Como el camino está sembrado de espinas, El hombre posee tres dones: la sonrisa, el sueño y la esperanza - Immanuel Kant.
La arrogancia con la que el priismo celebró su triunfo en las elecciones presidenciales es la mejor muestra de que el viejo partido está de regreso. Sin entender que han ganado una elección de tercios, los tricolores inmediatamente se apresuraron a restregar en la cara de sus opositores el resultado de la elección. El dinosaurio ha vuelto y ese aire altanero con el que festejan, es una muestra de lo que realmente son. Por que la grandeza se mide con la humildad con la que acepta un triunfo y ayer ha quedado evidente que el priismo está conformado por personajes que, en su mayoría, son pequeños seres humanos dispuestos a saltar sobre el presupuesto federal que por 12 años les fue negado.
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"¿Quién votó por el PRI?" preguntó ayer un compañero mientras abandonábamos la sala de prensa del IFE. No hubo respuesta. En realidad, el voto por el tricolor puede entenderse en tres vertientes: funcionó la estrategia que durante seis años construyó la imagen de un candidato cuyo mayor atributo era el de "parecer presidente", y así convertirse en un personaje atractivo una ciudadanía que no tiene los elementos para entender que se trata de solo un envase sin contenido alguno. Está también el fracaso de las administraciones panistas que provocó que mucha gente votara con miedo a una tercera opción y por último la seguridad económica que muchos piensan les traerá a ellos y a sus familias el regreso del PRI, pues pretenden que la revolución continúe o finalmente les haga justicia.
Josefina Vázquez Mota nunca perdió la sonrisa, ni aún cuando, antes de conocer cualquier resultado oficial, se apresuró a reconocer su anunciada derrota. Parecía aliviada y feliz de que todo haya concluido, de que ahora se sumirá en un anonimato político, en una figura decorativa de un panismo descompuesto. El PAN nunca hizo una campaña para mantener la presidencia, por el contrario su serie de yerros durante los 90 días de proselitismo podrían interpretarse como una campaña diseñada para salir de la presidencia del país. El rápido reconocimiento del triunfo de Peña Nieto, muestra a una ex candidata y a un panismo, cómodos con esa victoria pues es más fácil negociar con el PRI que con la izquierda. El el blanquiazul demostró que no sabe ser gobierno y que se siente mejor siendo oposición.
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A Andrés Manuel López Obrador le venció principalmente la falta de capacidad para convertirse durante todos estos años en una oposición inteligente, capaz de construir un proyecto de cambio que resultara atractivo para la mayoría de los mexicanos y que al mismo tiempo lograra oponerse - con inteligencia - a todos los poderes fácticos que se manifestaran en su contra.
Aún así, fue sorprendente lo cerca que llegó a estar de Enrique Peña Nieto. Perdió la elección durante el segundo debate cuando, en una fallida estrategia, decidió no tocar ni con el pétalo de una rosa al priista aún cuando con temas como el escándalo de The Guardian tenía todo para bajarlo del primer lugar. AMLO confió demasiado en las plazas llenas y nunca entendió que esas no necesariamente se traducen en urnas llenas. Ayer mientras aparecía en la televisión para pedir que esperáramos a los resultados oficiales, volvió a decir que "tenía información que indicaba que las cosas eran de otra manera" pero, de nuevo, no mostró tales datos. La actitud de López Obrador no era la de alguien que ha ganado la elección, sino la de una persona que se sabe derrotada.
Con los números obtenidos por la izquierda ayer, a mi no me queda ninguna duda: Era Ebrard.
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Aunque la elección seguramente será declarada como válida y legal, no puede hablarse de una elección impoluta: abundaron las irregularidades, se coaccionó y se compró el voto, se intimidó a observadores electorales y falló la capacitación de los funcionarios de casilla (lo que fue sobre todo evidente en las llamadas casillas especiales). Existen muchos elementos que en cualquier otra democracia serían suficientes para invalidar la elección, no en la nuestra. Podrá venir un discurso de autoelogio por parte de las autoridades federales, pero el IFE ha sido rebasado y secuestrado por el poder político. Una reforma en su constitución y conformación resulta necesaria, porque de otra manera - y más aún con el regreso del PRI - actos deshonestos como los vistos durante los últimos días, se multiplicarán en futuros procesos electorales mientras las autoridades los ignoran, limitándose a celebrar el resultado en las urnas.
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Hace unos días posteaba sobre lo que sería la mañana del 2 de julio. Lamentablemente no me equivoqué. Fracasamos como sociedad al permitir el regreso del PRI, pero como dije en ese post, no hay mucho tiempo para permanecer triste. Hay que comenzar de nuevo y hacerlo apasionada e inteligentemente. Construir una agenda para la libertad que dentro de seis años saque al viejo régimen de Los Pinos es fundamental. Habrá que comenzarle por exigir varias cosas: una reforma política integral que considere figuras como la Revocación de Mandato, el referéndum y el plebiscito; un cambio de fondo en el IFE y en la manera como son elegidos los consejeros electorales, una segunda vuelta electoral; la urgente democratización de los medios de comunicación, la reforma fiscal que elimine privilegios a los de siempre, mejoras en la educación pública, etc. Al PRI son temas que le incomodan, pero nosotros los ciudadanos tenemos que pugnar por ellos. De otra manera, nuestro fracaso será aún mayor y el país se hundirá inevitablemente aunque la televisión trate de maquillar tal hundimiento.
No, no es el momento del PRI, es el momento de todos, curemos nuestras heridas y comencemos...de nuevo...
Así las cosas hoy lunes...
Salud pues......
1 comentario:
Completamente de acuerdo
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