Calladito te ves más bonito...
Cuando se es niño uno aprende que de política, religión y sexo simplemente no hay que hablar. Las personas mayores parecen escandalizarse si se hace una pregunta en relación a alguno de estos temas y la reprimenda viene casi de manera inmediata: "!Cállate niño, de eso no se habla¡" nos espetan cuando en nuestra curiosa ingenuidad infantil preguntamos directamente algo que tenga que ver con gobernantes, políticos, órganos sexuales o ministros de culto. Por ende crecemos con la idea de que son temas intocables y que todas nuestras críticas deben quedarse en la intimidad, pues alguien puede sentirse ofendido al momento de expresar algún tipo de comentario en relación a tales tópicos.
Entonces se llega a la edad adulta y en muchas ocasiones uno prefiere quedarse callado cuando se tocan tales temas, pues pensamos que es mejor guardarse nuestras observaciones con tal de no generar alguna discusión que pueda ofender a quien se convierte en nuestro interlocutor. En ese momento - quizá sin saberlo - renunciamos a ejercer el pensamiento crítico en pos de ser políticamente correctos y al mismo tiempo fomentamos nuestra propia ignorancia, pues al renunciar a discutir sobre estos tópicos renunciamos a nuestro derecho a aprender sobre los mismos y eso evidentemente trae consecuencias. Muchos abusos por parte de quienes ejercen cargos de poder se dan porque hemos renunciado a nuestro derecho a criticarlos; en gran medida, muchas de las víctimas de abusos por parte de ministros de culto se dan porque se les trata como seres incuestionables, poseedores de la verdad absoluta.
Renunciar a hablar de cualquier tema, implica entonces renunciar a nuestras libertades de pensamiento y de expresión. A nuestros derechos fundamentales.
Ejercer la crítica no es sinónimo de intolerancia....
En días pasados un fenómeno muy interesante se ha dado en México: muchas manifestaciones en contra de la visita de Benedicto XVI al país. Evidentemente estas manifestaciones no han estado exentas de la polémica. Un sector de las "buenas conciencias" nacionales ha tachado a tales expresiones como intolerantes, como una falta de respeto a las creencias de los católicos mexicanos, lo cual siempre genera incomodidades que suenan justo a ese momento en el que se le pide a un niño que guarde sus cuestionamientos para no herir susceptibilidades. Entonces ¿se es tolerante solamente cuando se guarda silencio?. Si pensamos de esa forma, tendríamos que revisar seriamente nuestras definiciones de tolerancia.
Ser tolerante es respetar las ideas pero también es discernir con lo que no se esté de acuerdo. Una persona deja de ser tolerante si renuncia al ejercicio de la crítica, la cual es necesaria para evolucionar socialmente. Los grandes cambios sociales de la humanidad se han dado a partir del ejercicio del pensamiento crítico y ello normalmente asusta a las instituciones, cuyos cimientos suelen ser dinamitados cuando los seres humanos practicamos nuestra tolerancia de esa manera: a partir de nuestra libertad de pensamiento.
En el caso de la visita de Benedicto XVI a México, las manifestaciones contrarias a la visita del Papa se entienden a partir de varios puntos: la creciente indignación por la protección que Ratzinger le ha brindado a los curas pederastas (particularmente a Marcial Maciel) y al hecho de que muchos consideran - y con mucha razón - que el Estado Laico - uno de los pilares de nuestra nación - ha sufrido ya muchas violaciones en los últimos años. A eso hay que añadir que la visita del Papa tiene innegables tintes políticos, pues todos los actores van a tratar de sacar partido y mucha gente se siente completamente harta de eso. Por lo tanto las expresiones de repudio a la visita de Benedicto XVI se inscriben en el marco de una sociedad que - con mucho trabajo - comienza a sacudirse las viejas ataduras que la han constreñido, sobajado y mantenido completamente estancada.
¿Límites?...
No. En realidad la libertad de pensamiento prácticamente no debe tenerlos. Todo es criticable, todos tenemos el derecho a ejercer la crítica sin ningún tipo de censura, salvo que esa crítica se lleve a un extremo que genere violencia y atentados en contra de la integridad física de las personas. Esa línea nunca deberá traspasarse y nada justifica el ataque físico que ponga en peligro la vida de los demás.
Fuera de eso hoy más que nunca tenemos que saludar a quienes deciden libremente manifestar sus ideas, aunque esas manifestaciones vayan en contra de lo que consideramos como "sagrado". Esos manifestantes (cibernéticos o en las calles) hablan de una sociedad que poco a poco ha comenzado a ejercer su libertad de pensamiento, un libertad libre de ataduras y que en lugar de atentar en contra de las instituciones, seguramente las obligará a transformarse, aún se trate de instituciones como la Iglesia Católica cuya evolución puede llevar años (o siglos). Pero no hay ningún tipo de duda: la práctica del derecho a discernir es saludable, es incluso la expresión más tolerante que existe hoy en nuestra sociedad y en ella recae el poder alcanzar una sociedad mucho más justa y democrática.
Bienvenida pues la tolerancia.
Así las cosas hoy viernes...
Salud pues.......
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