Está equivocada.
Lo está por que falla en su interpretación del concepto de mayoría, pensando que se trata de un cheque en blanco que le permite tomar cualquier decisión sustentada principalmente en los números que la han llevado a ocupar la Presidencia Municipal: ha ganado la elección con el 49.29% de los votos emitidos. Si sumamos los obtenidos por todos los candidatos de la oposición, más el nivel de abstencionismo y votos nulos (la tercera fuerza electoral en Mérida), la alcaldía meridana fue ganada con el voto de menos del 40% de los enlistados en el padrón electoral. Aún así, Araujo considera que su gestión está avalada por el Principio de Mayoría. Sin embargo olvida que este no es un principio perenne, por lo menos no en un sistema democrático (si puede llegar a serlo en un sistema autoritario). En la democracia el principio de mayoría funciona siempre y cuando permita la reproducción de las minorías, consagre sus derechos y las incluya en las decisiones de orden público. Cuando uno de estos derechos se viola, la democracia desaparece. No puede entonces justificarse una decisión apelando al principio de mayoría, mucho menos cuando se trata de un asunto en el que se toma una decisión sobre un espacio urbano que es compartido por personas que comparten - más allá de sus preferencias políticas - el título de ciudadanos.
Por ende la decisión de Araujo sobre el paso deprimido es una decisión propia de un régimen autoritario; supuestamente avalada por la "nueva mayoría" la alcaldesa prefiere apostarle al conflicto para legitimarse. Un régimen autoritario enfrenta al conflicto con violencia, el democrático lo hace con base en la ley y en el respeto a los derechos de los ciudadanos. Un gobierno democrático tendría que haber generado consensos respecto a la obra, no la habría impuesto. Una autoridad democrática no hubiese solapado la violencia (con la desfachatez incluso de negar en los medios de comunicación nacionales la existencia de personas heridas) sino que habría privilegiado la discusión con todos los sectores sociales - minorías incluidas - para tomar una decisión en la que hubiesen participado todas las voces con algo que decir sobre el tema. Angélica Araujo (junto a Ivonne Ortega) ha caído ante la tentación del autoritarismo; uno cubierto por el traje de la "nueva mayoría", respaldado por un concepto que parece ser esgrimido para justificar decisiones personales y/o de grupo, negándose a escuchar a las otras voces. Voces que tienen todo el derecho de ser escuchadas y tomadas en cuenta en las decisiones públicas, aún tratándose de supuestas minorías.
Los actos de violencia del pasado lunes marcan un peligroso regreso al pasado. Un pasado del que particularmente el PRI ha tratado de marcar una distancia, pero la represión es propia del viejo régimen, la imposición también y esto es lo que han hecho las autoridades meridanas. Quizá esta es una muestra más que bajo la piel de la juventud, se esconde el mismo dinosaurio de siempre, el que posee en sus entrañas las mismas premisas que sostuvieron por 70 años al régimen autoritario que hoy amenaza con volver escudado por resultados electorales y por la poca memoria de la sociedad mexicana.
Así las cosas hoy martes....
Salud pues.......
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