El 29 de noviembre se van a cumplir 10 años sin George
Harrison. Muchos aún tenemos vívido el recuerdo de aquel día de 2001 cuando un
comentarista de CNN daba la noticia de que Harrison había fallecido víctima del
Cáncer. La sensación que seguramente se generó entre muchos fanáticos fue la de
que alguien realmente cercano a ti había dejado de existir. Es una sensación
que solamente los que aprecian realmente a un artista y han sido tocados por su arte pueden sentir profundamente.
Para muchos era como si uno de nuestros tíos favoritos se
hubiese muerto, aquel que nos contaba bellas anécdotas antes de dormir, aquel
que nos decía que su guitarra se lamentaba, el que contaba historia de cuando
era fabuloso o el que le cantaba a un dulce Señor que por alguna razón le
respondía. Si, ese era el gran George Harrison.
Quienes admiramos a The Beatles solemos tener a un Beatle
favorito. Entre la legión de fanáticos
del cuarteto, la mayoría suele dividir sus preferencias entre el liderazgo
natural de John y el talento musical de Paul. Yo siempre me he ido por el
segundo, pues soy gran fanático de la capacidad de McCartney para hacer música prácticamente
de la nada. Sin embargo si alguien me hubiese ofrecido la oportunidad de
sentarme a tomar un café con alguno de los Beatles, no hubiese elegido hacerlo
con Paul sino con George. La razón: su calidez humana, su enorme sensibilidad
hacía con sus congéneres y su enorme deseo de hacer algo por sus semejantes,
además de su enorme sensibilidad musical. Harrison demostró que para ser un
gran guitarrista, no hace falta ser un virtuoso, que para ser un gran letrista
se necesita de una visión particular del mundo. Harrison se fue dejando tras de si un gran
legado musical, pero al mismo tiempo nos dejó a muchos con esa sensación de que
aún tenía mucho más que dar para salir adelante. Harrison fue un genio callado,
un hombre que revolucionó a la música a través de su propia evolución como ser
humano.
10 años después, en la mente de muchos está el recuerdo de
aquel 29 de noviembre de 2001. Aquella
mañana en la que el mundo se sacudió porque se iba un referente generacional.
Pero sobre todo, aquella mañana en la que muchos perdimos a un amigo, a un
familiar, la mañana en la que perdimos a George Harrison.
Pero a pesar de eso aún podemos recurrir a su legado. A
escuchar sobre su amor por la vida, por la música, para escucharle cuando nos
advertía que tuviésemos cuidado con los líderes codiciosos, con los mentirosos,
con esa tristeza que corta y que hiere…y, lo grandioso es que a pesar del tiempo siempre existe actualidad
en esas notas musicales, en esas palabras escritas por un hombre sabio,
sencillo; por un indispensable músico que se llamó George Harrison.
No sé si lo de "El Buen Fin" haya resultado en una buena o mala idea. Personalmente mis finanzas no me permiten pensar en gastos superfluos en este momento, y me parece que el fin de semana de ofertas nacionales, estaba mucho más enfocado a eso: a gastar en artículos que para muchos de quienes vivimos en el país resultan en un lujo. Pantallas planas, teléfonos celulares, cámaras de vídeo y computadoras. Eso fue lo que yo vi que compró la gente en estos días. Pocas cosas de primera necesidad estuvieron en oferta, lo que abundó fue el fomento a los "meses sin intereses" que generan - en un principio - una sensación de que pueden pagarse cualquier cosa de manera cómoda, pero que en muchas ocasiones terminan por ser un lastre para la economía personal.
Fomentar el consumo en realidad parece ser una buena idea. Pero yo no estoy seguro si una estrategia como la de este fin de semana realmente fue positiva para todos los productores o si terminó beneficiando solamente a los grandes corporativos comerciales y a los bancos. Por el tipo de productos anunciados, me temo que si. Los pequeños y medianos productores han quedado completamente fuera de esta promoción.
Vamos a esperar el reporte final de la Secretaría de Economía sobre lo que ha pasado durante "El Buen Fin" pero estoy seguro que ni los productores del campo mexicano, ni los pequeños ganaderos o los prestadores de servicios locales, entre otros, han resultado con ganancias producidas por la estrategia del gobierno federal.
De nada sirve fomentar el consumo, si el beneficio recae en unos cuantos, si lo que terminará es generando deudas entre los consumidores. La estrategia - que probablemente se repita el próximo año - tiene que estar más enfocada al consumo de artículos de primera necesidad y, sobre todo, a productos de carácter nacional que puedan adquirirse en lugares diferentes a los de las grandes cadenas comerciales. Entonces si, podríamos hablar de una estrategia comercial que genere no solamente un beneficio para los de siempre sino para una mayoría.
Cuevana...
Para los que lo viven en otro planeta, Cuevana es el popular sitio de internet argentino que permite ver películas y series de TV de manera gratuita. Cuevana no es un lugar cibernético de productos pirata, simplemente lo que hace es enlazar al usuario a servidores de almacenamiento en los que otros usuarios, suben películas y programas de televisión que ellos poseen. En todo caso, digamos que Cuevana es un sitio de enlace entre usuarios: alguien que posee un producto audiovisual y alguien que quiere ver ese producto sin tener que descargarlo a su ordenador.
La página se convirtió en un secreto a voces y se popularizó inmediatamente. Todos veíamos y utilizábamos a Cuevana y compartimos su existencia casi de manera secreta: "te voy a pasar esta dirección de Internet, pero no la compartas con nadie", era la frase con la que se compartía a la página. Cuevana creció de esa manera y se convirtió en un lugar popular pero del que nadie hablaba abiertamente.
Esa enorme necesidad que parece existir en nuestros días de actualizarlo todo llevó a los encargados de Cuevana presentar una nueva interfaz. Personalmente no entiendo porque cambiar lo que estaba funcionando bien, es decir, a nadie le importaba como se miraba el sitio, sino la facilidad de encontrar películas y series de TV (algunas de ellas imposibles de encontrar en tiendas o sitios supuestamente especializados) y verlas en cualquier momento, el como se veía la página era lo de menos.
Ayer se lanzó la nueva interfaz de Cuevana con cualquier cantidad de errores. El hecho de que muchos usuarios no pudieran entrar a ver sus series y películas favoritas hizo que Cuevana se convirtiera en tema popular de las redes sociales, que finalmente saliera de su aparente anonimato. El sito sigue sin funcionar al 100% y lamentablemente su popularidad como tema de redes sociales llamó la atención de los medios de comunicación tradicionales y será cuestión de tiempo para que las grandes casas productoras lleguen a él con la idea de acabarlo y destruirlo. Paradojicamente los cambios para mejorar, pueden significar el fin de Cuevana y con ello perderemos una página que a diferencia de Netflix - por citar un ejemplo - generaba un catálogo de series y películas diverso, con géneros como el documental que tienen escasa distribución por parte de aquellos que pretenden acaparar a todo el mercado.
Hoy me vi, el primer domingo de julio del próximo año, encerrado en una urna y con la boleta para decidir por quien votar en la elección presidencial. Creo que en ese momento recordaré un tweet de Pereque escrito esta tarde, justo unos minutos después de conocerse la noticia de que Andrés Manuel López Obrador sería el candidato único de la izquierda mexicana. Decía así:
"Qué alternativas tengo: 1) Un hombre cuyo mayor logro es un copete; 2) Un conspiranoico profesional; 3) Una motivadora vuelta diputada"...
Todo parece indicar que esas serán nuestras opciones el próximo año y - como puede verse - parecen ser alternativas que poco pueden arrojar para solucionar los complejos y duros problemas por los que atraviesa esta nación. Ninguno de los tres aspirantes que se perfilan para aparecer en las boletas electorales es poseedor de un proyecto sustentado en las necesidades reales de la gente. Todos parecen enfocar sus baterías a satisfacer necesidades de grupo, personales o las de quienes aspiran a que las cosas continúen como hasta ahora, pretendiendo vender su imagen como revolucionaria, sin llegar a serlo. Ninguno es un hombre o mujer de Estado, son si acaso políticos que han llegado hasta donde están por habilidad, por imagen o por llenar cuotas de género. Nada más. Ni Enrique Peña Nieto, ni Andrés Manuel López Obrador, ni Josefina Vázquez Mota tienen - al día de hoy - las propuestas, las soluciones y la personalidad para encabezar el gobierno de un país hundido, dolido, violentado, empobrecido y en franca decadencia.
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Esta mañana Marcelo Ebrard renunció a sus aspiraciones a contender por la presidencia de la República. Lo hizo porque las encuestas no le eran favorables. Fue congruente con la palabra empeñada y enarboló una pieza discursiva impecable, sobria, demócrata y de una izquierda inteligente. Por supuesto que nadie puede ser lo suficientemente ingenuo para pensar que fue simplemente un asunto de buena voluntad: hubo una negociación política de por medio. Es posible que Ebrard se haya hecho a un lado garantizando posiciones importantes para su grupo como pueden ser la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Delegaciones, Diputaciones Federales y Senadurías; además de garantizar para si mismo la nominación de la izquierda en las elecciones de 2018 (siempre y cuando pueda mantenerse políticamente vigente durante el próximo sexenio). Con ello Ebrard le abre el camino al político más polémico de la nación, al más querido y al más odiado, a quien lleva 6 años de una muy cuestionable campaña de proselitismo político. Las declaraciones de López Obrador de este medio día, muestran un cambio en la estrategia discursiva: ha pasado de la confrontación y la beligerancia a un discurso más conciliador que incluso raya en lo ridículo (el concepto de "República Amorosa" habrá de ser explicado en cátedras de Ciencia Política en las mejores universidades del país y del mundo) Es una estrategia para tratar de convencer a los posibles votantes que hay algo diferente en él, que hoy tiene un proyecto incluyente, en el que quepan todos, incluso aquellos a los que ha atacado durante este lamentable sexenio.
Pero será complicado creerle a López Obrador. Si bien hace seis años muchos votamos por él porque pensábamos que podría hacer las cosas de una manera diferente, ahora convencernos de que ese mínimo de diferencia existe en su proyecto será más complicado. Él mismo se ha encargado de convertir a muchos de nosotros en escépticos de sus intenciones, de su plataforma política y sobre todo de su interés por trabajar por la nación y no por un proyecto de empoderamiento político personal. Hoy más que nunca, la tentación autoritaria parece volar con mayor perseverancia sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador.
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Y ahí estaré yo, ahí estarán ustedes - readers mexicanos - con la disyuntiva de que hacer con nuestro voto. Nuestras opciones serán: el copete que implica el regreso del PRI autoritario y corrupto, un PAN incapaz de conciliar, de resolver los problemas de la nación, representado por una mujer con nulos méritos políticos para acceder a la presidencia del país; y una izquierda de dudosas motivaciones, demasiado cercana al autoritarismo, al populismo. y sin un claro proyecto de nación que pueda sentar cimientos reales sobre los que pueda reconstruirse a México.
A unos meses de la elección, anular el voto se presenta como la opción más congruente para quienes estamos hartos de los partidos políticos y de sus candidatos. El asunto es que es demasiado lo que está en juego como para tomar esa decisión a la ligera. Qué hacer con nuestro voto será un dilema al que muchos nos vamos a enfrentar en lo que resta de este año y durante una buena parte de 2012, y - por las opciones que parecen presentarse - va a ser realmente complicado resolverlo.
Dicen que para conocer al monstruo hay que mirar hacía sus entrañas. En el libro "Disparos en la Oscuridad", Fabrizio Mejía Madrid, le brinda al lector la oportunidad de acercarse a uno de los monstruos más temibles de la historia política mexicana: Gustavo Díaz Ordaz, el presidente represor del 68.
Leer el libro es conocer la biografía de un hombre indispensable para entender al manejo del sistema autoritario, corrupto, que fue instalado por el PRI durante 70 años. Mejía Madrid dibuja con gran virtud a un hombre que se convirtió en la mejor ilustración de la clase política mexicana, particularmente aquella emanada de la dictadura perfecta ejercida por los miembros de la "revolución institucionalizada". Para el autor, Díaz Ordaz era un hombre inseguro, acomplejado por su físico, que creía que la realidad estaba en los papeles. Un político que desde los inicios de su carrera estuvo ligado a movimientos represivos. Primero en contra de las organizaciones sindicales independientes - enemigos de la nación, simplemente porque no estaban nmersos en el sindicalismo partidista - y posteriormente de mujeres, niños y jóvenes en la Plaza de las Tres Culturas, en esa terrible tarde del 2 de octubre del año olímpico mexicano.
Díaz Ordaz es el fiel reflejo del personaje gris que de pronto - por suerte, por habilidad política, por relaciones - llega a la presidencia del país con una misión: salvar a México a pesar y a costa de los mexicanos. Un hombre que creía firmemente en su partido, el PRI, y en la mano dura para rescatar a México "de las fuerzas externas que podían ponerlo en jaque". Un presidente que no dudó en utilizar a la fuerza como medio de legitimación del poder. La carrera de un personaje inserto en un sistema diseñado para encumbrar al servilismo, algo que entiende Díaz Ordaz desde sus orígenes políticos en Puebla. Quien se empeñe en tratar de destruir a ese sistema es simplemente un enemigo del país, lo fueron los obreros de su primera represión en un latifundio de caña de azúcar en Puebla y por supuesto lo fueron los estudiantes masacrados en la Plaza de las Tres Culturas.
Un fragmento del libro:
Díaz Ordaz, que está recién bañado y cafeteado para salir al balcón de Palacio Nacional a saludar a los auténticosmexicanos, a los que sí responden a su mano tendida, baja al patio, sin lentes, los ojos refulgentes, y le ordena a su Estado Mayor que vuelva a salir, ahora a desalojar a los empleados de su propio gobierno. No le cabe la ira. Los tanques arrasan con los propios trabajadores de su sexenio, al que le faltan dos años, una Olimpiada y un Mundial de Futbol, pero que parece desvanecerse en el aire. Él ya no lo ve, pero los burócratas comienzan a jugar a torear a los tanques. Los estudiantes, que no se han ido del todo, se sacan los suéteres y se unen a la corrida. El jefe del Estado Mayor Presidencial, José Luis Gutiérrez Oropeza, parado en la puerta del Palacio Nacional mira eso y le dice a Francisco Quiroz Hermosillo, otro general: –Esto ya valió madres. No sólo no nos tienen miedo, sino que ahora, hasta somos su burla. Cuando Díaz Ordaz recibe los informes del fracaso del desagravio a la bandera, no da manotazos, ni insulta a nadie. Le da cuerda a su reloj. Ha llegado el tiempo de renovar el miedo.
Fabrizio Mejía Madrid es poseedor de una narrativa impecable. Y esa virtud la despliega para contar con gran habilidad la historia de un personaje que alcanzó la cúspide del poder, pero que terminó muriendo como basura, acusado, señalado y solo; abandonado por ese sistema del que fue artífice.
Es un libro indispensable para entender como funcionó la "revolución institucionalizada" del PRI, cuales fueron sus costos y - sobre todo - como se desarrolló esa clase política que hoy amenaza con regresar al poder.
Un logro...
Así las cosas hoy sábado..
PS1...El desplome del helicóptero en el que viajaba el Secretario de Gobernación, ha golpeado al país, pero especialmente al presidente Felipe Calderón. Al final de su Sexenio, Calderón se va quedando solo. La tragedia de Blake Mora - y la enfermedad de Alonso Lujambio - se convierten en auténticas lozas para un presidente arrinconado por sus propias decisiones y que llega al último año de mandato con muy poca credibilidad. Calderón cometió el grave error de asumir - durante su mensaje a la nación con motivo de la tragedia del helicóptero - que el accidente fue producto de las condiciones climatológicas, descartando así - sin investigación de por medio - cualquier otra causa posible y alimentando aún más a los teóricos de la conspiración.
El pasado fin de semana Televisa tuvo una importante presencia en las redes sociales y me parece que es interesante platicar un poco sobre ese hecho.
Desde hace unos días en Twitter el Hashtag #OccupyTelevisa comenzó a circular. Un grupo de activistas invitaba a los usuarios de la red virtual a manifestarse el sábado 5 de noviembre en las puertas de Televisa Chapultepec. El tema logró ser una tendencia por unas horas.
Los activistas pretendían demostrarle a Televisa que una buena parte de la sociedad mexicana está harta de la manipulación informativa que practica el consorcio de Emilio Azcárraga. La demanda es clara: se le pide a la empresa que abra sus espacios a todas las voces y opiniones, demanda por demás justa y con la que uno tiene que estar de acuerdo. Es decir, no hay que olvidar que Televisa opera sus canales de televisión en frecuencias que forman parte de una concesión del Estado Mexicano, por ende hace negocio con un bien de la nación - el espacio radioeléctrico - que tendría que ser utilizado dándole voces a todos aquellos que forman parte de ese Estado, es decir a todos nosotros. Pero por otro lado, también es cierto que como empresa Televisa tiene todo el derecho de tener una línea editorial propia y nadie le puede negar que maneje la información dándole prioridad a los temas que sean prioritarios para dicha línea. Pedir que Televisa renuncie a ese derecho es en si un atentado en contra de la libertad de expresión.
El asunto entonces no es tan simple. Por lo tanto aunque la indignación en contra de Televisa es justificable, la protesta tal vez no está encaminada hacía quien realmente es el responsable de permitirle a la empresa actuar como un auténtico monopolio informativo, es decir el Estado Mexicano y los órganos reguladores que incluso, en muchas ocasiones, parecen actuar en función de los intereses de Televisa. Las protestas y las exigencias tendrían que encaminarse hacía la COFETEL y la SCT organismos que tienen la potestad de fomentar el desarrollo de nuevas cadenas de Televisión - tanto públicas como privadas - presionarlos para que abran el espacio radioeléctrico a nuevas opciones. Lo sensato no es pedir la desaparición de la línea editorial de Televisa (lo que no implica la renuncia de un ejercicio crítico sobre la misma), sino el fomento a la competencia y - sobre todo - el acceso de la ciudadanía a algo que por derecho le corresponde: los medios de comunicación masiva.
La protesta quedó entonces como algo meramente anecdótico (eso si: convocó a más gente que la protesta de la derecha con motivo de la reforma política: el #occupySanLázaro). Su fracaso puede medirse en las mismas redes sociales: un día después el espantoso programa llamado La Voz México generó tendencias en Twitter que tuvieron más resonancia que el Hashtag que invitaba a ocupar las instalaciones de Chapultepec. Eso puede interpretarse como una falta de visión crítica por parte de la mayoría de los usuarios de esta red social hacía los contenidos de Televisa, pero también es una muestra de que el activismo cibernético tiene un campo de acción limitado y aún carece de la capacidad de llegar más allá del círculo rojo - llamémosle de esta forma - que se encuentra en esta red social.
Así las cosas hoy lunes...
PS1...A todo lo anterior hay que sumarle la dura carta que el actor Héctor Suárez le envió a Emilio Azcárraga con motivo de su frustrada participación en el reality show de carácter social que Televisa (junto a Televisión Azteca) realizó por segundo año consecutivo: Iniciativa México. En la misiva (que ustedes pueden leer aquí) Suárez no solamente denuncia la doble moral que se practica en la televisora de San Ángel sino hace hincapié en las lamentables condiciones de trabajo que tienen la mayoría de los empleados de la Televisora. Paradojicamente, en todas las protestas de en contra de la empresa, nadie piensa en esas condiciones y en como se las gasta Televisa en contra de sus trabajadores. Deberíamos tener una actitud más solidaria para con ellos.
Un comando armando irrumpe violentamente en las instalaciones de un periódico. Sus integrantes comienzan a disparar por toda la redacción y vociferan por el nombre de uno de los periodistas que ahí trabajan. En la misma secuencia - con un estupendo trabajo de montaje - vemos a uno de los capos más buscados del mundo hablar con su novia, la amenaza, mientras ella trata de alguna manera de suplicarle por su vida. Está condenada, lo sabe pero aún así lucha trata de abogar por su vida. Volvemos al periódico, los integrantes del comando armado han disparado con sus armas largas por toda la redacción, los empleados del periódico se protegen como pueden. El comando toma como rehén a una de las empleadas del diario. amenazan con comenzar a matar uno a uno a los empleados si él no se entrega. Ezequiel, el periodista al que buscan, oye su nombre una vez más. Decide entregarse, se pone de pie y se dirige a confrontar a los sicarios. Volvemos de nuevo a la intimidad de la vida de la vida del capo. Su novia suplica por su vida, es inútil el capo toma una pistola y le apunta hacía la sien. En el periódico Ezequiel ha salido a enfrentar a los asesinos. Uno de ellos le pide su cartera para identificarlo, el se las avienta desde el segundo piso en el que se encuentra. Los sicarios la revisan, uno de ellos le apunta con el arma, el periodista sabe que está perdido. En casa del capo éste le dice a su próxima víctima que es la mujer a la que más ha amado en la vida, dispara. Al mismo tiempo los sicarios vacían sus armas automáticas sobre el cuelo del periodista, cae del balcón sobre el que encontraba y queda en el suelo. Dos muertes relacionadas con una investigación periodística.
Es la historia del México actual abordada através de la ficción. Es la historia de El Octavo Mandamiento, tal vez el mejor melodrama que se ha transmitido en la historia de nuestro país.
El Octavo Mandamiento es más que un homenaje a los periodistas silenciados violentamente en los últimos años en el país. Es un doloroso y brutal retrato del actual sexenio, de su Guerra contra el Crimen, de como la Libertad de Expresión en México ha sufrido retrocesos brutales. Es el uso inteligente de la ficción y del melodrama para acercar a los televidentes a la realidad nacional, para sentir ese profundo dolor que sienten quienes son víctimas de esta violencia inacabable. Argos TV se ha caracterizado por presentar historias apegadas a la realidad. Desde Nada Personal pasando por Capadocia, Las Aparicio o El Sexo Débil, la casa productora tiene dos claros objetivos: contar historias con una producción de primer nivel y hacer de esas historias algo más que un mero divertimento: se trata de utilizar formatos ágiles para confrontar al espectador con su propio contexto.
Lo habían hecho con éxito en otras ocasiones, pero quizá nunca con el sentido de oportunidad que tiene el Octavo Mandamiento, pues hoy - tal vez como en ningún otro momento de nuestra historia reciente - programas de televisión como éste son absolutamente necesarios, programas que se atrevan a hablar de temas que nos atañen a todos, que nos deberían doler a todos.
El melodrama está perfectamente escrito, dirigido y actuado. No existe hoy en la televisión nacional un producto con estándares tan altos en esos tres sentidos. Los últimos dos capítulos - que según los productores marcan la mitad de la historia - han sido impactantes y dolorosos: impactantes por su crudeza visual, por su extraordinaria puesta en escena, por su calidad actoral; dolorosos, porque retrataron la crueldad que se vive hoy en contra de un gran sector del periodismo mexicano y la profunda sensación de pérdida que sienten quienes han perdido a seres queridos, a colegas, a amigos víctimas de la brutal violencia.
Como espectador uno tiene que aplaudir el enorme valor de un melodrama como El Octavo Mandamiento. Uno tiene que agradecer la inteligencia de sus contenidos, el respeto enorme que tienen por el público. Pero sobre todo hay que reconocer el mérito de hacer de la ficción una ventana a la cruda, dura, violenta realidad del México de los últimos años. Quizá - insisto - el mejor melodrama en la historia de la televisión mexicana.
Un Logro...
Así las cosas hoy jueves...
PS.. Aquí pueden ver los capítulos 60 y 61 de El Octavo Madamiento...
Terminaron los Juegos Panamericanos de Guadalajara y hay varias cosas que apuntar. En el siguiente post hablaremos de 3: Lo que ha significado en lo deportivo, lo que hizo la televisión y las ceremonias de Clausura y Apertura de los Juegos. Largo post a continuación...
Lo Deportivo..
La delegación mexicana superó todas las expectativas al obtener 42 medallas de Oro. Un logro. Muchos podrán decir que el resultado no es meritorio porque se trata de unos juegos Panamericanos y no de unos Olímpicos. Tienen cierta razón, pero dentro del nivel Panamericano lo hecho por los atletas mexicanos es notable.
Los mexicanos aprovecharon la localía y exhibieron en muchas ocasiones un coraje y una determinación por ganar pocas veces vistas en deportistas de nuestro país. Logros destacados individualmente como es el caso de Yahel Castillo, Paola Longoria, Paola Espinosa o Cynthia Valdéz son realmente buenos. Se acrecentan porque pusieron en la mente de los aficionados al deporte, nombres de atletas mexicanos que tienen un gran nivel en el mundo y que por muchas razones son desconocidos porque sus deportes no tienen realmente presencia en los medios de comunicación. Eso permite que estas disciplinas no solamente tengan más seguidores, sino que puede generar que muchos niños y jóvenes comienzan a voltear a las mismas para practicarlas. El deporte mexicano está lleno de triunfos individuales de chicos que triunfan a pesar del desastre que son sus federaciones (el escándalo que armaron los entrenadores de clavados unas semanas antes de los juegos, es un ejemplo) Tal vez el futuro del deporte mexicano - en términos de triunfos de resonancia a nivel mundial - está ahí y no en el deporte de conjunto.
Por otra parte, muchos afirman que el deporte de un país es tan poderoso como lo son sus deportes de conjunto, y es innegable que la delegación mexicana avanzó también en ese sentido. El fútbol varonil se sobrepuso al desastre de la Copa América, a las críticas y a su timorato entrenador para ganar la medalla de Oro. Era una obligación, por la calidad de su convocados y por el nivel que trían los otros equipos. La chicas de Fútbol femenil, cumplieron a pesar de que son casi siempre ignoradas por la Federación. El Volley Ball tuvo una destacada actuación y aunque ni los equipos varoniles lograron medalla alguna, es evidente que van aumentando poco a poco su nivel. Pero lo más destacado es lo hecho por las selecciones de Basket Ball. La disciplina es un desastre en el país, los directivos se han encargado de hundir al que es el segundo deporte más practicado en la nación. Las Selecciones fueron armadas al vapor y solamente entrenaron por un par de semanas, y ambas se alzaron con la medalla de plata dándole pelea a los poderosos equipos de Puerto Rico en ambas ramas y logrando triunfos históricos contra equipos de gran nivel como los Estados Unidos, Brasil o Argentina. Las dos platas de las selecciones de Basket Ball, tienen que ser una llamada de atención a la CONADE y a todos las autoridades deportivas para que finalmente arreglen el asunto directivo del deporte ráfaga y comiencen a trabajar en un proyecto de desarrollo que pueda generar basquetbolistas de alto rendimiento.
Pero no solamente se trata del Basket Ball. El éxito deportivo de los Panamericanos de Guadalajara tendría que aprovecharse para generar un proyecto de gran nivel. Algo similar a lo que hicieron los españoles después de los Olímpicos de Barcelona que funcionaron como una catapulta deportiva que hoy tiene a España como una potencia a nivel mundial. Eso es lo que ahora tendrían que hacerse, de otra manera los extraordinarios logros de la Delegación Mexicana simplemente pasarán a formar parte del libro de anécdotas del deporte mexicano.
La Televisión...
La cadena ganadora de los Juegos Panamericanos es sin duda TVC Deportes. El canal de Cable entendió la magnitud del evento (en términos deportivos: el más importante que se realiza en este país desde el Mundial de Fútbol de 1986) e hizo una cobertura digna del mismo. Con un buen despliegue técnico y humano en Guadalajara, TVC Deportes hizo lo que desde hace mucho dejaron de hacer las televisoras: Realizar una cobertura en varias sedes y llevarnos a la mayoría de los momentos cumbres de las competencia deportivas.
No todo fue perfecto: sus comentaristas abundan en el uso de los chistes entre ellos, también es cierto que no saben quedarse callados en las ceremonias de apertura y clausura para dejar que el auditorio disfrute de la presentación audiovisual que está en pantalla y también es una realidad que les hicieron falta mejores narradores de Basquetbol y Volibol, pero aún así lograron imponerse con creces por el simple hecho de darle la importancia debida a la justa panamericana y por el esfuerzo de darle al televidente un panorama amplio de lo que sucedía en el día a día de los juegos.
El contraste fue la televisión abierta mexicana que prácticamente ignoró a los Juegos. Salvo las transmisiones en vivo de los partidos de la selección varonil de fútbol, los demás deportes fueron ignorados o relegados a transmisiones con horarios francamente infumables. Perdieron el sentido de la oportunidad, pero sobre todo demostraron que el fomento a la práctica deportiva de alto rendimiento simplemente no les interesa.
En un país como el nuestro, con todos los problemas por los que atraviesa, un evento de la Talla de los Panamericanos tuvo que haber tenido otro trato por parte de Televisa (en Televisión Abierta pues su canal de deportes TDN, hizo un intento por transmitir algunas competencias de manera digna) y TV Azteca, cuya doble moral queda de nuevo de manifiesto. Ambas televisoras se dicen fomentar los mejores valores del país, pero ignoran a una competencia que por momentos ensalzó como en pocas ocasiones esos principios de los que tanto hablan en negocios políticos como Iniciativa México o en sus actividades filantrópicas con fines de lucro como el Teletón o el Movimiento Azteca.
Es cierto que los Juegos Panamericanos quizá no les iban a arrojar los dividendos económicos de unos Juegos Olímpicos o un Mundial de Fútbol, pero no todo debe ser el dinero en empresas con tanta responsabilidad social como lo son las cadenas de televisión y ésta fue una oportunidad desperdiciada para mostrar al pueblo de México que existen atletas triunfadores.
Lo más peligroso de todo, es que ahora los Panamericanos fueron una cosa de élite en la Televisión: solo aquellos que pueden pagar un paquete de televisión restringida pudieron tener acceso total a los juegos, los demás simplemente escucharon o vieron antes los infomerciales que hubo un grupo de atletas mexicanos que se bañó de oro.
Ceremonias de Inauguración y Clausura...
Los organizadores de los Panamericanos se esforzaron por realizar ceremonias de Inauguración y Clausura de un alto nivel. Visualmente hubo momentos impecables en ambas, con números exquisitos que destacaron a la cultura mexicana.
Pero fueron ceremonias de altibajos, con gran facilidad de pasar de los sublime a lo ridículo en cuestión de segundos. Se entiende que en muchas ocasiones se busque el fácil rating televisivo o que se apueste por números musicales seguros y poco arriesgados, pero por momentos la música que se escuchó en las ceremonias no fue diferente a la que tocan en los departamentos de salchichonería de cualquier súper mercado (lo que se escuchó durante el desfile de las delegaciones fue una falta de respeto al buen gusto). Con tanta diversidad y riqueza musical existente en el país, son ridículas las apariciones de grupos melosos y mediocres - en términos musicales - como Camila o Maná o de artistas con música de karaoke como Ricky Martin. Si, hubo momentos excelsos como Nortec Collective, Lila Downs con José Luis Duval en la apertura o la elegante presentación de The Wailers en la clausura, pero es increíble que no se tuviera el cuidado de mantener la calidad en las presentaciones musicales.
También para el anecdotario quedan los discursos de Mario Vázquez Raña en ambas ceremonias: incoherentes, mal leídos y con una dicción ridícula; también el exabrupto del gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, en la ceremonia de clausura al decir que ahora se va por los Olímpicos cuando para lograrlos se necesita de una política de Estado a nivel nacional que garantice las posibilidades reales de obtener aspirar a organizar una olimpiada.
Pero a pesar de eso, es indudable que se realizaron ceremonias de apertura y clausura con un nivel muy superior a las registradas en otras citas panamericanas. Le dejan un estándar muy alto a los organizadores de los Juegos de Toronto el próximo año.
Terminan pues los Panamericanos y el deporte mexicano tendrá que prepararse para los Olímpicos del Próximo Año. Una prueba extremadamente dura para el tercer mundo deportivo al que pertenece en gran medida el deporte de nuestro país.
Todo aquel que creció durante la
década de los ochenta quizá este consciente de algo: lleva marcas mediáticas
que jamás desaparecerán. Fueron los años del génesis de muchas de las cosas que
hoy están en boga: las consolas de juegos de vídeo, los juguetes electrónicos
portátiles, muchas series de televisión, mucha música y por supuesto mucho
cine.
Hollywood produjo demasiado cine
para los adolescentes de todo el planeta que consumíamos prácticamente
cualquier cosa que nos enviaban. Hubo, como en toda época, cosas memorables y
otras que han quedado refundidas en el olvido. Pero no tengo duda que aquellas
tardes de cine ochentero fueron completamente irrepetibles.
La ciudad de Mérida en los ochenta
no tenia más de 4 o 5 salas de cine, la mayoría ubicadas en el centro de la
ciudad. Hablemos del Cine Colón y su función de las siete de la noche. La sala de El Colón estaba
ubicada en la avenida Reforma, muy cerca de uno de los puntos comerciales y
turísticos más importantes de la capital yucateca: el paseo de Montejo. No era
una sala particularmente hermosa: constaba de una gran nave, sillas más o menos
cómodas (a mí siempre me parecieron una
copia de las sillas que tenían los cazas de la primera versión televisiva de
Gallactica Battlestar) un sistema de sonido relativamente bueno y una pantalla lo
suficientemente nítida para ver la proyección. Nada espectacular. Sin embargo,
en los ochenta, conseguir un boleto para estar en la función de las siete de la
noche del Cine Colón, representaba toda una odisea pues por alguna razón,
cualquier adolescente que se preciaba de intentar ser alguien en el pequeño
universo de la adolescencia meridana, tenía que estar ahí.
La aventura comenzaba como a eso de
las dos de la tarde. En el mundo sin celulares, todo tenía que resolverse vía
el teléfono casero. Había que averiguar quien era el afortunado que sería
premiado con las llaves del carro paterno y así emprender la aventura sabatina.
Una vez que el personaje había sido detectado, el siguiente paso era saber si
podía ir por los boletos de la función de las siete, lo que normalmente
implicaba tener los 25 pesos que constituían el total de las entradas al viejo
Colón. Se destinaba a quien se encargara de la compra de los boletos y comenzaba literalmente la función.
Los encargados de ir por los boletos
tenían que estar en la taquilla entre 2:30 y 3:00 pm. A esa hora era probable
que ya se tuviese una fila de personas que llevaban la misma encomienda. El llegar con unos
cuantos minutos de retraso, podía significar un final abrupto de la aventura
sabatina. Por lo tanto la puntualidad era importante. Una vez que las entradas se
obtenían, los emisarios del grupo regresaban a casa, se bañaban y pasaban por
los demás miembros de la expedición. Y ahí estaba uno, parado bajo el naranja
sol meridano una hora antes de que se accediera a la función, con dos
objetivos: ver y ser visto.
Finalmente las puertas del recinto
eran abiertas. Lo que sucedía entonces solamente puede ser descrito con una
palabra: caos. No importaba nada, solamente llegar a ocupar un lugar de
privilegio. Todos corrían la búsqueda de aquellos asientos que se encontraban
al centro de la sala, pues desde ahí se podía controlar perfectamente el
panorama: mirar donde se habían sentado las chicas o tener acceso a los más
cotizados galanes, dependiendo por supuesto de los gustos personales de los
comensales. Lo que no corrían para ocupar las plazas centrales, se limitaban a
sentarse en las dos filas laterales del Colón y quienes de plano entraban de
último al recinto tenían que ocupar algún rechinantemente limpio lugar del piso
del cine.
Y la función comenzaba. Era
entonces cuando algunos caíamos en cuenta de que habíamos pagado por ver una
película. A veces, ésta lograba engancharnos y entonces le prestábamos toda la
atención del mundo. Pero en otras
ocasiones la película no daba para más y el cine se convertía en una auténtica
romería. Charlas interminables, risas, enamoramientos y desencuentros. Condones
que eran inflados y con los que se jugaban interminables partidas de volley
ball. Guerras de palomitas cuyas víctimas favoritas eran aquellos que se
sentaban en el suelo e incluso uno que otro conato pleito de origen callejero
entre rivales de amores.
Y todo pasaba en la función de las
siete.
Si se tenía cierta cinefilia en
esos años, lo mejor era cambiar dicha función y entrar a las 4 o a las 9 de la
noche. Pero si realmente uno quería utilizar al cine como pretexto de
socialización, entonces el Colón, los sábados y a las siete de la noche, era el
lugar correcto y preciso para estar. Billy Wilder dijo alguna vez: “Si el cine consigue que un
individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la
factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha
alcanzado su objetivo”. Y todos nos sumergíamos en el olvido colectivo.
Utilizábamos como pretexto al cine para olvidarnos de los conflictos de la
adolescencia, del sufrimiento que puede traer consigo el despertar al mundo de
los adultos. Pero sobre todo compartíamos, quizá sin tener gran conciencia de
ello, una misma sensación: la de estar vivos y con un mundo de posibilidades
que esperaban ser escritas en nuestras propias pantallas.
Cuando un personaje famoso muere, inmediatamente surgen en torno a su figura demasiadas opiniones. Por un lado están aquellos que comienzan a "endiosar" a quien ha pasado a mejor vida, creando o mitificando atributos que nunca tuvo y llevándolo a terrenos que nunca pisó. Por otra parte están los que comienzan a arrojar lodo sobre la figura que se ha ido para tratar de bajarlo a fuerza del pedestal que ocupó estando en vida. Actuamos de esta forma tal vez movidos por la envidia que casi de manera natural sentimos por alguien que se ha destacado del resto de nosotros. Sentimos la enorme necesidad de demostrar y demostrarnos que se trata de un ser humano tan lleno de defectos como cualquiera de los que transitamos por el planeta.
En el caso de Steve Jobs hemos visto ambas reacciones.
Por un lado han aparecido muestras exageradas de admiración a Jobs. Lo han puesto no solamente como un visionario de la tecnología, sino como una especie de mesías tecnológico cuya influencia tocó no solamente a la cultura popular para ir más allá de la misma hasta cambiar nuestra percepción sobre el mundo por su "visión humanista" de la vida. Falso. Si algo hay que agradecerle a Jobs fue que nunca trató de pasar como un mesías salvador de la humanidad. El veía a la tecnología como un negocio, como una posibilidad de explorar las capacidades creativas del ser humano e incluso como una forma de arte; pero nunca pretendió en ningún momento pasar por un redentor de la humanidad. Nunca se supo - al menos de manera pública - que haya enfocado las baterías de su empresa para tratar de ayudar a mejorar a la educación del mundo o a hacer de Apple un corporativo enfocado a desarrollar tecnología que beneficie a la humanidad. Ver a Jobs como un redentor es producto de la emoción generada por su perdida o de la falta de conocimiento sobre su verdadera obra.
Pero demeritarlo por eso también me parece un error. Steve Jobs nunca se vendió a si mismo como un personaje preocupado por la humanidad (cosa que si ha hecho, por ejemplo, Bill Gates, con el ánimo de lavar su imagen) Han comenzado a aparecer cualquier cantidad de artículos escritos con las entrañas de la envidia, artículos que tienen el objetivo de demeritar el trabajo de este personaje precisamente por la falta de actividades públicas de carácter humanista. Pero caen paradójicamente caen en el mismo error que quienes lo glorifican al máximo: Jobs nunca tuvo esa pretensión. Catalogar su falta de activismo social como un punto oscuro de su personalidad es también producto de la desinformación pues insisto: públicamente, nunca fue su objetivo, nunca trató de engañar a nadie al ponerse al frente de grandes campañas de carácter social. En todo caso, se agradece esa falta de hipocresía que si caracteriza a muchos empresarios poderosos que no dudan en ponerse el traje de activistas para mejorar o su imagen o - como es el caso de los grandes empresarios de la comunicación mexicanos - con la oscura intención de dejar de pagar impuestos con los donativos que se hacen en ese tipo de actividades.
Dicho todo lo anterior. Debo decir que en lo personal la muerte de Steve Jobs me consternó de manera importante. Admiraba mucho a este personaje por una razón: su sensibilidad artística. Jobs creó artilugios tecnológicos estéticamente hermosos, que tienen un impresionante rendimiento y que demostraron que la belleza estética es aplicable también en las computadoras. Tener una Mac, es tener una obra de arte tecnológica entre las manos. Sus sistemas operativos y sus interfaces gráficas simplemente son hermosas. Y además prácticamente nunc fallan. Jobs logró crear productos que realmente nos hicieron sentir que teníamos al futuro en nuestras manos.
Pero no solo eso: Jobs tuvo la visión de construir esa tecnología para crear arte y Pixar es la mejor muestra de ello. Cuando en 1995 vimos Toy Story, muchos nos maravillamos por la calidad de su historia, pero también por lo que se logró en términos visuales. Todo eso fue posible gracias a las bellas máquinas creadas bajo la dirección de Steve Jobs. A partir de entonces la contribución al cine hecha por Pixar ha sido realmente sorprendente y ha tenido un punto culminante en esa obra maestra llamada Wall - E. Todo eso fue posible gracias a la visión tecno-artística de Jobs.
Desde hace unos siete años todas las entradas de este blog han sido rubricadas con el símbolo de Apple . Nunca ninguno de los Seven Readers me ha preguntado cual era el motivo o el por qué de esa rúbrica. Hoy me parece que es un buen momento para explicarlo: es simplemente por la admiración que tengo por el producto desde el cual desde todo ese tiempo se han escrito estas líneas. Una Mac es lo que me ha permitido comunicarme con ustedes a través del blog durante todo ese tiempo y siempre me sentiré agradecido por ello.
Si, yo lamenté profundamente la muerte de un personaje al que hay mirar bajo su justa dimensión. Pero debo decir algo: vamos a echar de menos al gran Steve Jobs. Por lo menos yo, lo haré.
Después de conocer la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación a las reformas constitucionales anti aborto en San Luis Potosí y Baja California, seguramente vendrán muchas reflexiones en torno al tema. Se hablará por supuesto de los alcances legales que tienen la reforma, de la violación que éstas significan a los derechos de las mujeres y por supuesto - desde el punto de vista de los conservadores - se hablará de una "victoria" de la vida.
Cada quien tendrá la libertad de formarse una opinión sobre el tema. Lo hará con base en los principios, creencias - o la ausencia de ellas - y certezas que cada quien posea. La opinión se formará de manera individual y - en la mayoría de los casos - sin que nadie tenga injerencia en lo que cada uno de nosotros llevaremos en nuestras mentes sobre el tema. Tenemos el derecho a tener una opinión y nadie no los puede quitar...hasta ahora. La decisión de la corte tiene precisamente que ver con ese derecho: con el derecho de los individuos a actuar y a pensar conforme a su propia voluntad.
El derecho a decidir - sobre este o cualquier otro tema - es un derecho que asusta terriblemente a los grupos conservadores. Su crecimiento implica siempre una evolución, una liberación, y por consiguiente en empoderamiento del individuo. Por lo tanto, si el derecho a decidir, si la libertad individual crecen, los grupos conservadores como las iglesias, pierden terreno. Lo hacen porque ellos sustentan su existencia no en la libertad individual sino en el dominio de la misma, en la pérdida de la capacidad individual de decisión.
Por ejemplo en las iglesias - cualquiera que éstas sean - la voluntad está regida por una autoridad. Uno tiene que seguir lo que Obispos, Pastores o Rabinos indiquen porque ellos son los personajes que representan a la "voluntad de Dios". Sus decisiones son incuestionables porque son simplemente producto de una verdad dogmática que es incuestionable. Quien lo hace - haciendo ejercicio de su libre albedrío - es reprimido y - en muchos casos - "disciplinado" por su falta de sumisión a la autoridad. Las iglesias, o cualquier otro grupo conservador tienen en la negación de la capacidad de decisión a su mayor fortaleza. Por eso les asusta un tema como la libertad de la mujer de decidir por si misma sobre su propio cuerpo. Por ello las estigmatizan como pecadoras y culpables: porque son personas que se atreven a cuestionar a los fundamentos mismos de la autoridad dogmática.
Ese es - estimados Seven Readers - el fondo de todo este asunto y por eso muchos apoyamos al derecho a decidir. Porque ese derecho es la representación máxima del reconocimiento que tiene el individuo como ser pensante, inteligente y capaz de tomar sus propias decisiones. Y hoy - con el voto de 4 ministros - ese derecho que tendría que estar garantizado y protegido por todas las leyes ha sido violentado y se encuentra en riesgo.
El propio presidente Felipe Calderón ha contribuído con el proceso para ir debilitando nuestro derecho a decidir. Su petición para que el Senado retire la declaración del Pacto de San José según el cual México puede legislar excepciones en la protección del derecho a la vida, es una muestra de que Calderón (por razones evidentemente electorales) se ha alineado con quienes pretenden vulnerar nuestra capacidad individual de razonar y de pensar como individuos.
Debo añadir algo más. La Academia Mexicana de Ciencias hizo una declaración ante la ofensiva antibortista de los últimos meses, particularmente ante la aprobación que han hecho 18 estados de leyes antiaborto en los últimos años, pues para los científicos mexicanos estas leyes representan:
"...en lo científico, una incompatibilidad flagrante entre el concepto moderno, multifacético y complejo de lo que es un ser humano y la simplista, arbitraria y poco informada definición de vida humana".
Tiene razón la Academia de Ciencias: hasta ahora es muy complicado definir cuando empieza la vida. Decir que esta inicia al momento de la concepción, constituye un acto arbitrario producto no de un razonamiento científico sino de uno dogmático.
Pero me parece que esa interpretación también puede aplicarse al derecho a decidir. Los seres humanos somos producto de ese multifacético y moderno concepto. Cada uno de nosotros es completamente diferente al otro, sentimos, hablamos, pensamos de manera diferente y actuamos precisamente con base en esa compleja individualidad. La pretensión de imponernos un criterio en un tema en el que la ciencia misma no ha podido ponerse del todo de acuerdo, resulta ante una violación a ese derecho y una violación a los principios básicos de la democracia y del Estado laico.
Eso es lo que estuvo en juego en la corte en los últimos días - fue plenamente entendido por 7 ministros que votaron a favor de nuestro derecho a decidir - y parece ser que es lo que estará en juego en el tiempo por venir.
Porque ahora quienes son temerosos de nuestra capacidad de decisión han recibido una inyección de nuevos bríos. No duden que se aprueben más leyes anti aborto en otros Estados y que poco a poco se construya un cerco alrededor del DF - único lugar del país en el que el aborto antes de las 12 semanas es legal - con la intención de implantar de nuevo un criterio retrógrada respecto al tema en la Capital del País.
Vendrá una lucha determinante, una lucha por nuestra libertad individual. No ha ganado el triunfo de una legislación por la vida, sino ha sido el triunfo de una restricción para vivir una vida en libertad.