lunes, junio 16, 2008

De los Tacvbos en Mérida...

Seven Readers!!!

Ha sido un gran fin de semana...

Concierto…


El viernes la lluvia decide darle una tregua a la mojada ciudad de Mérida. El cielo sin embargo se empeña en ocultar a una tímida luna que lucha por aparecerse entre las nubes. 
Abajo, el olor a humedad se mezcla con el de la marihuana, los cigarros, la cerveza y el sudor, todos producto de la multitud expectante que ha sido convocada a uno de esos modernos rituales a los que hoy denominanos como conciertos. El sitio no es el mejor: un estacionamiento de tierra en una vieja y desgastada unidad deportiva. La paradoja me parece genial y por un instante no tengo duda de que el cliché de Lora puede aplicarse a un día como éste: El rock and roll es un deporte y en este caso en uno literalmente llanero.
Y es un deporte ecléctico: en el estadio puedo reconocer a varios grupos de personas: los faroles vestidos con accesorios hippies, los verdaderos fanáticos, los que van simplemente de acompañantes de esos fanáticos, los que van a un concierto por que se saben solo una o dos canciones, los que le miran como un acto social que no se pueden perder y aquellos que simplemente están ahí para beberse una cerveza. Es una multitud multicéfala y completamente diversa. ¿Pero acaso el rock no ha sido así por naturaleza: diverso? Y acaso ¿no es Café Tacvba un grupo que se regodea precisamente en el eclecticismo y en la diversidad que éste arroja consigo? .
Parece ser que ellos lo entienden así. Y cuando salen al escenario son capaces de convertir a esa multitud en un sólo ente, uno dispuesto a entregarse y rendirse ante la música de la mejor banda mexicana de los últimos años. Esa multitud se transforma en una sincera garganta, 5000 voces que gritan, bailan, brincan y se abrazan hipnotizados por la música y la personalidad de la banda. 
Rubén Albarrán es quien se encarga de llevar la batuta y de encauzar a la multitud. Pero sin Emmanuel Del Real, Joselo y Enrique el resultado sería otro. Si hay algo que puede percibirse en Tacuba es una madurez como agrupación. Cuatro tíos que saben lo que hacen arriba del escenario, que entienden perfectamente cual es su papel en el espectáculo. Son una unidad en la que cada uno brilla con luz propia. El bajo de Enrique se coordina perfectamente con el baterista (cuyo nombre nunca supimos) para generar una sólida y poderosa base rítmica. La guitarra de Joselo es bastante firme, sus riffs, acordes y arpegios viste a cada uno de los temas con una mezcla de elegancia y sinceridad; y Emmanuel le imprime al teclado de un aroma muy particular que sirve para aderezar a cada uno los temas con una buena cantidad de sabores. E insisto, Albarrán es quien les conecta con la audiencia. El cantante se mueve con soltura en el escenario, bromea con el público y es evidente que ha nacido para hacer lo que hace: lo disfruta, lo ama y lo siente y hace suyo. No tiene la mejor de las voces, pero es capaz con ella de mover a esa ahora uniforme masa en un concierto que a la media hora ya tomaba tintes verdaderamente épicos.






Y después de ese tiempo ¿qué importaba lo malo del lugar para el evento? Estoy seguro que tampoco hubiese importando que el cielo derramase sobre los asistentes un torrente de agua. A nadie de los que ahí estábamos nos hubiese importado refrescarnos más. Ya de por sí la bocanada de aire fresco que habíamos ingerido con la música de los tacubos, era suficiente para sentirnos vivos.
Habíamos brincado con Rarotonga, cantando a todo lo que da con Medio día, recordado a Las Batallas y terminado con la genial Como Te Extraño. Han cantado también temas de su nuevo disco como El Outsider, Volver a Comenzar o Esta vez. Y nos han hecho pensar en Jaime López con la clásica Chilanga Banda y en los días del Calabozo con la genial Ingrata
Al final, la única arenga política del evento: cantemos por las comunidades zapatistas, pedía Albarrán. No estoy seguro cuantos se identifican con la petición, pero a nadie parece importarle: en ese momento todos cantan. Y es lógico, si se ha cantado acompañando a acordes lentos y suaves, se ha bailado con el fondo de un teclado funk o se ha coreado un himno con tintes de hard rock, ¿qué importa cantar por una comunidad de…lo que sea?....
Y cuando la música terminó el cielo permaneció nublado, la luna siguió escondida detrás de las nubes. Los aromas del estacionamiento del estadio fueron despejándose y la multitud que había sido una sola, tomaba de nuevo sus múltiples formas. La única verdad que se percibía era la misma: ante nosotros había estado una de las mejores bandas del planeta, y se vista como se vista, se piense como se piense o se actúe como se actúe, los que ahí estuvimos nos retirábamos con las piernas cansadas, las gargantas secas y la ropa sudada y oliendo a música y por ende…a una humanidad desbordada.

Así las cosas hoy lunes….

PS1…Que vergüenza lo de México ante Belice…especialmente después de haber visto un partido como el que escenificaron turcos y checos en la Eurocopa. El tercermundismo futbolístico es un reflejo de lo que somos en términos generales….Creo que ahora uno ve los juegos de la Selección con cierto nivel de masoquismo: se sabe que la van a regar, y uno va contando los minutos en espera del momento del fallo, del drama...Y parece ser que los de verde no decepcionan y fallan...lo de ayer fue lamentable, vaya que Don Sven Tiene mucho trabajo por delante...


PS2…Y que partido el de Lakers contra Celtics…la NBA está de regreso con emociones que no comunicaba desde los noventa…

PS3…Algún día actualizaré a mi blogroll…miro que muchos de los blogs que ahí andan, han muerto lamentablemente...

Salud pues……


1 comentario:

Srta. Maquiavélica dijo...

Tacvbos??? te laten???wowow si antes me caías cool ahora me caes retecool jajaa, oye no invnetes creo q los tacubos tienen un estigma jaja ya q siempre q voy a sus concerts llueve igualito a como lo describes jeje
besitos guapo