domingo, diciembre 09, 2007

De The Billy Chronicles I...

Seven Readers¡¡¡

(escrito el sábado en Cd. de México).

Tengo cierta fascinación por los aeropuertos. Especialmente aquellos con mucho movimiento de pasajeros. Uno siempre se encontrará con una diversidad impresionante de gente, de culturas que convergen en un solo sitio. Los grandes aeropuertos son pequeñas torres de babel.
Ahora estoy en el de la Cd. De México, en donde he hecho una breve escala en mi camino a la Cd. De Monterrey. Me dedico a observar a los pasajeros, todos con bolsas, maletas. Souvenirs, o maletas que les han acompañado en el viaje de regreso a Casa. En los aeropuertos, uno puede encontrarse con gente divertida, gente feliz o melancólica. En la mayoría de los casos, todos llevan cierto dejo de esperanza o de felicidad en el rostro. Hace un par de minutos, ha pasado junto a mí un grupo de aficionados del Atlante. Su destino: Cancún, para la aburridísima final de mañana.
Me encanta ver a toda esta gente e imaginarme hacía donde irán. Trato de intuir mediante su apariencia su lugar de origen. Cuando vivía en esta ciudad y volaba de vacaciones a mi natal Yucatán, me divertía bastante encontrando a los Yucatecos que van de regreso a casa o que vienen para la ciudad. A veces, no necesitaba saber cual era la sala de mi vuelo, bastaba con seguir a las personas con apariencia de yucatecos para llegar al punto en el que teníamos que abordar el avión que nos llevase de regreso a la ex Ciudad Blanca. ¡Y nunca fallaba¡.
Ahora frente a mí una chica se duerme mientras escucha música. Yo mismo tengo los audífonos puestos, escuchando a Joel por supuesto. Estamos aislados del resto del mundo, pero al mismo tiempo concientes de que pronto tendremos que tomar un avión hacía un destino. Tengo la impresión, por que no lleva gran equipaje, que mi compañera de sueño está regresando de un viaje de trabajo.





La gente sigue caminando, los restaurantes de la Terminal están llenos al máximo. Tenía toda la intención de ir a conocer la tan cacareada Terminal 2, pero un vigilante me ha dicho que se trata de una gran travesía. Y honestamente no estoy realmente dispuesto a perder mi vuelo. Sin embargo, aquí hay televisores de plasma repitiendo constantemente un anuncio en el que se habla de las bondades de las nuevas instalaciones, esas mismas que, según la SCT, garantizan que éste aeropuerto tenga una duración de ¡200 años¡ JA¡¡…los despropósitos declarativos de algunos políticos son verdaderamente espeluznantes.
Si ahora hay mucho gente, quiero imaginar como será la temporada vacacional que se avecina. Siempre es divertido estar para esos días en un aeropuerto como éste. Recuerdo que hace algunos años se estrenó un filme llamado Love Actually, que hacía más o menos reflexiones parecidas a estas sobre los aeropuertos. El filme era simpático (sin llegar a ser una maravilla ni mucho menos) y era precisamente lo que decía sobre las terminales áreas lo que siempre llamó más mi atención. Pero más que las zonas de arribo de pasajeros, a mi las que me gustan son las salas de espera. Y creo que es esta última palabra la más importante: espera. Por que espera tiene que ver con esperanza. Y aquí todos tenemos esperanza en algo: en ver a la familia, en cerrar un gran negocio, en volar por primera vez o en el poder estar mañana en el concierto de uno de tus ídolos de toda la vida.
El vuelo de Mérida hasta acá fue bastante tranquilo. Pude leer un poco, aunque por alguna extraña razón estoy muriendo de sueño. Trataré de dormir algo en camino a Sultana del Norte.
Y ya os contaré, como está todo por ahí.

Así las cosas hoy sábado

Salud pues…

1 comentario:

Casi 30 dijo...

Y luego?

Ya es lunes...

1:46 pm...