El día de hoy se cumple exactamente un año de la desaparición del Café de Media Mañana y el Magazine. Más allá de lo que se dijo en su momento sobre la cancelación de ambos espacios radiofónicos, creo que la efeméride es un buen pretexto para reflexionar sobre lo que han sido estos 365 días sin radio.
Ya he escrito antes sobre lo que, desde mi perspectiva, significaron ambos programas para el cuadrante meridano, por ende no voy a repetir algo que ya se dijo. Hay cosas que no he dicho, pero tampoco es el momento para hacerlo. El tiempo será el que decida cuando serán del dominio público. Por lo pronto me sigue llenando de gusto el seguir en contacto con varios de los otrora radioescuchas de los programas. Creo que ese será un vínculo importante, duro de romper, y que habla del significado que tanto como el Café como el Magazine tuvieron tanto en un servidor, como entre el público radioescucha.
Y debo decir que las credenciales adquiridas con la realización de más de 600 programas en vivo, son las que me han abierto las puertas a hacer el trabajo que ahora tengo en televisión, aunque la adaptación al lenguaje televisivo no ha resultado del todo fácil. En radio uno depende de si mismo y del operador de la cabina. Es una complicidad muy especial la que se da entre quien produce y/o conduce (como era mi caso) y quien está del otro lado de la cabina a cargo de la realización técnica del programa. Es, como alguien diría por ahí, una relación directa entre el opinante radiofónico y el primer radioescucha del programa. Sus reacciones muchas veces pueden decirte si lo que estás haciendo es interesante o no lo es. En cambio en la televisión no existe esa reacción inmediata. Uno trabaja rodeado de un gran equipo de gente, todos de ellos ocultos tras las luces y/o las cámaras. Sabes que hay un realizador, un operador de audio y alguien encargado del Switcher en una cabina, pero difícilmente puedes verlos, sus reacciones hacía lo que dices o haces están escondidas. El producir televisión implica entonces un proceso más amplio, más caro y en el que la labor de equipo es muy importante.
Pero ¿Cuál es la principal diferencia entre ambos medios? Me parece que la radio es un medio más íntimo y personal, tanto para quien la produce como para quien la sintoniza. La radio seduce, la tele induce. Sin embargo, ambas representan en el fondo el mismo reto: tratar de hacerlas de manera entretenida, pero inteligente. Una de las cosas que aprendí durante los años del Café y el Magazine, es que lo último que puede hacerse es tratar al auditorio sin el respeto que se merece. Uno debe asumir desde un principio que se está hablando a gente inteligente, informada. Y eso es lo que genera la complicidad necesaria entre el público y los programas, algo que resulta aún más necesario en los interactivos y multimediáticos días en los cuales vivimos.
Finalmente: extraño mucho a la radio. Soy gente de radio y de ello no tengo duda, pero las circunstancias me han llevado a la Televisión y estoy adaptándome al medio, a su estructura y a su lenguaje. Y lo más importante: seguimos construyendo, tratando de tener productos en los medios electrónicos regionales que puedan quitarle a los mismos, ese estigma de que son de ínfima calidad (algo que desafortunadamente en muchas ocasiones se han ganado a pulso) y demostrar que a pesar de que se tienen pocos recursos de producción - en comparación con los poderosos medios nacionales - en términos de contenido, podemos tratar de marcar una diferencia.
Así las cosas hoy sábado...
Salud pues......
2 comentarios:
Qué rápido se pasó el tiempo... aun recuerdo cuando nos platicaste.
¡Viva la radio!! Yo también la extraño :(
sobadita de coco.
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