lunes, enero 21, 2008

De Lunes de taqueros recuerdos...

Seven Readers!!

El lunes me sorprende con un malestar estomacal. Todo tiene que ver con comerme cuatro tacos de carnero. Aparentemente mi estómago, sin consultarme previamente, ha decidido renunciar a la comida grasosa, y ahora cuatro míseros tacos me han provocado un malestar indescriptible (o bueno, quizá si puedo hacerlo pero éste no es un blog que se precie por su alto nivel de escatología). Todo esto es nuevo para mí. Justo ayer, mientras me revolcaba en la hamaca presa del dolor, recordaba que a mis 23 años, cuando vivía en el DF, mi alimentación no era precisamente la mejor (salvo cuando Clau y Gina me invitaban a comer comida de Doña Eva...mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm...tanta calidad) y mi estómago había constituido una fuerte coraza a su alrededor, impenetrable para cualquier virus.


Recuerdo particularmente una tarde, en las afueras del Metro Hidalgo, cuando solamente contaba con 5 pesos en la bolsa para comer. En esa ocasión estaba destinado a tragarme un gansito como cena, cuando de pronto apareció ante mí: ahí estaba, el magnífico trompo, despidiendo un aroma maravilloso, bálsamo para mis hambrientas entrañas. Yo me acerqué con la idea de tratar de calmar el hambre con el fantástico olor, cuando reparé en algo, un letrero que cambiaría para siempre mi concepción de la comida y de lo que uno puede pagar por ella: 6 tacos por 5 pesos....



Al paso del tiempo, la memoria ha ido borrando algunos detalles en torno al incidente. Lo que si recuerdo es haber pedido la orden, atiborrarla de cebolla y cilantro, y comerme casi de un bocado los cinco tacos. Son pocas las ocasiones en las que he disfrutado tanto una comida, especialmente por que en aquel día yo juraba que moriría de hambre....pero no, el ingenio mexicano y su habilidad para cazar perros en la calle, había operado a mi favor: comí y me llené.

Pensé que moriría en el trayecto entre Hidalgo y Copilco. No fue así. Al llegar a mi depa quizá escribí un testamento y me despedí de mis discos. Me lavé los dientes, habré visto televisión y leído un poco y seguramente me fui a la cama con la idea de que no despertaría más o que en el Paraíso me esperarían viandas mejores que la que me ocasionó la muerte. Para mi sorpresa ésta nunca llegó, y desperté con marcada hambre al día siguiente (no recuerdo con que la maté, pero ha de haber sido, ahora sí, un gansito como saludable desayuno).

A partir de ese incidente, mi estómago y yo formamos una alianza indestructible, la cual nos permitió sobrevir en el DF de los noventa, y con la que entramos con firmeza al siglo XXI. Parecería que ésta perduraría por muchos años más, hasta que un análisis hecho hace unos años reveló que el colesterol y los triglicéridos habían hecho de las suyas en mi organismo. Fue cuando mi etapa saluable comenzó, cuando me casi me vuelvo instructor de Spinning (RISA JAAA) y cuando mi panza amenazó con desaparecer gracias a ensaladas y fruta, mi único alimento de aquellos días.

Y fue cuando mi alianza se rompió. Cuando los atracones de comida se convirtieron en algo imposible y comenzaron a generar estragos en mis paredes estomacales. ¿Qué diablos pasó? La edad tal vez. Uno no puede esperar que el estómago se mantenga impune ante tanto maltrato, pero yo tenía la esperanza de que la alianza pactada a las puertas de la estación del metro Hidalgo, perdurase por muchos años. Pero uno de los firmantes se ha retirado sin previo aviso y el tratado perdió su validez.

Hoy, cuatro tacos me tienen al borde del colapso y son sinónimo de que ya no tengo precisamente 25 años. Por lo tanto, mi estómago y yo hemos entrado en un conflicto de intereses: yo por comer de todo, él por resistirse. Lo que no sabe es que yo tengo a mi Mouriño de cabecera en mi sentido del Gusto, por lo que presiento que así como el Senador Carlos Navarrete dice que la guerra mediática por el petróleo será peor a la de 2006, esta confrontación entre estómago y yo...parece que no tendrá cuartel. Y me temo que él, al contar con todo el aparato represor del Estado, tiene todas las de ganar...


Malditos tacos de carnero...



Así las cosas hoy lunes...


Salud pues...

7 comentarios:

Defeña Salerosa dijo...

A mi el metabolismo es el que me traiciona y rompe los acuerdos que teníamos.
Cuando era adolescente podía comer mucho, de todo, todo el tiempo y seguia siendo delgada.

Ahora si huelo las quesadillas o los sopes ya empiezo a engordar...

Todo por sevir se acaba, qué triste.

Anónimo dijo...

Maldito amigo, la edad paga facturas, ya estás (estamos) en la época de "a mi antes esto no me pasaba", o si...maldito tiempo....malditos tacos.....

Kix dijo...

Jajajajjaa!!! Ahora sí me hiciste morir de risa!! Ya te imagino haciendo tu testamento y despidiéndote de tus discos, mientras de fondo se escuchaban "Las Golondrinas"... jaja, bueno, eso ya fue de mi cosecha!

Pues espero que ya hoy estés mejor, mi querido Dave!

marichuy dijo...

David

Querido ¿seguro que eran de carnero y no de guaguacoa?

Un abrazo y que te mejores

Angie Sandino dijo...

Espero que te mejores, aunque confieso que yo daria lo que fuera por comerme unos taquitos de carnero aún a sabiendas que podrían hacerme daño!
Ando con el internet pirateado, a ver cuanto me dura el chiste, pero es que me gané otro premio y ando festejando...

Besotes desde la no tan fría alemania!

TORK dijo...

Es que no conociste los que están a unos metros de ahí. Saliendo del metro Juarez (justo en la esquina de Elektra). Les dan 10 y las malas a los de Hidalgo.

Grisel dijo...

Estaba curioseando y vine a parar por aquí me gustó tu relato y aunque yo núnca comí de esos tacos de 5 pesos se perfectamente de que hablas pues también soy del DF y pude imaginarme muy bien todo lo que contabas.

Y bueno a pesar de que no te fue bien con esos últimos tacos de verdad no sabes como se extrañan cuando no puedes comerlos, yo vivo ahora en Italia y una vez cuando estaba embarazada hasta soñé que me comía unos ricos tacos con su salsa y toda la cosa mmm, hasta donde llegué ja. Los tacos son un verdadero manjar gastronómico no los maldigas tan feo jaja.

Saludos.

GRISEL