En 1991 me encontraba estudiando el segundo año de la preparatoria. Mi concepción del mundo era la de un adolescente de 17 años, y con esa visión enfrenté el asunto de la Primera Guerra del Pérsico. En septiembre de aquel año, comenzaron a ser familiares para nosotros palabras como Iraq, Sadam Hussein, Bush, o coalición. La invasión de Kuwait por parte del ejército iraquí. En aquel entonces veía a la guerra con una visión hasta cierto punto idealista. Para ese entonces, era un devorador total de literatura correspondiente a la segunda guerra mundial. Planteaba paralelismos entre el conflicto armado de los años cuarenta y el que nos tocaba vivir a nosotros. La palabra “aliados” tenía connotaciones positivas y si Sadam Hussein se atrevía a enfrentar a un grupo de aliados, realmente no podía ser una buena persona.
Era hasta cierto punto emocionante, leer sobre una gran concentración de barcos y soldados que se aprestaban a “liberar” a Kuwait del yugo opresor del facismo árabe. Podía imaginar la escena y en mi cabeza se recreaban las imágenes de Normandía o Iwo Jima. Cientos de naves llenas de soldados, dispuestos a luchar por la “libertad” del mundo y que pronto conocerían el heroísmo de las batallas. No estaba, en ese entonces, conciente de que la mayoría de esos soldados eran chicos que me llevaban tan solo dos o tres años de edad. Adolescentes que recién habían dejado la preparatoria, se habían enfrentado a un entrenamiento brutal y estaban a punto de enfrentarse a una situación completamente extrema, en la que serían puestas a prueba, no solamente sus habilidades físicas, si no también las mentales. Jóvenes trasladados a miles de kilómetros de sus hogares, con el objetivo de preservar los intereses económicos y políticos de sus respectivos países.
Es evidente, que toda una generación del planeta fue marcada de alguna u otra manera, por la Primera Guerra del Golfo. Las frases “Escudo del Desierto” y “Tormenta del Desierto” se han llegado a convertir en referencias importantes e inmediatamente nos remiten a aquellos primeros días de la década de los noventa.
Sam Mendes, el extraordinario director británico, nos presenta en su tercera película titulada “Jarhead” (“fantásticamente” titulada en Español como Soldado Anónimo) una reflexión sobre la vida de los marines que participaron en esa guerra del golfo. La historia de un puñado de jóvenes que son arrancados, por diversos motivos, de sus hogares para pelear en una guerra a miles de kilómetros de distancia en un país del que prácticamente no conocen nada y por razones que muchos simplemente no entienden.
La película está contada desde la perspectiva de uno de esos peronajes: Anthony Swofford, un recluta de apenas veinte años, inseguro de sus posibilidades en la vida y producto de una familia completamente disfuncional, Swofford termina por enrolarse en la marina tratando de darle un sentido a su vida.
A partir de entonces comienza un viaje que le llevará del entrenamiento hasta las arenas del desierto árabe. Será acompañado por un grupo de jóvenes como él, que tendrán que enfrentarse a un enemigo común: el desierto.
Mendes retrata, apoyado en una portentosa cinematografía cortesía de Roger Deakins, al desierto como al gran personaje antagonista del filme. Es el personaje al que finalmente tiene que enfrentarse el grupo de solados americanos. Es contra el que tendrán que pelear y quien, de vencerles, puede terminar fundiéndolos en el calor y la locura. El desierto convierte a la guerra en un fenómeno sui géneris: el temible ejército iraquí no aparece. Los soldados comienzan a trastornarse. La espera y la incertidumbre les consumen. Extrañan al hogar y todos piensan que sus parejas les engañan. Buscan matar el hastío de muchas maneras y la vida en el desierto se convierte en un círculo del cual no pueden escapar por más que lo intentan.
Mendes los retrata entonces como un grupo de “spring breakers” en una intensa playa de arena, cuyo mar es solo un lejano espejismo. Incluso, sus superiores comienzan a transtornarse por el calor del desierto. Convencidos de que han sido entrenados como máquinas de guerra, les consume el hecho de que después de un largo tiempo, no han disparado ni una sola bala. Muchos no la dispararán en toda la guerra. Mendes muestra a un grupo de soldados que son dignos representantes de la Generación X, (es decir, de esa generación que a principios de los noventa no contemplaba la posibilidad de un futuro esperanzador), que deberán hurgar entre sus rincones físicos, emocionales y espirituales para poder sobrevivir.
En Jarhead, Jake Gyllenhaal demuestra que posee los atributos histriónicos para llevar sobre si, el peso del protagónico de una película de esta naturaleza. Logra retratar el proceso de vida de un joven que, por su propia inmadurez, termina enrolado en el ejército. Sufre de un proceso de cambio y Gyllenhal lleva a su personaje a través de distintas emociones con sorprendente naturalidad. Le acompaña un reparto que está a la altura de las circunstancias, en el que destaca Peter Saasgard cuya actuación sirve como catalizadora para muchas de las reacciones de Gylenhall, brillando a su vez con luz propia en la película.
Con Jarhead, Sam Mendes, teje una épica bélica sin grandes batallas. Es sobre todo una épica emocional que conduce a la reflexión sobre la vida de los soldados que son enviados a pelear en guerras que no son las suyas. Un tejido que se articula cinematográficamente para ayudarnos a comprender que todas las guerras son diferentes, que todas las guerras son iguales, en resumen, que el acto bélico es una de las sinrazones más recurrentes que existen, y que terminan por sacrificar a lo mejor que tiene el mundo: su juventud.
Alternativa...
Es una pena lo que está sucediendo con el partido Alternativa. Sobre todo por que es un partido que se atreve a poner ideas sobre la mesa de discusión con una claridad que ni PRI, PAN y PRD tienen. Todo parece indicar que un sector de este partido se ha dejado seducir por el dinero del mercernario conocido como Víctor González Torrres (aka Dr. Simi) quien parece ser que piensa que todos los partidos políticos pueden ser buenos negocios, algo que es un común denominador en su familia. La candidatura de Patricia Mercado es necesaria por que realmente parece representar una opción alterna a la que ofrecen los partidos "grandes" Sin duda su presencia refrescaría y alimentaría al debate en la campaña que está por venir, por el contrario, el Dr. Simi solamente utilizaría la candidatura para seguir construyendo un negocio redondo con el fraude que significan sus famosas farmacias.
Así las cosas este viernes...
Ps1..estas y otras poperas reflexiones en el Magazine nocturno...20 30 hrs. Vía internet en www.radio.uady.mx Meridanos escuchad en: 103.9 fm.
Os saludo de nuevo...buen weekend...
2 comentarios:
De frivolidades que se dispersan:
Reunión de blogueros yucatecos el sábado 21 de enero en "El tucho" a partir del mediodía.
Control: no te defraudurá...es excelente...
Lulú: Gracias por la invitación frívola, En sábado...y sobre todo en "El Tucho", creo que tendré que pasar...tal vez en otro día y en otro lugar..
Saludos a ambos...
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