Muchos podrán preguntarse porque una figura como la de J. Edgar Hoover le resultó atractiva a un cineasta como Clint Eastwood. Creo que la respuesta recae en un elemento muy importante dentro de la filmografía del octogenario director norteamericano: Hoover fue un hombre cuyo sistema de valores y creencias siempre estuvo a prueba, y ese es el elemento clave de todos los personajes de la filmografía de Eastwood. El director nunca emite juicios de valor en torno a ellos, simplemente plantea una serie de situaciones en las que todo ese sistema se sacude y termina por sufrir transformaciones en algún momento de la historia que es narrada.
Por ello su J. Edgar Hoover está fuertemente emparentado con Francesca Johnson de Los Puentes de Madison, con Frankie Dunn de Million Dollar Baby o con Walt Kowalski de Grand Torino. Todos estos personajes en algún momento son sacudidos en su sistema de creencias, y esa sacudida suele llegar acompañada de otro personaje que será detonante para esa puesta a prueba. Ahí están Thao de Grand Torino, Maggie Fitzgerald de Million Dollar Baby o el fotógrafo Robert Kincaid de Los Puentes de Madison. Y claro ahí también está también Clyde Tolson en J. Edgar. Y ese - cinéfilos seven readers - es el sello de un autor: cuando un eje temático está presente en toda su obra. Y no tengan duda, Eastwood es uno de los mejores autores que se han puesto detrás de una cámara para contar una historia.
Adentrarse en una figura como la de J. Edgar Hoover es hacerlo en una buena parte de la historia política de los Estados Unidos. Hoover fue el creador del FBI y se mantuvo al frente de la Agencia Federal junto a 8 presidentes. Lo hizo por su enorme capacidad para manejar la información a su conveniencia. Destruirlo era suicidarse políticamente. Hoover lo sabía y llegó a convertirse en el hombre más poderoso de su país simplemente por todo lo que sabía. El mismo pensaba que su encumbramiento era una especie de destino manifiesto que acompañaba al de su nación: estaba ahí para protegerla de comunistas, anarquistas y agitadores que pusieran en peligro al "establishment" que garantizaba el buen desarrollo del American Way of Life.
Esos elementos están presentes en la película, Eastwood va entonces a incorporar otros que hagan que su personaje principal se cuestione a si mismo: sus tendencias homosexuales y la represión que tiene que hacer de esa parte de su personalidad, al mismo tiempo que comienza a construir una serie de historias en torno a su persona, sustentadas en torno a esa necesidad de trascender y de alcanzar la grandeza a toda costa pero también en la mitomanía. El Hoover que presenta Clint Eastwood es un personaje ambivalente a quien el director evita juzgar (deja que sea la audiencia quien emita juicios sobre J. Edgar). Es un hombre capaz de inventar mentiras, chantajear a Robert Kennedy y al mismo tiempo sentir un amor inconmensurable (y hasta exagerado) por su madre, odiarse a si mismo por su falta de valor al mostrar sus sentimientos hacía Tolson y reconocer la lealtad de su secretaria Hellen Gandy. Sus contradicciones no serán conocidas por el gran público, pero le llevarán constantemente a poner en juicio a su persona y a sus propósitos, con resultados que conducirán a una enorme tragedia: la de sentirse solo.
Y la historia de este complejo personaje es contada a través del gran sentido de la narración cinematográfica que posee Clint Eastwood. El uso de los planos cinematográficos con intenciones dramáticas y narrativas es extraordinario. Dos ejemplos: el uso de la picada, particularmente en las habitaciones privadas de los personajes, cuando estos son más vulnerables y aparecen casi siempre en uno de los extremos de la habitación. Miren también cuando introduce a sus personajes: el caso de Anna Marie Hoover (Judi Dench) es uno de ellos. El personaje aparece casi entre sombras, de espaldas, cuando voltea la luz cambia sobre su rostro, es un close up acompañado de las notas de un piano, en otras palabras: cinematografía pura.
Leonardo DiCaprio es ideal para contar la historia de este personaje. Medido en sus expresiones físicas, capaz de transformarse en un anciano y sobre todo con un gran sentido del "Timing" al momento de emitir sus diálogos. DiCaprio ha alcanzado una madurez que lo convierte en un actor realmente interesante. En el caso de esta película tal evolución es aún más notoria gracias al trabajo de Arnie Hammer quien también tiene la enorme capacidad de construir a un personaje durante varias etapas de su vida, retratando con maestría la etapa de la vejez de Tolson y su búsqueda por conseguir el amor y el reconocimiento de Hoover. Es el perfecto contrapunto al personaje de DiCaprio.
J. Edgar es una película llena de diversos y emocionantes matices. Eastwood es capaz de crear grandes momentos y al mismo tiempo llevarnos a una cautivante intimidad que sirve para crear un retrato más completo de los protagonistas de su historia. Un trabajo más de uno de los grandes maestros del cine de nuestro tiempo.
Un logro.
Así las cosas hoy jueves...
Salud pues......
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