Clint Eastwood es ya un consumado autor cinematográfico. A lo largo de sus películas, Eastwood ha creado un estilo propio, lo ha depurado y lo ha convertido en algo único. Million Dollar Baby (o golpes del destino, como ha sido traducida en México) es una película en la cual todas las características propias del cine de Clint Eastwood convergen, se manifiestan y se juntan para contarnos una historia en la cual, los personajes se enfrentan a serias disyuntivas de orden moral. Una vez más, Clint Eastwood narra una historia en la que lleva a sus personajes al máximo, los desarrolla con exactitud y termina por enfrentarlos a decisiones de vida o muerte.
Tal vez en manos de otro director, la historia de una boxeadora que debe luchar contra toda la adversidad, hubiese sido una historia común de triunfo en medio de situaciones llenas de dificultad. Eastwood la convierte en una historia de encrucijadas emocionales, de personajes entrañables, facturada con un extraordinario manejo de los recursos cinematográficos.
En el Frankie Dunn, personaje principal de la película interpretado con acierto por el propio Eastwood, está ese personaje central fuertemente relacionado con personajes de diversas películas del cineasta norteamericano, como Jimmy Markum de Mystic River, Frank Corvin de Space Cowboys, o Bill Munny de Unforgiven. Todos, poniendo a prueba su escala de valores al momento de tomar decisiones que les afectarán en primer plano y terminarán invariablemente siendo determinantes en la vida de quienes lo rodean.
Dunn, duro y severo manager de boxeadores, se pone a prueba a si mismo al aceptar bajo su tutela a una no tan joven boxeadora llamada Maggie Fitzgerald (Hillary Swank). Ella será el detonante para un cambio en la personalidad del manager. Pronto se formará un lazo afectivo que irá más allá de la relación profesional planteada en un principio, para crear una relación de índole padre – hija. Dunn encontrará en Maggie a esa hija que le ha rechazado, y esta a su vez, encontrará un sustituto para su fallecido progenitor. Juntos emprenderán un camino por el mundo del boxeo femenil, y la vez, irán desarrollando sentimientos que consideraban perdidos o sumamente complicados de hallar. Su relación será simbiótica y contarán con el apoyo moral e incondicional del encargado del gimnasio en donde se produce este fortuito encuentro: Eddie Dupris, interpretado por un seguro y pausado Morgan Freeman, que además de ser el narrador de la historia, será la conciencia, y por momentos la contra parte, de Frankie Dunn.
Los tres personajes formarán una pequeña familia. Juntos vivirán un proceso de dramático cambio. A pesar de ello, la película está salpicada de momentos de tierno humor, mostrando ese sentido del mismo siempre presente en las películas de su director. Eastwood presenta varios temas en la cinta: Dios, la muerte, la amistad, el mal, el bien y en general una serie de principios morales, sobre los cuales los personajes deberán apoyarse para tomar salidas poco sencillas hacía su destino. Eastwood toma cada uno de esos momentos, se apoya en la fotografía extraordinaria de Tom Stern, y los personajes parecen salir de las sombras (literalmente) justo al momento en el cual están por tomar una decisión fundamental.
Hillary Swank impacta con la ternura de su actuación. Ternura que se refleja incluso al momento de estar participando en un deporte tan duro, y tan mortal, como lo es el boxeo. Su personaje está construido alrededor de una impactante simpleza y pronuncia sus frases como si hubiese nacido para ello. Eastwood, provee una actuación madura, su personaje está dotado de una armadura exterior bajo la cual se esconde un tipo lleno de dudas, de una necesidad terrible de afecto y en busca de la absolución a todas sus culpas. Freeman interpreta su personaje con sabiduría, sus líneas están impregnadas de inteligencia y sus movimientos en pantalla reflejan a un actor maduro, consistente y sobre todo amigable. La última, tal vez la característica principal en un personaje de esta naturaleza.
Million Dollar Baby es la consolidación de Clint Eastwood como autor. Es una historia narrada con inteligencia, con un extraordinario uso de los recursos del cine y, por sobre todo, con un humanismo propio de un director siempre interesado en temas cuya temática gire precisamente en torno a los sentimientos propios de los seres humanos.
Tal vez en manos de otro director, la historia de una boxeadora que debe luchar contra toda la adversidad, hubiese sido una historia común de triunfo en medio de situaciones llenas de dificultad. Eastwood la convierte en una historia de encrucijadas emocionales, de personajes entrañables, facturada con un extraordinario manejo de los recursos cinematográficos.
En el Frankie Dunn, personaje principal de la película interpretado con acierto por el propio Eastwood, está ese personaje central fuertemente relacionado con personajes de diversas películas del cineasta norteamericano, como Jimmy Markum de Mystic River, Frank Corvin de Space Cowboys, o Bill Munny de Unforgiven. Todos, poniendo a prueba su escala de valores al momento de tomar decisiones que les afectarán en primer plano y terminarán invariablemente siendo determinantes en la vida de quienes lo rodean.
Dunn, duro y severo manager de boxeadores, se pone a prueba a si mismo al aceptar bajo su tutela a una no tan joven boxeadora llamada Maggie Fitzgerald (Hillary Swank). Ella será el detonante para un cambio en la personalidad del manager. Pronto se formará un lazo afectivo que irá más allá de la relación profesional planteada en un principio, para crear una relación de índole padre – hija. Dunn encontrará en Maggie a esa hija que le ha rechazado, y esta a su vez, encontrará un sustituto para su fallecido progenitor. Juntos emprenderán un camino por el mundo del boxeo femenil, y la vez, irán desarrollando sentimientos que consideraban perdidos o sumamente complicados de hallar. Su relación será simbiótica y contarán con el apoyo moral e incondicional del encargado del gimnasio en donde se produce este fortuito encuentro: Eddie Dupris, interpretado por un seguro y pausado Morgan Freeman, que además de ser el narrador de la historia, será la conciencia, y por momentos la contra parte, de Frankie Dunn.
Los tres personajes formarán una pequeña familia. Juntos vivirán un proceso de dramático cambio. A pesar de ello, la película está salpicada de momentos de tierno humor, mostrando ese sentido del mismo siempre presente en las películas de su director. Eastwood presenta varios temas en la cinta: Dios, la muerte, la amistad, el mal, el bien y en general una serie de principios morales, sobre los cuales los personajes deberán apoyarse para tomar salidas poco sencillas hacía su destino. Eastwood toma cada uno de esos momentos, se apoya en la fotografía extraordinaria de Tom Stern, y los personajes parecen salir de las sombras (literalmente) justo al momento en el cual están por tomar una decisión fundamental.
Hillary Swank impacta con la ternura de su actuación. Ternura que se refleja incluso al momento de estar participando en un deporte tan duro, y tan mortal, como lo es el boxeo. Su personaje está construido alrededor de una impactante simpleza y pronuncia sus frases como si hubiese nacido para ello. Eastwood, provee una actuación madura, su personaje está dotado de una armadura exterior bajo la cual se esconde un tipo lleno de dudas, de una necesidad terrible de afecto y en busca de la absolución a todas sus culpas. Freeman interpreta su personaje con sabiduría, sus líneas están impregnadas de inteligencia y sus movimientos en pantalla reflejan a un actor maduro, consistente y sobre todo amigable. La última, tal vez la característica principal en un personaje de esta naturaleza.
Million Dollar Baby es la consolidación de Clint Eastwood como autor. Es una historia narrada con inteligencia, con un extraordinario uso de los recursos del cine y, por sobre todo, con un humanismo propio de un director siempre interesado en temas cuya temática gire precisamente en torno a los sentimientos propios de los seres humanos.
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