viernes, mayo 04, 2012

De Ver El Debate...

Seven Readers!!...

En 1994 vivía en la ciudad de México. Era un estudiante de una de las universidades más politizadas del país, la UAM Xochimilco y compartía departamento con amigos que respiraban, vivían (siguen viviendo) a la política. Cuando se anunció la realización de un debate entre candidatos presidenciales todos en la universidad y en mi departamento nos emocionamos mucho. Era un ejercicio completamente inédito, algo que en otros tiempos nunca nos hubiéramos imaginado. 
En aquellos días vivíamos en el viejo régimen, aquel que durante años había cercenado el crecimiento democrático del país. Por ende, la realización de un debate entre los candidatos a la presidencia resultaba en un ejercicio inédito completamente, algo de lo que había que ser testigos. Todos nos sentíamos parte de la historia al ser los primeros ciudadanos mexicanos que íbamos a ser testigos de un debate presidencial. En cierta forma, la ciudadanía de muchos de nosotros nació realmente después de aquella noche en la vimos por vez primera, en vivo, en directo y por la televisión un intercambio de ideas entre candidatos presidenciales. Lo que ahí se dijo quizá no fue determinante para la elección (Después de ese debate el candidato del PAN, ganador por mucho, inexplicablemente tiró su ventaja por la borda) pero si para darnos cuenta de que nuevos tiempos se respiraban en México y que inevitablemente habíamos iniciado un proceso de transición en el país. 
Esa noche mi casa fue un hervidero. Mis compañeros de departamento, priistas de cepa, defendieron a capa y a espada al candidato oficial. A mi me parecía que el candidato de la derecha había ganado el debate, aunque coincidía más con los planteamientos hechos por quien abanderaba a la izquierda. Fue una velada intensa en la que ellos reafirmaron el rumbo de su voto y yo comencé a pensar en cambiar el mío. Cambio que llegó, de manera definitiva, a la mañana siguiente cuando en los pasillos de la UAM el único tema que se discutió fue el debate presidencial.  
Al final voté por vez primera en una elección presidencial y lo hice por la izquierda.



Han pasado muchos años desde aquel primer debate. Y los tiempos en México son otros. En 2000 Fox se encargó de dar al traste con aquella transición que se vislumbró por primera vez en los años noventa; en 2006 el conflicto post electoral demostró que el fallo había sido mayúsculo y que aún estábamos lejos de ser una democracia madura.
Es cierto que nuestra clase política es en gran medida culpable del fracaso de nuestra democracia. Pero ese fracaso no solamente tenemos que achacárselo a ellos y ellas: en gran medida nuestra falta de interés por las cuestiones políticas también nos hacen corresponsables de nuestro atraso democrático. Preferimos pensar en muchas cosas menos en aquello que es realmente importante. Cerramos los ojos y erróneamente pensamos que las decisiones políticas no tienen injerencia en nuestra vida cotidiana, cuando son precisamente las que la terminan determinando en lo económico, en lo social...vamos hasta en lo artístico y recreativo.




Por eso a pesar de lo restrictivo y cuadrado de su formato, a pesar de que ninguno de los candidatos presidenciales parezca tener las herramientas necesarias para dar un cambio radical en el rumbo del país, es muy importante ver el debate del próximo domingo. Porque puede gustarnos o no, pero uno de los cuatro participantes será quien gobierne a México en los próximos años, y lo que él o ella (y su equipo) decida para el país, nos va a afectar  en el acontecer diario de todos los que aquí vivimos.
El debate seguramente no nos dará la oportunidad de conocer a fondo a los candidatos y a sus propuestas para el país. Pero lo que si puede hacer es revelarnos algo de su capacidad para esgrimir ideas y conceptos, para conocer si son hábiles en el contraste de los mismos, y eso - mis estimados Seven Readers - también puede aclararnos el panorama y así tener mejores elementos para saber que hacer con algo tan importante como lo es nuestro voto el próximo 1 de julio. Es cierto: ese día habrá fútbol, habrá cultos religiosos y cualquier cantidad de funciones de cine. Pero no hay ningún pretexto para hacer a un lado todo eso durante un par de horas y ver el debate presidencial. Nuestra democracia - buena o mala - nos ha costado y nos seguirá costando mucho a todos para perdernos uno de sus momentos más importantes.
En 1994 yo me emocioné mucho al saber que iba a ser testigo de un debate presidencial en México. Hoy no tengo la misma sensación, pero si tengo mayor conciencia de que el verlo no es un asunto emocional: es el deber de alguien que ha entendido que la ciudadanía se construye todos los días a través del uso de nuestro derecho a estar informados.

Así las cosas hoy viernes...

Salud pues.......

1 comentario:

Raúl H. Pérez Navarrete dijo...

Nuestro derecho y obligación a estar informados. Ese, yo creo, es el verdadero peligro para México: aquellos que ejercen su voto sin nada en la cabeza.

Saludos, David, muy buen texto.