viernes, noviembre 20, 2009

De 2012 y la número 15...


Seven Readers!!...


Y ahí estaba con asientos VIP para presenciar el fin del mundo. Tenía la impresión de que la madre de todas las catástrofes podría ser un espectáculo de maravillosas dimensiones, pero había olvidado algo: su orquestador era Roland Emmerich. Este tío ya había tenido visiones fatalistas que sin empacho alguno tuvo a bien compartir con el mundo entero. En la década pasada intentó convencernos de la posibilidad de un violento encuentro entre los habitantes del planeta tierra y una raza extraterrestre, la cual tenía solución gracias a un Presidente que volaba aviones, pero que tenía la personalidad de un ropero y arengaba al mundo a celebrar al 4 de Julio como el día de la independencia de todo el planeta. Luego predicó la destrucción de Nueva York de la mano de un enorme saurio japonés llamado Godzilla. En realidad logró destruir dos cosas: al llamado séptimo arte y a la gran Kashmir de Led Zeppelin, ya que para acompañar al monstruo verde hizo que Puff Daddy hiciera lo que mejor hacen los "cantantes" de rap: echar a perder clásicos.
Con tales antecedentes uno debe saber a que atenerse con el señor Emmerich. Pero aún así nada te prepara para el siguiente capítulo fílmico en el que el alemán da rienda suelta a su limitada imaginación. Porque el amigo es limitado, lo es porque piensa que con grandes efectos se cuentan grandes historias, y así lo ha hecho a largo de toda su filmografía y su visión sobre el fin del mundo tal y como lo conocemos no está excenta de esta limitación.
Pero si bien es limitado para contar historias, no lo es en su sentido de oportunismo. Aquí se aprovecha perfectamente esa tendencia que tenemos los seres humanos de fantasear con el apocalípsis de nuestro planeta en determinadas fechas. La cercanía del 2012 comienza a generar curiosidad por todo aquello que suene al cumplimiento de las supuestas profecías que apuntan a que en ese año, el mundo va a sufrir un gigantesco cataclismo del que surgirá una nueva era para la tierra. Y Emmerich sabe perfectamente que el tema resulta atractivo para casi todo el mundo. Solo así se explica el éxito taquillero de la cosa que ha filmado y con la que practicamente abrió la temporada fílmica de blockbusters invernales.





Y bueno poco hay que decir de esta catástrofe del efectismo titulada así: 2012. Es un filme excesivamente largo, en el que la historia es lo de menos, en el que uno desea que una de las gigantescas olas arrase para siempre con el director y todo su equipo de producción. Se salvan quizá John Cusack y Woody Harrelson, que son tan buenos actores que pueden hacer milagros aún con personajes por los que uno no siente ningún tipo de empatía. Su trabajo es admirable, porque sacan buenas actuaciones de un material inexistente. Al término de las dos horas de proyección a mi quedaron dos cosas claras: si el mundo se llegase a terminar, creo que si quisiera asientos de primera fila para ver a todo color como sucede tal cosa, y dos: que esperemos que Roland Emmerich también los tenga, así termina para siempre su cine y uno tiene el enorme placer de ser testigo - sin efectos especiales de por medio - de que jamás un bodrio como éste vuelva a filmarse en cualquier era de la tierra.

Número 15...
Contigo de Joaquín Sabina....

¿Qué es lo que tienen las canciones de Joaquín Sabina que generan tanta devoción entre sus fanáticos? Tengo una respuesta: están llenas de pequeños grandes momentos generados por contundentes versos. Musicalmente son realmente sencillas, pero en términos líricos son complejas, llenas de metáforas y de sobre todo de una brutal honestidad. Pero además, Sabina tiene la enorme capacidad de cantar acerca de cualquier cosa y hacer de ello algo especial. Puede ser alegre, puede ser doloroso. Sus canciones van de la farsa a la fiesta y de ahí a un lamento doloroso. Son una declaración de amor o son toda una oda al desamor. Sabina escribe como nadie en nuestro idioma, y para mi es una especie de Bob Dylan en español.




Contigo es una de esas canciones que presentan esa genial capacidad de Sabina para crear grandes momentos en cada una de sus líneas, pero también para contar un historia de un amorJustificar a ambos lados llena de cotidiana pasión. Tal vez esta sea la mejor canción que en nuestro idioma puede describir a lo que es una entrega total y absoluta, una que no exige más allá de lo necesario para desbordarse.
Y así que aquí la tienen, la número 15 del Top 25 en Español, de Joaquín Sabina...Contigo...





La mejor línea....

Y morirme contigo si te matas,
Y matarme contigo si te mueres,
Por que el amor cuando no duele mata,
porque amores que matan...nunca mueren...

Así las cosas hoy viernes...

Salud pues......

1 comentario:

Maik Civeira dijo...

Yo no sé cómo te dignas a pagar asientos VIP para ver esas cosas. Como desempleado que sufre por no poder ir al cine, hasta me ofende: es también una especie de derroche irresponsable... Mejor la próxima vez usa esa lana para invitarme a mí a ver algo bueno.

Jejejeje. Saludos.