Fue en una tarde del verano de 1957. El lugar: Williamsport Pensilvania. Ángel Macías salió al terreno de juego con la convicción reflejada en el rostro. Detrás del espigado jugador, saltaron al campo sus compañeros quienes representaban a la liga de Monterrey México. Estaban listos para tomar sus posiciones. No lo sabían, pero estaban a punto de escribir historia. Sus rivales: los altos y fornidos integrandes del equipo de beisbol de la liga de La Mesa, en el próspero estado norteamericano de California.
Las diferencias entre los integrantes de ambas escuadras era notoria: los californianos altos, provenientes de una liga que se jugaba entre los habitantes de una próspera región de clase media alta del sur de los Estados Unidos. Los mexicanos provenían de los barrios más pobres de la aún semi industrializada Monterrey. Mientras unos estaban acostumbrados al triunfo, los otros apenas se presentaban por primera vez en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas. Los norteamericanos lucían orgullosos sus uniformes recién hechos para el partido. Los mexicanos, solían remendar y lavar sus uniformes después de cada encuentro. Unos se sentían los dueños del deporte y otros estaban a punto de tomarlo en glorioso comodato.
Ángel Macías tenía entonces 12 años (como la mayoría de sus compañeros de equipo) y poseía la capacidad de subirse al montículo y lanzar tanto con el brazo derecho, como con el izquierdo.
Aquella tarde de 1957, el país entero se paralizó. Las calles de las principales ciudades se vaciaron. La radio, el principal medio de comunicación de aquel entonces, consiguió los derechos para transmitir en vivo aquel juego final que definiría al campeón del mundo en ligas pequeñas. En casas, comercios o cantinas, la gente se arremolinaba alrededor del aparato para escuchar los pormenores del partido.
Los chicos no los defraudaron.
Roberto Maíz, quien era otro de los integrantes de aquel equipo, hace poco contaba en una entrevista: "Nunca olvidaré ese día mientras viva. Yo jugaba el jardin izquierdo. Nunca me llegó la pelota. Esta apenas salió del cuadro. Hubo 11 ponches y siete roletazos o globazos en el terreno. Yo anoté empujé la primera carrera y anoté la tercera".
Cuando llegó el tercio final de la séptima y última entrada, el estadio entero se había vuelto loco. Cuentan las crónicas que en México ese día había demasiado silencio. Solo se escuchaba la emocionada voz de un narrador que poco a poco fue describiendo la manera como Ángel Macías retiraba uno a uno a los poderosos bateadores del que era considerado el mejor equipo del mundo en su categoría.
Nunca le encontraron la pelota. El último lanzamiento, según cuentan, fue antológico: una impresionante recta que el americano en turno abanicó con toda su frustración. Macías lo había logrado. Tiró un juego perfecto (es decir, cero hits, cero bases por bolas, cero carreras) y consiguió así una hazaña sin precedentes en la historia del deporte mexicano.
Los "pequeños gigantes" regiomontanos habían conseguido el título mundial de beisbol infantil. El país entero estalló en júbilo. Los Chicos tardaron un mes en regresar a nuestro país. Antes fueron recibidos por Dwight D. Eisenhower, el entonces presidente de Estados Unidos, quien les ofreció un desayuno en la Casa Blanca reconociendo así su victoria.
Cuando regresaron a México, el país entero les rindió tributo. Habían conseguido lo que antes se consideraba imposible: un título mundial en el entonces deporte más popular de la nación.
Creo que el fantasma de Williamsport hizo un alto ayer en el Estadio Nacional de Lima Perú. Mientras veía a los chicos de la Sub 17 mexicana salir a la cancha como los grandes a enfrentar, perdonando mi redundancia, a un grande, a un histórico, a un ganador nato; no podía dejar de pensar en la historia de los pequeños gigantes del 57, pues existen muchas similitudes entre ambos triunfos.
Pero hay una que es por demás notoria: la victoria del 57, como ésta ocurrida casi 50 años después, fue alcanzada por diamantes en bruto de nuestra sociedad. Y ambas son una cachetada con guante blanco a las políticas, no solo del deporte, sino a las del país en general.
Se dice que México es "un país de jóvenes", pero no existen las oportunidades para que la juventud se desarrolle plenamente. Los egresados de la universidades no tienen trabajo. Los artistas jóvenes no poseen los suficientes espacios de expresión, e incluso estos chicos que ayer conquistaron el título mundial de futbol de su categoría, dificilmente podrán debutar en los grandes clubes de nuestro balompié en un futuro próximo. En otras palabras, la gran mayoría de nuestros talentos jóvenes son desperdiciados y terminan perdiéndose.
Con los beisbolistas del 57 pasó lo de siempre. Pocos llegaron a triunfar, ya no solo en su deporte, sino en general en la vida.
"Nosotros tuvimos que adaptarnos," - dijo alguna vez Macías - "algunos de nosotros nos adaptamos, otros no pudieron. Yo pude adaptarme. Es duro de explicar, pero fue bien difícil cuando cada uno tuvo que cambiar de una vida simple a otro mundo diferente" .
Supongo que los seleccionados sub 17 pasarán por el mismo proceso. Hoy o por la noche, o tal vez mañana cuando regresen al país, serán tratados como héroes nacionales. Serán recibidos por el Presidente Fox y muchos tratarán de subirse al barco de su éxito. Solo espero que cuando la euforia mediática que ahora generan pase, estos muchachos sean asesorados inteligentemente para que así puedan tener un buen futuro en el mundo del futból en particular, y en la vida en general. Sería pena que su triunfo termine archivado en el libro de estadísticas y que ellos pasen a ser parte del montón de jugadores que pululan por el manipulado balompié mexicano.
Por lo pronto, honor a quien honor merece. Y lo de ayer hay que verlo en su justa dimensión: es uno de los más grandes logros de la historia del deporte mexicano. Pero hasta ahí. Ni el país será mejor, ni esto traerá bienestar y crecimiento a México.
Es el inicio de lo que puede ser una buena generación de jugadores nacionales. Ojalá y no los truenen en el proceso. Nada sería más penoso. Bien por el trabajo de los chicos, bien por el deporte mexicano.
El de ayer ha sido un pequeño gran Triunfo.
Ps1...Bien también por Azteca que desplazó a sus comentaristas hasta Perú. Le han ganado así a Televisa que prefirió dejarlos en casa. Los del Ajusco finalmente le dieron la importancia que se merecía esta selección desde un principio y tuvieron una muy buena transmisión, a pesar de los orgasmos gargantiles de Christian Martinolli.
Ps2...Calderón 2 Creel 0....Esto cambia completamente el escenario electoral de 2006. Habrá que esperar que dicen las encuestas una vez que los candidatos queden definidos. Esperen cambios importantes....
Ps3...Así las cosas en esta semana mis estimados seven ones....nos estamos leyendo pronto...Salud...
4 comentarios:
Impactante tu post.
Im-pac-tan-te.
Debes de guardarlo.
Quizá algún día sea publicado en papel y tinta.
Saludos.
Pd. Soy neófita en Beisbol pero creo que el actual dueño de los sultanes fue niño campeón. Pero se llama Pepe Máiz, no sé si al él te referías... Y en Mty. Hay un parquecito o había, hace tiempo que no paso por hay, de beisbol de liga pequeña, ubicado en 20 de noviembre y Tapia, llamado el parque de los niños campeones.
Así es Mirabai...es la misma persona....
Un abrazo...
Si son memorables esos niños campeones, y nada mas me queda agregar que a al año siguiente 1958 se volvio a repteir el triunfo de la iga Industrial, en el 81 se llego solo a la final esta vez la liga Unidad Modelo, y que hace poco tambien se obtuvo el titulo 1997 la liga Linda Vista
Y pues ojala que estos da la sub 17 se sepan aprovechar y os veamos de estrellas en las proximas temporadas y se vale soñar ser campeon en el 2018
saludos
Buen aporte Salbot..saludos cordiales igual..
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