¿Quién era Hugo Chávez? Esa pregunta tiene varias respuestas. En primera instancia está la respuesta que puedan dar los venezolanos, y en segundo lugar aquellas que daremos quienes vivimos en cualquier otra parte del mundo. En el segundo caso la respuesta dependerá de que medio de comunicación, que articulista o que canal de televisión se lea o se vea. Porque es evidente que quienes estamos fuera de la nación sudamericana conocimos al difunto admirador de Simón Bolívar a través de los medios de comunicación y por ende nuestra percepción de lo que su figura representó está moldeada por estos.
Vamos al caso de México: "¿Chávez? ¡Claro!" - responderán algunos mexicanos - aquel hombre con el que era comparado el "peligro para México" de 2006, el "dictador", dirán, "ese que quitaba la propiedades, que cercenaba libertades" y que había que impedir que influenciara a nuestro país. Chávez, para muchos, era una especie de demonio que les llevó a votar por todo aquello que - según también los medios - estaba completamente alejado de lo que el venezolano representaba. Por otro lado están aquellos que miraban en Chávez al libertador, al hombre que había logrado restaurar la democracia en Venezuela, que había llevado al pueblo finalmente al poder y que tenía los arrestos para enfrentarse al avasallador poder del imperio norteamericano. Para estos, el Presidente - Comandante era un importante factor de resistencia y por lo tanto su ejemplo tendría que haber cundido en el resto del continente.
Yo, por supuesto, también estoy influenciado por los medios. Nunca he estado en Venezuela y por lo tanto mi percepción sobre Hugo Chávez tiene que ver con lo que he leído, escuchado y visto tanto en prensa escrita como en la televisión. Y nada más.
La cuestión es: ¿cuántos de los que hoy opinan sobre Hugo Chávez lo hacen con esa conciencia, con la de que su criterio respecto al fallecido ha sido mediaticamente formado? Estamos ante un buen ejemplo de que como los medios construyen a los personajes de acuerdo a sus propios intereses, a sus líneas editoriales o a las que les marcan los anunciantes. Por ende, a menos que tengamos un contacto más o menos directo con los actores de la noticia, nuestra interpretación de la realidad está, en la mayoría de las ocasiones, condicionada a lo que nos muestran los medios que consumimos.
Opinar en los tiempos de Twitter es muy sencillo. Las redes sociales nos han convertido en "opinólogos" profesionales y creemos que nuestra verdad es absoluta e impoluta, particularmente cuando se trata de situaciones o personajes polémicos. Sin embargo, parece ser que cada vez perdemos más la conciencia de que nuestra opinión está sesgada por el grado de información que tenemos y, por supuesto, por nuestras propias fobias y filias políticas (las cuales tenemos todos, incluso aquellos que se declaran como "apolíticos). Decir que Chávez fue un dictador es muy fácil, decir que fue un auténtico demócrata también, el sustento para cimentar tales opiniones es lo complejo pues habría que preguntarse qué elementos tenemos para hacer esas afirmaciones.
Se dice que quienes tienen la obligación de sustentar sus opiniones son solamente aquellos que viven de tal cosa, es decir los que trabajan en los medios de comunicación. Una de las claves del periodismo bien ejercido es el fundamentar con datos duros una afirmación. Recientemente leí un artículo y una crónica sobre Hugo Chávez que, me parece, hacen un gran trabajo. Una está a favor del Presidente Venezolano y el otro dibuja una visión menos optimista de la Venezuela Chavista. El gran mérito de ambas piezas reside en los datos que presentan pues hacen referencia a organismos internacionales que se dedican a medir cuestiones como el desarrollo, la violencia o la economía de las naciones. Eso se llama buen periodismo.
Claro, un Twittero o un bloguero aficionado no tiene la obligación de sustentar sus afirmaciones con datos duros...¿o sí?. Eso dependerá de la importancia que uno le de a su opinión y la conciencia del impacto que pueda o se quiera tener en las redes sociales, y, por supuesto, de lo que se quiera que nuestros lectores o seguidores piensen de nosotros. Pero me parece que es evidente que opiniones como la que se pueda tener en torno a personajes como Chávez dicen mucho de quienes somos y de nuestra formación, particularmente aquella que recibimos a través de los medios de comunicación masiva.
El post empezó con una pregunta tal vez planteada de manera errónea. Quizá lo que debió preguntarse al principio es ¿Quién creemos que era Hugo Chávez?. Esa pregunta si tiene oportunidades de ser respondida de acuerdo a nuestros filtros mediáticos y a nuestro conocimiento - mucho o poco - sobre lo que realmente hizo o no hizo en los años en los que gobernó a Venezuela. Lo visto en los últimos días, particularmente en redes sociales, son una muestra de nuestra enorme capacidad para teclear opiniones, pero también una muestra de que en términos de calidad de las mismas, el camino por recorrer es aún bastante largo.Y, por supuesto, me incluyo entre quienes aún estamos en el principio de tal brecha.
Así las cosas hoy jueves...
Salud pues.......
Se dice que quienes tienen la obligación de sustentar sus opiniones son solamente aquellos que viven de tal cosa, es decir los que trabajan en los medios de comunicación. Una de las claves del periodismo bien ejercido es el fundamentar con datos duros una afirmación. Recientemente leí un artículo y una crónica sobre Hugo Chávez que, me parece, hacen un gran trabajo. Una está a favor del Presidente Venezolano y el otro dibuja una visión menos optimista de la Venezuela Chavista. El gran mérito de ambas piezas reside en los datos que presentan pues hacen referencia a organismos internacionales que se dedican a medir cuestiones como el desarrollo, la violencia o la economía de las naciones. Eso se llama buen periodismo.
Claro, un Twittero o un bloguero aficionado no tiene la obligación de sustentar sus afirmaciones con datos duros...¿o sí?. Eso dependerá de la importancia que uno le de a su opinión y la conciencia del impacto que pueda o se quiera tener en las redes sociales, y, por supuesto, de lo que se quiera que nuestros lectores o seguidores piensen de nosotros. Pero me parece que es evidente que opiniones como la que se pueda tener en torno a personajes como Chávez dicen mucho de quienes somos y de nuestra formación, particularmente aquella que recibimos a través de los medios de comunicación masiva.
El post empezó con una pregunta tal vez planteada de manera errónea. Quizá lo que debió preguntarse al principio es ¿Quién creemos que era Hugo Chávez?. Esa pregunta si tiene oportunidades de ser respondida de acuerdo a nuestros filtros mediáticos y a nuestro conocimiento - mucho o poco - sobre lo que realmente hizo o no hizo en los años en los que gobernó a Venezuela. Lo visto en los últimos días, particularmente en redes sociales, son una muestra de nuestra enorme capacidad para teclear opiniones, pero también una muestra de que en términos de calidad de las mismas, el camino por recorrer es aún bastante largo.Y, por supuesto, me incluyo entre quienes aún estamos en el principio de tal brecha.
Así las cosas hoy jueves...
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