No comprendo a la sociedad norteamericana. Por un lado, el año pasado votan por un presidente ultra conservador, y por el otro, si hacemos una revisión de los programas televisivos procedentes de nuestro vecino país del norte nos damos cuenta que los americanos tienen en los primeros lugares de sintonía a programas de televisión que critican abiertamente ese “American Way life” o mejor dicho, el sistema ideológico cargado de doble moral y ultra conservadurismo predicado desde la Casa Blanca. El mejor ejemplo de esto es Desperate Housewives, el nuevo trabajo del ex realizador de la exitosa Sex & the City: Darren Star.
Desperate Housewives, cuya traducción literal es Amas de Casa Desesperadas, es un golpe brutal a la famosa frase “Y vivieron Felices”. La serie se plantea en un lugar en donde supuestamente todo es felicidad para quien habita en él: un suburbio de clase alta de Any city USA, o sea de cualquier lugar de los Estados Unidos, pero en donde la vida secreta de las Amas de Casa del lugar no son precisamente lo que aparentan ante la sociedad. Sociedad, que se maneja y se conduce a través de una doble moral realmente espeluznante.
La historia de Desperate Housewives comienza cuando un personaje llamado Mary Alice Young, una mujer con una casa perfecta, ubicada en el lugar más exclusivo de la ciudad, llega a su casa y justo después de leer sobre lo último en maquillaje, se levanta como si nada, toma un arma y se pega un balazo en la cabeza. Desde ese momento, Mary Alice Young se convierte en la narradora de la historia de su pequeño círculo de amigas y de los secretos que todas de alguna manera poseen, y lo hace desde el particular punto de vista que su omnipresencia, y cierto punto de veneno, le otorga.
A partir de entonces, a lo largo de los capítulos, hemos ido conociendo la complicada vida del grupo de amigas que constantemente se pregunta, como alguien que supuestamente tiene todo lo que la sociedad plantea como perfecto, puede tomar una decisión tan dramática y drástica. Así gracias a la narración de Mary Alice, y sus comentarios salpicados de gran ironía, sarcasmo y humor negro, conocemos a Susan Mayer, una madre soltera y que tiene que cargar con el peso social que implica ser una mujer divorciada. A Lynette Scavo, una ex ejecutiva de gran éxito que se deja convencer por su esposo de abandonar una prometedora carrera profesional, para dedicarse a la familia y hacerse cargo de 4 pequeños demonios que el marido le ha fabricado de manera constantemente. A la temible Bree Van der Kemp, una mujer extraída de cualquier libro de Gaby Vargas, y que bajo esa apariencia perfecta esconde una personalidad terriblemente manipuladora que está a punto de destruir su frágil núcleo familiar y por último Gabrielle Solís una ex modelo que tiene lo que desea, incluido un marido millonario, y que mata su soledad en los brazos de su jardinero de tan solo 17 años.
La vida de estas cuatro mujeres, de su calle, tiene como base la premisa “Las apariencias engañan” Y en el interior de la supuestamente perfecta comunidad, la ambición, la soledad, el desengaño, la represión y el machismo se encuentran siempre presentes. Desperate Housewives, le pega al sistema norteamericano en donde más le duele: en sus pseudo planteamientos morales. Cada capítulo es un golpe frontal contra lo que se predica ahora como lo “políticamente correcto” y contra los sistemas de control moral que suelen convertirse en útiles herramientas de manipulación social. Todo a través de guiones perfectamente escritos y sumamente entretenidos. Destacan las actuaciones de la bellísma Teri Hatcher, de Marcia Cross, Eva Longorio y por sobre todo Felicity Huffman, cuya interpretación de madre al borde del colapso tiene matíces que van desde lo patético hasta lo sumamente dramático.
Pero quizá, lo más aterrador, es la universalidad de los planteamientos de la serie. Cada vez que me adentro en él, en su enigmática estructura y su inteligencia argumental, no puedo evitar pensar en lo mucho que la Calle de Wisteria Lane, se parece a cualquier calle de Jardines Mérida, del Campestre o de la México Oriente, solo por citar algunas de las colonias de nuestra ciudad en donde habitan muchas, miles quizá de Desperate Housewives, aplastadas por una sociedad moraloide y con poca capacidad de perdonar la supuestas faltas que contra sus también supuestos valores se cometen.
Vea Desperate Housewives, todos los jueves a las 9 de la noche por el Canal sony. Tal vez, como a algunos amigos con los que he platicado, usted aterrorizado le cambie, pues su realidad no es precisamente para mentes planas que son felices por vivir en ciudades y colonias en donde supuestamente…no pasa nada.
Desperate Housewives, cuya traducción literal es Amas de Casa Desesperadas, es un golpe brutal a la famosa frase “Y vivieron Felices”. La serie se plantea en un lugar en donde supuestamente todo es felicidad para quien habita en él: un suburbio de clase alta de Any city USA, o sea de cualquier lugar de los Estados Unidos, pero en donde la vida secreta de las Amas de Casa del lugar no son precisamente lo que aparentan ante la sociedad. Sociedad, que se maneja y se conduce a través de una doble moral realmente espeluznante.
La historia de Desperate Housewives comienza cuando un personaje llamado Mary Alice Young, una mujer con una casa perfecta, ubicada en el lugar más exclusivo de la ciudad, llega a su casa y justo después de leer sobre lo último en maquillaje, se levanta como si nada, toma un arma y se pega un balazo en la cabeza. Desde ese momento, Mary Alice Young se convierte en la narradora de la historia de su pequeño círculo de amigas y de los secretos que todas de alguna manera poseen, y lo hace desde el particular punto de vista que su omnipresencia, y cierto punto de veneno, le otorga.
A partir de entonces, a lo largo de los capítulos, hemos ido conociendo la complicada vida del grupo de amigas que constantemente se pregunta, como alguien que supuestamente tiene todo lo que la sociedad plantea como perfecto, puede tomar una decisión tan dramática y drástica. Así gracias a la narración de Mary Alice, y sus comentarios salpicados de gran ironía, sarcasmo y humor negro, conocemos a Susan Mayer, una madre soltera y que tiene que cargar con el peso social que implica ser una mujer divorciada. A Lynette Scavo, una ex ejecutiva de gran éxito que se deja convencer por su esposo de abandonar una prometedora carrera profesional, para dedicarse a la familia y hacerse cargo de 4 pequeños demonios que el marido le ha fabricado de manera constantemente. A la temible Bree Van der Kemp, una mujer extraída de cualquier libro de Gaby Vargas, y que bajo esa apariencia perfecta esconde una personalidad terriblemente manipuladora que está a punto de destruir su frágil núcleo familiar y por último Gabrielle Solís una ex modelo que tiene lo que desea, incluido un marido millonario, y que mata su soledad en los brazos de su jardinero de tan solo 17 años.
La vida de estas cuatro mujeres, de su calle, tiene como base la premisa “Las apariencias engañan” Y en el interior de la supuestamente perfecta comunidad, la ambición, la soledad, el desengaño, la represión y el machismo se encuentran siempre presentes. Desperate Housewives, le pega al sistema norteamericano en donde más le duele: en sus pseudo planteamientos morales. Cada capítulo es un golpe frontal contra lo que se predica ahora como lo “políticamente correcto” y contra los sistemas de control moral que suelen convertirse en útiles herramientas de manipulación social. Todo a través de guiones perfectamente escritos y sumamente entretenidos. Destacan las actuaciones de la bellísma Teri Hatcher, de Marcia Cross, Eva Longorio y por sobre todo Felicity Huffman, cuya interpretación de madre al borde del colapso tiene matíces que van desde lo patético hasta lo sumamente dramático.
Pero quizá, lo más aterrador, es la universalidad de los planteamientos de la serie. Cada vez que me adentro en él, en su enigmática estructura y su inteligencia argumental, no puedo evitar pensar en lo mucho que la Calle de Wisteria Lane, se parece a cualquier calle de Jardines Mérida, del Campestre o de la México Oriente, solo por citar algunas de las colonias de nuestra ciudad en donde habitan muchas, miles quizá de Desperate Housewives, aplastadas por una sociedad moraloide y con poca capacidad de perdonar la supuestas faltas que contra sus también supuestos valores se cometen.
Vea Desperate Housewives, todos los jueves a las 9 de la noche por el Canal sony. Tal vez, como a algunos amigos con los que he platicado, usted aterrorizado le cambie, pues su realidad no es precisamente para mentes planas que son felices por vivir en ciudades y colonias en donde supuestamente…no pasa nada.
1 comentario:
...Gracias por tu comentarios, espero sigaís por aqui...saludos desde una inesperadamente fría Mérida..
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