En la industria del cine existen miles de directores. Pero pocos autores. Scorsese es un autor en toda la extensión de la palabra. A lo largo de su gran carrera, el director neoyorquino ha creado un estilo propio, ha contado historias que respetan ese estilo, y todas sus obsesiones (enfocadas en gran medida a narrar con originalidad, compromiso y una desgarradora brutalidad, la historia de la sociedad norteamericana desde su peculiar óptica) han creado una cinematografía rica tanto en forma como en un fondo temático de proporciones épicas.
Fanático de contar historias centradas en personajes masculinos cuyos demonios personales sacan a relucir lo oscuro de sus personalidades y hasta cierto punto obsesionado con centrar estas historias en ambientes de trascendencia histórica para los norteamericanos, Scorsese ha encontrado en Howard Hughes un personaje ideal para, una vez más, contar una historia de culpabilidades y complejos. Las características egocéntricas del Hughes de Scorsese, lo emparenta con otros personajes como el refinado Newland Archer (el final de la inocencia) Travis Bickle (Taxi Driver) y el temperamental Jack La Motta (Toro Salvaje), aunque con un fetichismo diferente: el ansia de poder y control sobre el mundo y sobre quien lo rodea. Y pocas situaciones dan tanta sensación de poder como la de volar a través de un poderoso aparato por los aires. Los aviones son ese oscuro objeto del deseo de Hughes y los utiliza para obtener poder, ayudándose para hacerlo con todos los medios posibles (incluso a un Hollywood en pleno esplendor durante el desarrollo final del Studio System) pero siempre serán los aviones, el último medio para literalmente elevarse y dominar los cielos del mundo.
Hughes es pues el personaje central, de una película con un fuerte aroma a nostalgia (Scorsese, siempre ha tenido esta característica) en donde ese Hollywood Glamoroso y fabricante de sueños, es el escenario ideal para que el millonario cristalice sus sueños de gloria y fortuna. Howard Hughes es en el aviador, un director de cine obsesivo y un empresario dispuesto a jugarse la vida por demostrar que puede llegar a ser algo más que un simple “texxie” para convertirse en un factor determinante en la historia norteamericana. Sus aviones serán importantes para la víctoria de EU en la guerra, y también para sentar nuevos precedentes y rutas en la aviación comercial. No busca la aceptación de otros, pero si la personal. Scorsese muestra un Hughes desesperado por probarse a si mismo que sus capacidades no tienen límites, lo que se convertirá finalmente en su perdición y en la construcción de una realidad personal muy cercana a la locura. Siempre obsesionado, aún en lo insano de su mente, por ser alguien más en su escala de valores, y en lo que la vida le marcaba que debería llegar a ser.
Como un virtuoso, y con una narrativa fragmentada, Scorsese teje la biografía del millonario poniendo todos los recursos del cine al servicio de su historia. Visualmente, cada posición de la cámara influye no solamente para crear efectos de sentido en el espectador, sino también para acentuar las escenas de cada secuencia, resaltando los puntos más interesantes de la misma manera que un compositor o un pintor utilizan ciertas notas o ciertos colores para llevar al público por diversos niveles emocionales hasta culminar en un sentimiento de lástima por el personaje principal de El Aviador.
Ayudado por una magistral partitura (cortesía del otrora compositor de la tierra media Howard Shore) Scorsese dibuja con una variada palestra de colores a sus personajes. Cate Blanchett es una Catherine Hepburn segura de si misma, pero incapaz de huir de un ambiente familiar lleno de simulación y conservadurismo. Kate Becksinsale es una Ava Gardner, consiente de su papel de Femme Fatale ante el gran público, pero dispuesta a mostrar en la intimidad un humanismo escondido debajo de la apariencia impuesta por el cine Hollywoodense. Alan Alda, representa ese personaje sin escrúpulos siempre presente en el cine de Scorsese y dispuesto a pisotear a todo el mundo con tal de llegar a la cima en la actividad que desarrolle. Por último Leonardo Di Caprio. Di Caprio demuestra que cuando está bien dirigido puede tener matices realmente asombrosos, y proyecta la personalidad múltiple de Howard Hughes dando la impresión que en determinado momento explotará por la intensidad de las experiencias representadas en pantalla.
El Aviador es una película conmovedora y majestuosa, pero que a la vez, logra entrar en la intimidad de un período marcado por la magnificencia y el esplendor de un país en crecimiento y en camino a convertirse en una nación sedienta de poder y ambición, lo que paradójicamente, quizá como le sucedió a Howard Hughes, termine por ser su gran desgracia.
Fanático de contar historias centradas en personajes masculinos cuyos demonios personales sacan a relucir lo oscuro de sus personalidades y hasta cierto punto obsesionado con centrar estas historias en ambientes de trascendencia histórica para los norteamericanos, Scorsese ha encontrado en Howard Hughes un personaje ideal para, una vez más, contar una historia de culpabilidades y complejos. Las características egocéntricas del Hughes de Scorsese, lo emparenta con otros personajes como el refinado Newland Archer (el final de la inocencia) Travis Bickle (Taxi Driver) y el temperamental Jack La Motta (Toro Salvaje), aunque con un fetichismo diferente: el ansia de poder y control sobre el mundo y sobre quien lo rodea. Y pocas situaciones dan tanta sensación de poder como la de volar a través de un poderoso aparato por los aires. Los aviones son ese oscuro objeto del deseo de Hughes y los utiliza para obtener poder, ayudándose para hacerlo con todos los medios posibles (incluso a un Hollywood en pleno esplendor durante el desarrollo final del Studio System) pero siempre serán los aviones, el último medio para literalmente elevarse y dominar los cielos del mundo.
Hughes es pues el personaje central, de una película con un fuerte aroma a nostalgia (Scorsese, siempre ha tenido esta característica) en donde ese Hollywood Glamoroso y fabricante de sueños, es el escenario ideal para que el millonario cristalice sus sueños de gloria y fortuna. Howard Hughes es en el aviador, un director de cine obsesivo y un empresario dispuesto a jugarse la vida por demostrar que puede llegar a ser algo más que un simple “texxie” para convertirse en un factor determinante en la historia norteamericana. Sus aviones serán importantes para la víctoria de EU en la guerra, y también para sentar nuevos precedentes y rutas en la aviación comercial. No busca la aceptación de otros, pero si la personal. Scorsese muestra un Hughes desesperado por probarse a si mismo que sus capacidades no tienen límites, lo que se convertirá finalmente en su perdición y en la construcción de una realidad personal muy cercana a la locura. Siempre obsesionado, aún en lo insano de su mente, por ser alguien más en su escala de valores, y en lo que la vida le marcaba que debería llegar a ser.
Como un virtuoso, y con una narrativa fragmentada, Scorsese teje la biografía del millonario poniendo todos los recursos del cine al servicio de su historia. Visualmente, cada posición de la cámara influye no solamente para crear efectos de sentido en el espectador, sino también para acentuar las escenas de cada secuencia, resaltando los puntos más interesantes de la misma manera que un compositor o un pintor utilizan ciertas notas o ciertos colores para llevar al público por diversos niveles emocionales hasta culminar en un sentimiento de lástima por el personaje principal de El Aviador.
Ayudado por una magistral partitura (cortesía del otrora compositor de la tierra media Howard Shore) Scorsese dibuja con una variada palestra de colores a sus personajes. Cate Blanchett es una Catherine Hepburn segura de si misma, pero incapaz de huir de un ambiente familiar lleno de simulación y conservadurismo. Kate Becksinsale es una Ava Gardner, consiente de su papel de Femme Fatale ante el gran público, pero dispuesta a mostrar en la intimidad un humanismo escondido debajo de la apariencia impuesta por el cine Hollywoodense. Alan Alda, representa ese personaje sin escrúpulos siempre presente en el cine de Scorsese y dispuesto a pisotear a todo el mundo con tal de llegar a la cima en la actividad que desarrolle. Por último Leonardo Di Caprio. Di Caprio demuestra que cuando está bien dirigido puede tener matices realmente asombrosos, y proyecta la personalidad múltiple de Howard Hughes dando la impresión que en determinado momento explotará por la intensidad de las experiencias representadas en pantalla.
El Aviador es una película conmovedora y majestuosa, pero que a la vez, logra entrar en la intimidad de un período marcado por la magnificencia y el esplendor de un país en crecimiento y en camino a convertirse en una nación sedienta de poder y ambición, lo que paradójicamente, quizá como le sucedió a Howard Hughes, termine por ser su gran desgracia.
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