Seven Readers!!...
Una de mis grandes manías consiste en elegir la canción perfecta para hacerla el soundtrack adecuado para cada momento del día. El proceso no es sencillo y entran en juego muchos factores como el clima, la hora, mi estado de ánimo, el lugar en el que me encuentro o la compañía.
Con los años he aprendido a perfeccionar el procedimiento y ahora la tecnología permite hacer el cambio de una canción a otra con tan solo apretar unos botones. Antiguamente eso requería de tiempo, por ejemplo: cuando comencé a manejar, el auto en el que lo hice contaba con un estéreo reproductor de cassettes. Pasaba horas en casa grabando "mix tapes" que luego resultarían ideales para el viaje a la escuela, a la playa o simplemente para pasar una tarde con los amigos. Evidentemente existían problemas particularmente cuando de la nada el día se nublaba y tenía que hallar la cinta que contenía la banda sonora perfecta para contar y acompañar a ese cambio en las condiciones climatológicas, eso hizo que más de un copiloto renunciara a subirse conmigo pues ello significaba tener que escuchar canciones completamente extrañas y además chutarse largos períodos esperando a que yo concluyese con la elección musical perfecta.
Todo eso provocó que me volviera más quisquilloso en cuanto a mis gustos musicales y a la vez me llevara a explorar territorios sonoros mucho más complejos que los que ofrecía el llamado "mainstream", aunque sin renunciar a las cosas de calidad que éste ofrecía. El tiempo me ha enseñado que la música tiene muchas funciones, pero más allá de un mero divertimento, de presentarse como un sonido que acompaña, creo firmemente en la capacidad narrativa que tienen las canciones para contar nuestra propia historia.
No soy el único que piensa de tal forma: uno de los grandes éxitos de la industria musical consiste en explotar la nostalgia a través de la música. Nos han enseñado a consumir canciones que acompañaron a etapas importantes de nuestra vida de manera casi autómata. El problema es precisamente recae en la palabra consumo que convierte a la Música - y a muchas otras formas de arte - en un producto netamente comercial que puede sacrificar incluso sus cualidades artísticas en función de aumentar las ganancias que produce.
Hace unos días fui invitado a un lugar llamado, textualmente, +d'30. El restaurante - bar tiene como principal objetivo el de colgarse de la industria de la nostalgia. Independientemente de que se trata de un sitio extremadamente incómodo y en el que es imposible caminar o moverse por la cantidad de gente que le visita, lo verdaderamente lamentable es como el concepto del antro juega con esa engañosa idea de que existe música que a nivel masivo ha contado la historia de toda una generación. Me resisto a pensar que esa identidad generada a partir de ciertas canciones se produce solamente en sitios en los que grupos de "música versátil" desafinan mientras sus integrantes - en este caso en particular: mirreyes, lobukis y buenos músicos que tienen que comer - se desviven por hacer la mejor imitación de Luis Miguel, José José o Arjona (ah si..esa es la música que predomina en tal antro). Creo que esa identidad musical se crea a partir de procesos más íntimos en los que uno utiliza a la música como un instrumento de expresión y no como un simple producto de consumo.
Rob Gordon, el gran personaje de High Fidelity, tiene una frase que me parece genial:
No puedo estar más de acuerdo. Elegir la música que uno escucha me parece algo extremadamente delicado porque al hacerlo estamos haciendo algo más que elegir a una serie de sonidos para hacer más amena nuestra jornada. Lo que escuchamos está contando realmente quienes somos, cuales son nuestras aspiraciones, nuestros deseos, nuestros sueños, nuestros sentimientos, en que nos hemos convertido. Por ende, y en concordancia con Gordon, el proceso de elección musical puede entenderse también como un intento de manifestarse en términos artísticos. Eso nos hace más cercanos a los verdaderos creadores y a quienes nos apropiamos de su obra para convertirla - literalmente - en una crónica de lo cotidiano o de aquellos momentos que consideramos como especiales y que recordaremos por toda la vida.
Con lo anterior no pretendo sugerir que todos quemen en este momento su colección de discos o que borren toda la música de sus ordenadores y que comiencen a indagar sobre el artista norcoreano más famoso del planeta. Sin embargo cuando uno empieza por el camino del descubrimiento musical, cuando uno decide realmente expresarse a través de lo que escucha, la experiencia provista por la música no solamente resulta en algo más placentero, sino que va creando pequeños espejos sonoros en los que podemos mirarnos con la absoluta certeza de que el reflejo tendrá un alto grado de honestidad y veracidad sobre nosotros mismos.
Y por otro lado, nunca deja de ser divertido ese pequeño gran proceso de elegir la canción idónea, la melodía perfecta, que funcionará como la banda sonora de todos nuestros momentos, de los días soleados, de las noches oscuras y lluviosas o de ese instante en el que te cruzas por el camino con gente realmente significativa...en fin de esas circunstancias diarias que terminan por definirnos como seres humanos.
Así las cosas hoy miércoles...
Salud pues......
Hace unos días fui invitado a un lugar llamado, textualmente, +d'30. El restaurante - bar tiene como principal objetivo el de colgarse de la industria de la nostalgia. Independientemente de que se trata de un sitio extremadamente incómodo y en el que es imposible caminar o moverse por la cantidad de gente que le visita, lo verdaderamente lamentable es como el concepto del antro juega con esa engañosa idea de que existe música que a nivel masivo ha contado la historia de toda una generación. Me resisto a pensar que esa identidad generada a partir de ciertas canciones se produce solamente en sitios en los que grupos de "música versátil" desafinan mientras sus integrantes - en este caso en particular: mirreyes, lobukis y buenos músicos que tienen que comer - se desviven por hacer la mejor imitación de Luis Miguel, José José o Arjona (ah si..esa es la música que predomina en tal antro). Creo que esa identidad musical se crea a partir de procesos más íntimos en los que uno utiliza a la música como un instrumento de expresión y no como un simple producto de consumo.
Rob Gordon, el gran personaje de High Fidelity, tiene una frase que me parece genial:
Now, the making of a good compilation tape is a very subtle art. Many do's and don'ts. First of all, you 're using someone else's poetry to express how you feel. This is a delicate thing.
No puedo estar más de acuerdo. Elegir la música que uno escucha me parece algo extremadamente delicado porque al hacerlo estamos haciendo algo más que elegir a una serie de sonidos para hacer más amena nuestra jornada. Lo que escuchamos está contando realmente quienes somos, cuales son nuestras aspiraciones, nuestros deseos, nuestros sueños, nuestros sentimientos, en que nos hemos convertido. Por ende, y en concordancia con Gordon, el proceso de elección musical puede entenderse también como un intento de manifestarse en términos artísticos. Eso nos hace más cercanos a los verdaderos creadores y a quienes nos apropiamos de su obra para convertirla - literalmente - en una crónica de lo cotidiano o de aquellos momentos que consideramos como especiales y que recordaremos por toda la vida.
Con lo anterior no pretendo sugerir que todos quemen en este momento su colección de discos o que borren toda la música de sus ordenadores y que comiencen a indagar sobre el artista norcoreano más famoso del planeta. Sin embargo cuando uno empieza por el camino del descubrimiento musical, cuando uno decide realmente expresarse a través de lo que escucha, la experiencia provista por la música no solamente resulta en algo más placentero, sino que va creando pequeños espejos sonoros en los que podemos mirarnos con la absoluta certeza de que el reflejo tendrá un alto grado de honestidad y veracidad sobre nosotros mismos.
Y por otro lado, nunca deja de ser divertido ese pequeño gran proceso de elegir la canción idónea, la melodía perfecta, que funcionará como la banda sonora de todos nuestros momentos, de los días soleados, de las noches oscuras y lluviosas o de ese instante en el que te cruzas por el camino con gente realmente significativa...en fin de esas circunstancias diarias que terminan por definirnos como seres humanos.
Así las cosas hoy miércoles...
Salud pues......
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