Hoy me vi, el primer domingo de julio del próximo año, encerrado en una urna y con la boleta para decidir por quien votar en la elección presidencial. Creo que en ese momento recordaré un tweet de Pereque escrito esta tarde, justo unos minutos después de conocerse la noticia de que Andrés Manuel López Obrador sería el candidato único de la izquierda mexicana. Decía así:
"Qué alternativas tengo: 1) Un hombre cuyo mayor logro es un copete; 2) Un conspiranoico profesional; 3) Una motivadora vuelta diputada"...
Todo parece indicar que esas serán nuestras opciones el próximo año y - como puede verse - parecen ser alternativas que poco pueden arrojar para solucionar los complejos y duros problemas por los que atraviesa esta nación. Ninguno de los tres aspirantes que se perfilan para aparecer en las boletas electorales es poseedor de un proyecto sustentado en las necesidades reales de la gente. Todos parecen enfocar sus baterías a satisfacer necesidades de grupo, personales o las de quienes aspiran a que las cosas continúen como hasta ahora, pretendiendo vender su imagen como revolucionaria, sin llegar a serlo. Ninguno es un hombre o mujer de Estado, son si acaso políticos que han llegado hasta donde están por habilidad, por imagen o por llenar cuotas de género. Nada más. Ni Enrique Peña Nieto, ni Andrés Manuel López Obrador, ni Josefina Vázquez Mota tienen - al día de hoy - las propuestas, las soluciones y la personalidad para encabezar el gobierno de un país hundido, dolido, violentado, empobrecido y en franca decadencia.
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Esta mañana Marcelo Ebrard renunció a sus aspiraciones a contender por la presidencia de la República. Lo hizo porque las encuestas no le eran favorables. Fue congruente con la palabra empeñada y enarboló una pieza discursiva impecable, sobria, demócrata y de una izquierda inteligente. Por supuesto que nadie puede ser lo suficientemente ingenuo para pensar que fue simplemente un asunto de buena voluntad: hubo una negociación política de por medio. Es posible que Ebrard se haya hecho a un lado garantizando posiciones importantes para su grupo como pueden ser la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Delegaciones, Diputaciones Federales y Senadurías; además de garantizar para si mismo la nominación de la izquierda en las elecciones de 2018 (siempre y cuando pueda mantenerse políticamente vigente durante el próximo sexenio). Con ello Ebrard le abre el camino al político más polémico de la nación, al más querido y al más odiado, a quien lleva 6 años de una muy cuestionable campaña de proselitismo político. Las declaraciones de López Obrador de este medio día, muestran un cambio en la estrategia discursiva: ha pasado de la confrontación y la beligerancia a un discurso más conciliador que incluso raya en lo ridículo (el concepto de "República Amorosa" habrá de ser explicado en cátedras de Ciencia Política en las mejores universidades del país y del mundo) Es una estrategia para tratar de convencer a los posibles votantes que hay algo diferente en él, que hoy tiene un proyecto incluyente, en el que quepan todos, incluso aquellos a los que ha atacado durante este lamentable sexenio.
Pero será complicado creerle a López Obrador. Si bien hace seis años muchos votamos por él porque pensábamos que podría hacer las cosas de una manera diferente, ahora convencernos de que ese mínimo de diferencia existe en su proyecto será más complicado. Él mismo se ha encargado de convertir a muchos de nosotros en escépticos de sus intenciones, de su plataforma política y sobre todo de su interés por trabajar por la nación y no por un proyecto de empoderamiento político personal. Hoy más que nunca, la tentación autoritaria parece volar con mayor perseverancia sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador.
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Y ahí estaré yo, ahí estarán ustedes - readers mexicanos - con la disyuntiva de que hacer con nuestro voto. Nuestras opciones serán: el copete que implica el regreso del PRI autoritario y corrupto, un PAN incapaz de conciliar, de resolver los problemas de la nación, representado por una mujer con nulos méritos políticos para acceder a la presidencia del país; y una izquierda de dudosas motivaciones, demasiado cercana al autoritarismo, al populismo. y sin un claro proyecto de nación que pueda sentar cimientos reales sobre los que pueda reconstruirse a México.
A unos meses de la elección, anular el voto se presenta como la opción más congruente para quienes estamos hartos de los partidos políticos y de sus candidatos. El asunto es que es demasiado lo que está en juego como para tomar esa decisión a la ligera. Qué hacer con nuestro voto será un dilema al que muchos nos vamos a enfrentar en lo que resta de este año y durante una buena parte de 2012, y - por las opciones que parecen presentarse - va a ser realmente complicado resolverlo.
Así las cosas hoy martes...
Salud pues.......
1 comentario:
Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador encabezan el Movimiento Progresista como la opción de unidad de izquierda.
http://fundacionequipo.org/w/
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