Terminó la segunda Feria Internacional de la Lectura de Yucatán y vale la pena hablar de lo sucedido durante la semana pasada. Si bien sigue siendo un esfuerzo importante para difundir a la lectura, me parece que habría que hacer señalamientos para evitar que algo que nació con el potencial para convertirse en el evento literario más importante del sureste, termine convirtiéndose en un evento de puros "cuates". Hay elementos para pensar que esto puede pasar e insisto es un buen momento para que los organizadores definan un mejor rumbo para la feria.
Voy a hablar de la FILEY desde las dos perspectivas desde las que pude observar a la feria: la primera es la de alguien que estuvo en la feria como gente de medios y la segunda desde el punto de vista de un visitante del evento.
Desde el primer punto de vista debo decir que la atención a los medios me pareció estupenda. Siempre se tuvo una llamada telefónica avisando de la presentación de un autor o de un libro y, salvo alguna excepción, autores y presentadores estuvieron en la mayor disposición para brindar entrevistas a los representantes de los medios. Hubo también acceso sin problemas a todos los rincones de la feria y la amabilidad de los encargados de prensa es destacarse. Pocas veces uno se encuentra con chicos de un departamento de atención a la prensa tan comprometidos y con ganas realmente de que su evento tenga difusión.
Lamentablemente esa difusión no se alcanza porque hubo un marcado desinterés por parte de los medios - principalmente los electrónicos - de darle cobertura a la feria. Durante los días que estuve en las actividades dedicadas a la prensa, solo vi a todos los canales de TV locales y a algunas estaciones de radio - salvo la universitaria, por obvias razones - en la inauguración. Nunca los vi en entrevistas con autores, ni generando noticias que ayuden a difundir a la lectura - principal objetivo de la feria - entre la población. Ese endémico desinterés de los medios electrónicos locales por todo aquello que huela a cultura, habla mucho del nivel que tiene la mayoría de los opinadores, productores y lectores de noticias de la plaza.
Por otro lado, uno esperaba que siendo Francia el país invitado se tuviese más información que la que se tenía en un stand colocado en la entrada principal a la sala de venta y exposición de libros, que llamaba más la atención por los vinos que vendía y por los anuncios de cursos de francés de parte de la Alianza Francesa. Fuera de eso, el programa no incluía presentaciones de autores franceses contemporáneos, ni las editoriales francesas se destacaron por su presencia. En resumen: el tema de Francia como "Invitado de Honor" pareció ser solamente un eslogan para generar reflectores.
Voy a hablar de la FILEY desde las dos perspectivas desde las que pude observar a la feria: la primera es la de alguien que estuvo en la feria como gente de medios y la segunda desde el punto de vista de un visitante del evento.
Desde el primer punto de vista debo decir que la atención a los medios me pareció estupenda. Siempre se tuvo una llamada telefónica avisando de la presentación de un autor o de un libro y, salvo alguna excepción, autores y presentadores estuvieron en la mayor disposición para brindar entrevistas a los representantes de los medios. Hubo también acceso sin problemas a todos los rincones de la feria y la amabilidad de los encargados de prensa es destacarse. Pocas veces uno se encuentra con chicos de un departamento de atención a la prensa tan comprometidos y con ganas realmente de que su evento tenga difusión.
Lamentablemente esa difusión no se alcanza porque hubo un marcado desinterés por parte de los medios - principalmente los electrónicos - de darle cobertura a la feria. Durante los días que estuve en las actividades dedicadas a la prensa, solo vi a todos los canales de TV locales y a algunas estaciones de radio - salvo la universitaria, por obvias razones - en la inauguración. Nunca los vi en entrevistas con autores, ni generando noticias que ayuden a difundir a la lectura - principal objetivo de la feria - entre la población. Ese endémico desinterés de los medios electrónicos locales por todo aquello que huela a cultura, habla mucho del nivel que tiene la mayoría de los opinadores, productores y lectores de noticias de la plaza.
Por otro lado, uno esperaba que siendo Francia el país invitado se tuviese más información que la que se tenía en un stand colocado en la entrada principal a la sala de venta y exposición de libros, que llamaba más la atención por los vinos que vendía y por los anuncios de cursos de francés de parte de la Alianza Francesa. Fuera de eso, el programa no incluía presentaciones de autores franceses contemporáneos, ni las editoriales francesas se destacaron por su presencia. En resumen: el tema de Francia como "Invitado de Honor" pareció ser solamente un eslogan para generar reflectores.
Como visitante la cosa se complica aún más. En primera instancia ya se sabe que en un evento de esta naturaleza, es imposible asistir a todos las actividades que se desean. Pero lo es más cuando se programan presentaciones de autores en días hábiles y en horarios laborales. Por ejemplo: yo tenía mucho interés en ver y escuchar a Juan Villoro presentando el libro "Un Montón de Piedras" de Jorge F. Hernández, pero en viernes a las 6 de la tarde me es imposible, lo mismo sucedió con otros escritores. El diagrama de planeación del programa parece haber estado hecho con la idea de dejar lugares vacíos en actos que realmente valían la pena.
Por otra parte era evidente que la oferta de casas editoriales fue inferior a la del año pasado. Nada extraordinario, nada que no pudiera encontrarse en cualquier librería y - lo más lamentable - sin una oferta atractiva en términos de precios. Si ya sé, alguien me dirá que "rascándole" uno podía hacerse de una buena cantidad de libros, pero si el objetivo de la feria es promover la lectura se esperaría que no se espantase al posible lector con los precios de la mayoría de los ejemplares. La esperada "Venta Nocturna" del sábado 16 de marzo fue un auténtico fiasco: los descuentos eran de risa e incluso editoriales como Oceáno simplemente decidieron no sumarse a la supuesta noche de ofertas.
Existen actos en los que comenzamos a ver los mismos de siempre, a quienes son considerados por otros - y por ellos mismos claro - como los máximos representantes del quehacer literario en Yucatán y honestamente uno está cansado del protagonismo de los llamados "cronistas" de Mérida y de unos cuantos que suelen estar al acecho de este tipo de eventos para secuestrarlos a la primera oportunidad.
La FILEY sigue siendo una buena idea, un buen esfuerzo por tener una feria literaria importante en la región. Pero la edición que recién terminó demuestra que se necesita más profesionalismo entre los organizadores, pues se ha rebasado ya la etapa de los buenos deseos. A los directivos la feria les comienza a quedar grande y si se quiere posicionar a la FILEY al nivel de las de Guadalajara o Minería, falta mucho trabajo por hacer. Se necesita un director con experiencia en la organización de eventos culturales de gran envergadura (dato: la directora de la FIL de Guadalajara Nubia Macías, renunció hace unos días a su puesto, no sería mala idea contratarla al menos como asesora) y la formación de un consejo directivo en el que se incluyan a personas con nuevas ideas para el evento y en el que se excluya al amiguismo y a los grupos que pretenden marcar perennemente las directrices culturales de Yucatán.
La tercera edición de la Feria puede marcar su consolidación hacía ser una auténtica promotora de la diversidad cultural, de la lectura como herramienta fundamental para el avance de una sociedad como lo yucateca, o puede ser la que marque para terminar siendo un evento regionalista y hecho para el lucimiento de algunas personas.
Veremos...
Así las cosas hoy jueves...
Salud pues.......
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