En nuestro país el aficionado al fútbol está acostumbrado a vivir de los espejos que le receta la televisión cuando se trata de la Selección Nacional de Fútbol. Estupideces como "Aquí está el Tri", "El Equipo de Todos" o la "Selección Azteca" aún calan en fanáticos creados bajo la sombra de la pantalla de televisión. Medios y aficionados, han sobrevalorado tradicionalmente a un equipo que se cotiza como de "media tabla" en el concierto futbolístico internacional. Si bien es cierto que se han tenido buenos resultados en divisiones inferiores y que la medalla olímpica fue un extraordinario logro, el fútbol mexicano de selecciones, particularmente el de la selección mayor, es feliz porque se encuentra en una zona de confort conocida como CONCACAF que sin duda alguna es la confederación con el peor nivel deportivo de toda la FIFA. Lo anterior contribuye a aumentar el engaño del que son víctimas los seguidores del balompié en nuestro país, pues se vende a la selección como la gran "potencia" del área.
Los tres primeros partidos jugados por México dentro del hexagonal que determinará a los 3 calificados de CONCACAF al Mundial de Brasil - sin contar al cuarto lugar que jugará una eliminatoria en contra de Nueva Zelanda - debieron haber sido suficientes para despertar al aficionado a la realidad futbolística y darse cuenta de que la Selección Mexicana disfraza su endémica mediocridad bajo la protección de la televisión y de alguno que otro chispazo futbolístico. Pero no parece ser así. Todavía esta mañana me he encontrado con frases como "hay que seguir soñando", "si se puede" o "en el próximo goleamos", frases que aún demuestran que el aficionado mexicano sigue soñando con un producto que sostiene sus esperanzas mundialistas en una estructura creada por la televisión, y en las ganas de algunos seleccionados que aún poseen cierta vergüenza deportiva y se entregan en la cancha.
En los años que tengo de ver al fútbol mexicano de selección, solo me he encontrado con dos eventos que generaron algún tipo de cambio en el mismo: el castigo de FIFA por el tema de los "cachirules" que negó a México la posibilidad de jugar el mundial de Italia 90 y la llegada de César Luis Menotti a dirigir a la Selección. El primer caso provocó que México nunca volviera a hacer trampa en selecciones menores y, en cierta medida, los triunfos en años recientes son producto de que se comenzó a trabajar de manera seria para evitar cualquier tipo de corrupción que llévase a ser eliminados en el escritorio de las competencias. Con Menotti ocurrió algo de trascendencia: le brindó al jugador mexicano mentalidad y estilo. El argentino sentó bases muy importantes para que el futbolista nacional comenzara a creer que puede salir de la mediocridad, al mismo tiempo que entendió perfectamente las características físicas y técnicas de los mexicanos para generar una manera propia de jugar, algo que nunca había tenido la Selección. Desafortunadamente la televisión echó a Menotti antes de tiempo y aunque su estela fue aprovechada por Miguel Mejía Barón, ésta parece ser que ha terminado por diluirse.
Regresamos al presente, a un fútbol mexicano que se aferra a las posibilidades matemáticas para calificar al Mundial Carioca en lugar de hacerlo apostando a un estilo de juego, a la personalidad y talento de sus jugadores y a su supuesta estructura. Aunque los números indican que México aún tiene aspiraciones mundialistas, paradojicamente lo mejor que podría sucederle al fútbol mexicano es fracasar en su intento de ir a la Copa del Mundo. El mal parece ser el remedio, porque solo de esa manera los directivos tendrían que renunciar (si es que tienen un mínimo de ética) dando paso a una profesionalización necesaria de quienes manejan al fútbol mexicano, los jugadores tendrían que salir de su zona de confort generada por sueldos millonarios y la vida de "rockstars" que le generan tanto los medios deportivos como la prensa del corazón, y los aficionados abrirían los ojos y dejarían de comprar los espejos que cada cuatro años le venden los dueños del balón y de la Televisión, quizá entonces nos olvidaríamos de "creer" para comenzar a exigir.
No le veo en este momento otra salida al futbolito nacional. Es hora de generar un auténtico proyecto de crecimiento sustentado en cimientos reales y no en castillos de arena que son construidos cada cuatro años y que se caen estrepitosamente en el cuarto partido de la Copa del Mundo.
Así las cosas hoy miércoles...
Salud pues......
1 comentario:
No solo la TV la ha sobrevalorado, está en un nivel tal que hay muchas personas que ven a la selección como el cuarto símbolo patrio, haces una critica similar a esta y muchas veces el primer comentario es "¿que no eres mexicano?". Desde hace 4 años no se debió haber ido al mundial, espero que esta ocasión no se logre ese objetivo (pérdida catastrófica para las televisoras, por cierto) y de verdad comience un cambio, pero precisamente la debilidad de CONCACAF es la que permitirá que, como cada 4 años, el "pueblo mexicano" se llene de ilusiones...
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