aún a la memoria: fue tal vez la primera película que ví de principio a fin sin pronunciar ni una sola palabra, fue la primera cinta que me sacó lágrimas en el cine, pero sobre todo fue el primer filme que miré y que me hizo preguntarme constantemente ¿Cómo lo hacen? Esa pregunta rondó por mi cabeza durante toda la proyección y al final de la cinta. Tardé más de veinte años en responderla. Y hoy, cuando tengo todos los elementos para hacerlo, cuando sé exactamente cómo se hace, aún recuerdo aquella tarde de otoño en la que supe que había quedado enamorado para siempre de eso que llaman cine, y esa tarde, aunque no estaba muy consciente de ello, supe que el resto de mi vida estaría dedicado a resolver esa pregunta. Ahora, no solo la resuelvo, sino que comparto con mucha gente y por diversos medios, el producto de esas resoluciones. Hubo muchas escenas que resultaron climáticas: el vuelo en bicicleta, la muerte y posterior resurrección de E.T., la borrachera de Elliot y tantos más. Pero ninguno como el final del filme. Después haber pasado por un sin fin de vicisitudes, el pequeño y simpático extraterrestre dedicado a la botánica, ha conseguido su objetivo: ha llamado a casa y vienen a rescatarle. Han evadido para ello a todos los servicios de seguridad del gobierno y ahí está, frente a la nave espacial que le espera para regresarle al planeta de origen. Elliot (Henry Thomas) el chico que le ha ayudado en su periplo por la tierra, le mira con desconsuelo. Ambos, expresan el dolor por la partida con un simple “ouch”. Al fondo los padres de Elliot, Mary (Dee Wallace) y Keys (Peter Coyote), miran la escena con emoción. Lo mismo hace la pequeña Gertie (Drew Barrymore) quien presa de las lágrimas se aferra a su hermano mayor Michael (Robert Macnaughton). E.T. y Elliot se abrazan, y cuando están por despedirse el alienígena exclama la sensacional línea: “i’ll be right here”, mientras su dedo - linterna señala el cerebro del niño (un golpe musical acentúa el momento con maestría). Posteriormente toma una planta (finalmente ese era el objetivo de su viaje a la Tierra) y camina por la rampa que le lleva hacía el interior de la nave. Hay un contraluz maravilloso mientras la puerta se cierra y mientras la compuerta del transporte espacial se va cerrando, vemos la figura de E.T. con el corazón al rojo vivo. La cámara regresa al rostro de algunos de los personajes presentes en la escena, mientras miran como la nave, que se ha elevado en el cielo, dibuja un arco iris en la bóveda celeste. La escena terminará con un close up al esperanzado rostro de Elliot. Dirigida con maestría por Steven Spielberg y con otra excelente y memorable partitura de John Williams…aquí tienen el momento climático número 8: la escena final de E.T., el extraterrestre.
Epílogo: muchos años después, durante el reestreno del filme por su vigésimo aniversario, me descubrí secándome los ojos. No era el único. Muchos otros hombres y mujeres, entrados en la década de los treinta hacían lo mismo. Creo que no llorábamos por E.T., o por Elliot, mucho menos por Gertie. Llorábamos por que habíamos asistido nuevamente a aquel momento en el que nuestras nostalgias empezaron; por que por dos horas pudimos regresar a esos días en los que las preocupaciones no existen, en los que todo resulta mágico. Estaba seguro de que lloramos por nosotros mismos y por lo que, en algún momento, habíamos dejado de ser.
Finalmente ayer apareció algo que es muy importante en cualquier equipo deportivo: la garra y, por consiguiente, el amor a la camiseta. México no apabulló a Brasil con fútbol, sino con base en el coraje y en el convencimiento de sacar adelante a un barco que amenazaba con hundirse. Y aparecieron cuatro individualidades importantantísimas: Nery Castillo, con un gol antológico y hermoso. Maicon aún debe de estarse preguntando por ese sombrerito maravilloso que el nacido en SLP le fabricó con inspiración y una gran técnica. El delantero del Olympiakos ayer subió al máximo sus bonos europeos y de seguir así, seguramente pronto los grandes clubes abrirán sus carteras para comprarle. Tendrá, antes, que aprender a manejar sus tiempos, a encontrar la pausa en el momento preciso y a tocar el balón a compañeros desmarcados, pero va por buen camino. Ramón Morales, olvidado por Hugo en la Copa Oro, liquidó el partido con la especialidad de la casa: un soberbio tiro libre. Corrió y lucho e hizo olvidar por momentos al impetuoso Andrés Guardado. Guillermo Ochoa demostró que tiene talento para emigrar pronto al fútbol europeo. Paró todo lo que los brasileños le enviaron y Robinho aún debe estarse preguntando como diablos le sacó la pelota de los pies, en un gol cantando en el segundo tiempo. Y por último el gran capitán: Rafa Márquez ha brindado un partido extraordinario y desde el fondo dirigió con sabiduría y experiencia al equipo. Es él, quien brinda orden, es él quien tiene la visión más completa del partido y quien dirige realmente al cuadro que está en la cancha.
Se gana más con garra que con fútbol, pero se gana y se recupera algo de lo perdido en la Copa de Oro. Sigo pensando que Huguito tiene que irse y que aún se está a tiempo de traer un técnico que le brinde constancia a la Selección. Vienen dos partidos muy complicados con equipos a los que no hay que menospreciar y que se jugarán todo contra México: Ecuador y Chile. Pero no hay que negar que se ha dado un paso muy importante el día al vencer al penta campeón del mundo. Finalmente, en palabras de Roberto Velásquez: las sorpresas son hijas bastardas de los pronósticos engreídos.
Momento Climático número 9...
El año: 1980. En una lejana ciudad minera ubicada en el medio de las nubes, tres prisioneros son custodiados por los temibles guardias de un déspota Imperio. Entran a una cámara lúgubremente iluminada, sabiendo que algo terrible está por suceder. Son una princesa, un piloto regenado y un Wookie, quien lleva a sus espaldas los restos de un parlachín robot. Una respiración se oye fuera de campo y todos saben quien está detrás de ella: el siniestro Señor Sith Darth Vader. Uno de los prisioneros, Han Solo, le pregunta con cierto sarcasmo a quien dirige la cuidad, Lando Carlissian: “¿Qué está pasando….amigo?", para encontrar una terrible respuesta: sería congelado en Carbonita y entregado, si sobrevive al proceso, a Bobba Fett un caza recompensas. La Princesa, Leia…se llama, no emite ni una sola palabra. En su rostro hay desesperanza y temor. El Wookie comienza a rebelarse y golpea a varios guardias. Otros quieren dispararle, pero son detenidos por Vader ¿Por qué lo hace? ¿Piedad, compasión o simplemente por que sabe que la partida está ganada? La respuesta no es clara, pues Han Solo ha comenzado a gritarle a su amigo y compañero que se tranquilice, que habrá otra ocasión para cobrar venganza y que ahora debía concentrar todas sus energías en proteger a la Princesa. Ésta se aferra al poderoso brazo del Wookie, quien finalmente consigue calmarse. Solo y la Princesa se miran y se besan ¿es una despedida o un hasta pronto? Tampoco lo sabemos. Los guardias toman al prisionero y le bajan hacía un agujero. Y entonces sucede…Solo mira a la princesa y ésta le devuelve una mirada, no se habían dicho hasta ese momento ninguna sola palabra, bastaban las que emitían con los ojos para saber exactamente lo que sentían. Y entonces, antes de que él sea sometido al proceso de congelación, finalmente se hablan entre sí con dos de las mejores líneas de la historia del cine: “I love you….” – dice ella – “I know…” responde Solo…entonces él comienza a descender a su cadalso, sin quitarle los ojos a aquella a quien ama profundamente… Filmado con maestría por Irving Kirshner, y con la mejor partitura de John Williams, aquí tienen el momento climático número 9 de la maravillosa Empire Strikes Back: Han Solo es congelado en Carbonita…
Parte de mi trabajo consiste en analizar filmes para la radio (great job ¿eh?). Es un asunto para el que me he entrenado durante gran parte de mi vida y para él que aún lo sigo haciendo. El problema es que la interpretación de una película es un asunto meramente subjetivo. Y aunque en el trabajo se hayan seguido modelos de análisis teóricos (mi favorito tal vez es el de Cassetti y DeChio) existe siempre una importante carga de subjetividad que se plasma a la hora de emitir una opinión sobre cualquier tipo de cinta. El secreto está en disfrazar esa subjetividad con las partes teóricas aprendidas por años con el estudio de los modelos de análisis fílmico. El resultado puede ser una crítica más o menos buena en la que teoría y subjetividad se mezclan. Pero hay momentos en los que la subjetividad puede terminar venciendo y sucumbimos simplemente ante lo propuesto en pantalla, sin mediación teórica alguna. Y lo que hay que hacer entonces, es sucumbir ante el gusto propio y dejarse llevar por el mágico poder del cine. Así que influenciado por el último post de Janis, he decidido sucumbir ante mis subjetividades fílmicas y compartir con ustedes, nada subjetivos seven readers, los 10 momentos climáticos que más me han tocado en la historia de mi consumo fílmico. Se trata, obviamente, de una lista basada por sobre todo en mi gusto y en la que poco tienen que ver los elementos teóricos del análisis fílmico. Durante los próximos 10 posts, iré compartiendo uno a uno esos momentos, los cuales me han hecho casi llorar en una sala de cine…nah…en realidad he llorado con varios. Así que, listos…aquí vamos…
Momento climático número 10…
El año es 1987. El director Howard Deutch filmó un guión del mago del cine para adolescentes de los ochenta John Hughes, titulado Some Kind of Wonderful. Se trataba de una historia que presentaba un típico triángulo amoroso entre Watts, una tombboy (marimacho es la única traducción que se me ocurre) Keith, un tipo amable que de pronto consigue la cita perfecta con la chica más popular de la escuela, ésta última de nombre Amanda Jones. El momento climático número 10 ocurre justo al final de la trama: Keith (Eric Stolz) y Amanda (Lea Thompson) salen de una fiesta en la que han logrado reconciliar a los renegados con los populares (Cliché…ZAZ) y afuera les espera su chofer que para sorpresa de todos es Watts (Mary Stuart Materson). Deutch entonces filma la escena con simpleza, pero a la vez con la certeza de que cada plano está puesto ahí solamente para emocionarnos. Hay un intercambio de miradas, y Watts decide hacerse a un lado y dejar a la pareja seguir su camino. Claro que Amanda, quien por supuesto tiene buen corazón, se da cuenta que Keith y Watts son el uno para el otro y dejar ir al chico. Lo que sigue es otro cliché, pero que funciona hasta generar gran emoción: una calle desierta en la que Watts camina hecha un mar de lágrimas, Keith corriendo hacía ella hasta alcanzarla y….bueno mirad….es Some Kind of Wonderful…
Mi frase favorita dentro la escena:
Watts (mientras se pone los anillos de diamante que Keith le ha obsequiado): What do you think? Keith: You look good wearing my future.