Sábado por la noche. Cinépolis Altabrisa, 10 pm.
A esa hora, en ese lugar, el maratón Lupe - Reyes decide pasarme la factura y destrozar sin piedad a lo que quedaba de mi estómago. Las agruras comienzan a matarme con cierta lentitud. Con todos los retortijones del mundo comenzando a reunirse en mi interior, compro mi boleto para Zombieland (Tierra de Zombies) con la esperanza de que el malestar huya al mirar 160 minutos de sangre, huídas y carreras, acompañadas de una buena dosis de humor. Lo logro: y la convención de agruras decide tomar un receso. Zombieland es de esas películas cuya mayor pretensión es la de hacer pasar al espectador un rato agradable en la compañía de muertos vivientes desesperados por comer las entrañas de la gente. Mi zombie estómago se siente identificado de inmediato con los personajes del filme y se entretiene mientras la carnicería fílmica se desarrolla. Gracias Zombies.
La premisa de la película es muy simple: un virus ha convertido al mundo en una tierra de Zombies. Conocemos a Columbus, un chico introvertido que ha logrado sobrevivir al ataque de los zombies gracias a una metódica lista de cosas que hacer cuando se vive en una tierra en la que la humanidad ha sido destruida por la epidemia Zombie. Columbus emprende un viaje desde Texas para tratar de saber si su familia aún sigue viva. En el camino se encontrará a Tallahasse, un tipo rudo y que tiene dos obsesiones: matar zombies y encontrar al último Twinkie disponible en la tierra. A ellos se les unirán dos estafadoras hermanas: Wichita y Little Rock, quienes pretenden llegar a un parque de diversiones que - a decir de las chicas - es el único lugar en la tierra libre de Zombies.
Y así comienza una hilarante road movie llena de momentos de extrema violencia, de coqueteos con el cine gore y de personajes que hacen de Zombieland una de esas pequeñas joyas de Cine B que por sorpresa toman por asalto a la taquilla y que, al mismo tiempo, reúnen todas las características para llegar ser filmes de culto.
El viaje del director Ruben Fleischer carece de cualquier tipo de pretensión artística. Sin embargo estamos ante el típico filme en el que un grupo de desadaptados van a conformar a una familia disfuncional. ¿Tópico Cliché? Si, lo es sin duda. Pero al estar en el contexto de un ataque Zombie, el cliché funciona correctamente. Y lo es más por la capacidad interpretativa de los actores que encarnan a los personajes principales. Woody Harrelson hace a un personaje explosivamente loco y desiquilibrado, violento y extremadamente irascible, pero al mismo tiempo lleno de buenos sentimientos; un tipo que funciona como el contrapunto ideal para el Columbus de Jesse Eisenberg: el típico nerd metódico que de pronto se ve envuelto en una situación extraordinaria, teniendo que sobrevivir a ella haciendo a un lado todos los complejos de su propia personalidad. En resumen: química perfecta.
Al salir del cine tres sucedieron: la primera fue que había reído como en pocas ocasiones en un filme. Zombieland seguramente no cambiará la vida de nadie, tampoco estará nominada a ningún premio importante (salvo en Stiges seguramente) pero sin duda su dosis de humor puede ser muy refrescante por las dos horas que dura el filme. Lo segundo fue que mis agruras regresaron con más fuerza al grado que por la madrugada mi estómago literalmente se convirtió en un Zombie y decidió expulsar todo lo que había ingerido en un mes. Por último decidí aumentar el cardio en mi ejercicio, mirar siempre el asiento trasero de un auto, utilizar el cinturón de seguridad y disfrutar las pequeñas cosas de la vida: estas cuestiones son escenciales para sobrevivir un ataque Zombie, y quienes saben de estas cosas siempre tienen que estar preparados para ello.
Así las cosas hoy lunes...
Salud pues......
1 comentario:
:-) Vientos mi querido Dave! Adoro a Woody Harrelson y quiero ver la movie! Por lo pronto este fin de semana me tuve que conformar con Alvin y las Arditas... je je.
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