miércoles, junio 19, 2013

De Deporte, Protestas y el futuro del Mundial...

El Fútbol es más Fuerte que la insatisfacción de la gente...
Joseph Blatter
Presidente de FIFA.

Seven Readers!!..

Sueños...

Tengo varios sueños en la vida. Dos de ellos son los siguientes: estar presente en una ceremonia de inauguración de unos Juegos Olímpicos y en una final de un Campeonato Mundial de Fútbol, así, en ese orden. Soy un apasionado de ambos eventos y al estilo de Eduardo Galeano suelo colgar un letrero  en la puerta de mi casa durante los días de Mundial u Olimpiadas que dice "cerrado por deportes". Puedo nombrar de memoria todas las sedes olímpicas desde Atenas 1896 hasta Londres 2012, conozco los principales récords y hazañas olímpicas, me he aprendido la historia de los mundiales desde aquel primer partido entre México y Francia de Uruguay 1930 hasta aquel glorioso gol de Iniesta que le dio a España el título en Sudáfrica 2010. La contemplación del deporte me hace feliz, muy feliz, pero, como le sucede a la mayoría de los aficionados en los países en desarrollo, he tenido que conformarme con ver las proezas de los grandes atletas gracias a la televisión y aunque haré todo mi esfuerzo por cumplirme ambos sueños existe una enorme posibilidad que durante lo que me quede vida vea las olimpiadas y los juegos del mundial a través de una pantalla. 

Colombia 86 (o el nacimiento del Cuaderno de Cargos de FIFA)...

Tal vez muy pocos recuerden como México llegó a ser sede del campeonato Mundial de 1986. A finales del Mundial de 1982 realizado en España todos los aficionados vimos una leyenda en nuestras pantallas: "Nos vemos en Colombia 1986". El país sudamericano había sido designado en junio de 1974 como sede del torneo lo que significaría el regreso del balón a América Latina. Lo que muchos se negaban a ver, FIFA incluida, es que los colombianos simplemente no tenían ni el capital ni la infraestructura para realizar una Copa del Mundo y lo que complicaba más las cosas es que FIFA había decidido, desde el mundial español, aumentar el número de plazas de 16 a 24 países. Desde 1980 las autoridades Colombianas habían manifestado problemas para la organización del Mundial lo que prendió las alarmas en la FIFA. Entonces el Secretario General de la organismo rector del balompié, Herman Neuberger, tomó la decisión de redactar una serie de peticiones a los colombianos que debían ser cumplidas para garantizar la buena organización del torneo. Nació así el famoso "Cuaderno de Cargos", que no es otra cosa que una serie de complejos requisitos para que un país pueda organizar el Campeonato Mundial de Fútbol y que tienen que ver no solamente con lo meramente deportivo sino también con las redes carreteras, aeropuertos, infraestructura hotelera, transporte, seguridad, etc. Para los colombianos cumplir con tales peticiones resultó en algo imposible. Finalmente el gobierno del país sudamericano tuvo que renunciar a la organización de la Copa y en 1983 México fue designado como el país organizador (Pueden leer una historia muy detallada del frustrado mundial colombiano aquí). La renuncia al Mundial fue un golpe durísimo para el ánimo del pueblo colombiano y fue parte detonante de problemas sociales y económicos posteriores.
A partir de entonces quedó muy claro que si un país quería ser sede del evento tenía que desarrollar toda una política de Estado para lograrlo. Pero también fue una experiencia para la FIFA que desde entonces ha procurado que nunca vuelva a darse un ridículo como el que experimentó con aquel cambio de sede para la Copa del 86 y por lo tanto, arriesgarse a perder lo que desde entonces ya le resultaba en un estupendo negocio. 



El Fútbol como Negocio...

El famoso Cuaderno de Cargos de la FIFA (el COI posee un documento similar para la organización de las olimpiadas) tiene como principal objetivo garantizar que el negocio llamado Mundial de Fútbol se realice sin contratiempos generando ganancias al organismo, a las empresas que funcionan como socios comerciales y, si se puede, al país organizador. La inversión que una nación debe hacer para organizar un torneo es exorbitante. Brasil tendrá que aportar unos 13 mil millones de dólares para llevar a cabo la competición del próximo año, pero paradójicamente no será el primero en ver ganancias. Es FIFA quien tiene los mayores ingresos producto de la venta de los derechos de televisión del torneo, de la publicidad en los Estadios o de la venta de boletos  para los partidos. El gobierno brasileño espera tener ingresos por otra vías, siendo el turismo su principal apuesta. Si hay pérdidas éstas serán para la nación organizadora y no para la Federación Internacional de Fútbol pues la entrada de dólares a sus arcas está más que protegida. 
A pesar de los riesgos (que no solo son económicos, sino también políticos y sociales) las naciones del orbe aún se disputan por convertirse en sedes de torneos de esta magnitud. ¿La razón? el hacerlo puede garantizarles el entrar al selecto grupo de las potencias mundiales. Han habido historias de éxito como lo fue España después de los juegos de Barcelona en el 92 y otras que han sido un fracaso rotundo como ha sido el caso de Grecia, país que desmoronó económica, política y socialmente a partir de los juegos de Atenas en 2004. Uno puede entender el deseo de las naciones de entrar al exclusivo club de los países desarrollados, pero los costos son muy altos y no es la clase política la que los termina pagando, sino - como siempre - es la población. 

Catalizador Social...

El deporte, el fútbol en particular, suele tener una función social muy importante, lo que aún es más visible en competiciones como el Mundial cuando hay una efímera cohesión social en torno a un seleccionado nacional. Sin embargo el asunto puede llegar a ser más complejo pues el deporte puede ser el pretexto ideal para dar rienda suelta a otro tipo de manifestaciones sociales. Lo que vemos ahora durante la realización de la Copa Confederaciones en Brasil me parece el ejemplo perfecto. 
Se dice que no hay país más futbolero que Brasil, que los niños nacen con un balón de fútbol atado a los pies. Los brasileños viven y disfrutan como nadie de ver y jugar al balompié. Pelé  decía, a 1000 días del inicio del Mundial, que la diversidad cultural del Brasil tiene fuertes raíces en el deporte de las patadas. Cuando recibieron la noticia de que serían nuevamente sede del Campeonato Mundial lo celebraron por las calles de prácticamente por todas las ciudades de ese gran país, quizá sin la conciencia debida de lo que ello implicaría para su nación y para ellos. 
Hoy la realidad es otra. 
La gente está en las calles protestando porque se han dado cuenta de las implicaciones que para ellos podría traer la realización de la Copa del próximo año y de los Juegos Olímpicos del 2016. El alza del 20% en los transportes fue el detonante. Parecería que los brasileños - a diferencia de los griegos, por ejemplo - quieren anticiparse a los costos del futuro y han salido a las calles para tratar de impedir lo que pudiera sucederles. Lo que hace a las protestas más significativas es el hecho de que se den en el marco de algo que para los paulistas o los cariocas debería ser una fiesta: un torneo de fútbol. Sin embargo los brasileños, inteligentemente, están aprovechando que el mundo los mira para hacerse notar, para alzar la voz no solamente en contra del aumento a los precios del transporte público sino para pedir una mejor distribución del gasto público.
Lo que me lleva a pensar que el deporte nuevamente está cumpliendo con la función de ser un catalizador social importante. El mismo entrenador nacional brasileño Luis Felipe Scolari o estrellas como Neymar han entendido perfectamente la situación y han demostrado su simpatía con las peticiones de sus connacionales. Otros como el ex futbolista Rivaldo, han tomado posiciones más radicales  como la de decir que el país no está para organizar una copa del mundo. 
A diferencia de los dirigentes de FIFA, cuya insensibilidad social quedó plasmada con la declaración de  Joseph Blatter que ilustra el principio del post, el gobierno brasileño parece darse cuenta que tendrá que hacer algo antes de evitar la catástrofe. Dilma Rouseff se ha mostrado "orgullosa" de los manifestantes y se habla ya de comenzar el diálogo con quienes están en la calle. Habrá que esperar lo que pueda pasar en los próximos días, pero parece ser evidente que el deporte nacional brasileño ha servido para poner sobre la mesa temas que son aún más importantes y que trascienden a lo meramente deportivo.



¿Boicotear al Mundial?...

En esa gran arena pública que hoy es internet, han comenzado los llamados para no asistir a la Copa del Mundo del próximo año en Brasil en solidaridad con el pueblo de esa nación sudamericana. 


Esos llamados en realidad son engañosos. Como hemos visto, la gran apuesta de cualquier país organizador del Mundial de Fútbol o de unos Juegos Olímpicos recae en el turismo. Un fracaso en ese sentido solamente contribuiría a hacer más complicada la situación del pueblo brasileño pues las pérdidas entonces si serían incalculables y los costos sociales mayores. El gobierno brasileño ya se ha comprometido a realizar la Copa y, salvo un desastre de proporciones épicas, no va a dar marcha atrás en la organización de la misma. Si la intención al boicotear al mundial es dañar a la FIFA, ésta es inmune a las pérdidas por la falta de visitantes a Brasil el próximo año. ¿Es esto justo?, por supuesto que no, pero así son las cosas. Hoy más que nunca me parece que la solidaridad internacional debe tomar otros cauces y actuar en un sentido contrario al de boicotear al torneo. Pedir la asistencia de la gente a la copa significa brindarle una esperanza al pueblo brasileño de poder sortear mejor el vendaval que se les puede venir encima. 

Sueños II (y final)...

Por mi parte yo continuaré con mis sueños de estar algún día en unos Juegos Olímpicos o en un Mundial de Fútbol. Seguiré disfrutando del deporte como una de las máximas expresiones de la capacidad de superación de los seres humanos. Ver las Olimpiadas o el Mundial representan un gozo, un deleite, pero es evidente que no pueden mirarse con la inocencia de hace varios años. Entiendo perfectamente lo que está detrás de un evento de estas magnitudes, quienes son los que ganan con los mismos y quienes son los que pierden. Pero si algo me han enseñado los años de ver y practicar deporte es que no hay nada escrito,  y que a veces los que son considerados como débiles puede dar una gran sorpresa e imponerse. Las manifestaciones en Brasil en el contexto actual de la Copa Confederaciones tal vez signifiquen un cambio importante, quizá sea el inicio del triunfo de aquellos que supuestamente están destinados a permanecer en la derrota. Por lo pronto los ojos del mundo entero se posan sobre la cancha de quienes están en la calle. 
Eso ya es en si una gran victoria.

Así las cosas hoy miércoles...

Salud pues......

1 comentario:

Mario dijo...

Dentro de todos los deportes el futbol es mi favorito y por eso soy de ir a ver muchos partidos cuando puedo. Soy de seguir a mi equipo a cualquier ciudad en donde juegue, y por eso todo el tiempo busco ofertas de hoteles en argentina para poder viajar junto al equipo del cual soy hincha