Más que un deporte, el fútbol es realmente un fenómeno social con demasiadas aristas. Mirar lo que sucedió ayer en el país, tiene muchas connotaciones que van más allá de lo meramente deportivo. México le gana a Estados Unidos y el país entero estalla en una gran cantidad de reacciones que van, desde la exageración televisiva hasta el desencanto de las clases "estudiadas" al mirar como se hablar más de fútbol que de las cosas realmente importantes en el país. Cada óptica tiene algo de razón.
Porque deportivamente el triunfo de ayer, sin ser espectacular, fue conseguido con base en un planteamiento inteligente y con un equipo que finalmente parece entender a lo que juega. Pero llevar el triunfo a niveles de una demencia alucinante puede llegar a ser completamente peligroso. Y esto por supuesto tiene sus orígenes en la televisión y en la manera como se vive el triunfo a través de la misma. Si uno prendía cualquiera de los canales de televisión abierta el día de ayer, veía que el tema era el fútbol en cualquiera de sus programas. Conductoras y conductores vestidos con los colores patrios, lanzando al público a una guerra televisiva cuya batalla culminante se escenificaría sobre el césped del Estadio Azteca. Luego, durante la transmisión, gritos histéricos por parte de comentaristas que estaban al borde del colapso nervioso cuando cayó el gol de Miguel Sabah. Jilgueros televisivos que no sólo nos ponían (a todo México literalmente) en el mundial, sino que por lo exatasiados que se encontraban parecería que esta selección destinada a ganar la Copa del Mundo. Mienten, y lo saben. Pero al final lo hacen con dolo, pues tener a una selección en el mundial y con cierta esperanza de "trascender" (palabra favorita de todo periodista deportivo) les conviene en términos económicos: no es lo mismo un mundial con México que uno sin él para la televisión. La andanada de billetes del 2010 pareció ayer encontrar de nuevo el rumbo.
Pero por otro lado, también es cierto que más allá de las exageraciones televisivas, existe una genuina explosión de alegría social que se genera con el triunfo de la selección y que escapa de la manipulación de las pantallas. Es una manifestación cuyas raíces tal vez se encuentren en esa sensación de que este país algún día despertará de su letargo, en la esperanza que todos tenemos de que el país (como la selección) dejé de funcionar a pesar de si mismo, y logre finalmente encaminarse a un futuro prometedor. Es tal vez en esa sensación de una falsa prosperidad nacional, en la que se halla la explicación de ese desmedido festejo que ayer se vivió en todo el país, y más porque se le gana al representativo de nuestro país espejo, de ese big brother transnacional al que odiamos y envidiamos, pero que en más de un sentido deseamos lo que ellos tienen y lo que son. Ganar en el Azteca es simbólico: nuestros moderno Chapultepec aún sigue siendo una fortaleza infranqueable para el enemigo del norte, y eso nos llena de un efímero pero representativo orgullo.
Y sí, ha ganado la Selección pero esta mañana todo ha seguido con normalidad: Cartens y Calderón hablan del Shock económico que se nos viene encima; en el próximo presupuesto la educación y la cultura tendrán un recorte del 9.9% en el próximo presupuesto; cae un supuesto narco que tenía intenciones de asesinar al presidente; se anuncian más impuestos; la Corte libera a los responsables de Acteal....y los que ayer celebraban regresan crudos a su realidad. Y uno siente que la resaca del miércoles 12 es complicada. Pero no importa, el 5 de Septiembre los futbolistas mexicanos van a Costa Rica...y entonces habrá oportunidad de sentirnos Gigantes por 90 minutos o bien regresar - como en muchas ocasiones - con el rabo entre las patas de la excursión centroamericana.
Así las cosas hoy jueves....
Salud pues......
3 comentarios:
Sí, me gusta el futbol, pero aún así me emociono mucho más al ver un partido de Pumas que uno de la selección, y es que no olvido la mediocridad con la que nos hemos venido desenvolviendo. Y si además, veo la reacción de las masas volcándose al Angel, por un partido que no es ni remotamente la Copa Mundial, me resulta hasta decepcionante.
Antes, el orgullo era que Nosotros siempre les ganábamos a Ellos, fuera donde fuera.
Ahora, el orgullo es porque Nosotros seguimos invictos de locales. Porque el equipo de EU hace lo que quiere en Columbus.
Si eso no es mediocridad y decadencia, no sé qué lo es.
¡Saludos!
No puedo negar que me da gusto que ganen, aunque no soy capaz de ver un partido de fut más de 10 minutos sin caer en un ataque de bostezos (sea el que sea).
Un Abrazo.
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