Es entendible porque alguien como Jordan Belford atrajo la atención de un cineasta como Martin Scorsese. Se trata de un personaje complejo, con una moralidad dudosa y cuya historia trae consigo un tema recurrente en la filmografía del director: la redención. Porque The Wolf of Wall Street (El Lobo de Wall Street) es una película sobre la caída de un hombre y la posibilidad que el capitalismo le ofrece para redimirse; y es, por lo tanto, una durísima crítica hacía un sistema en el que todo se permite, en el que se vale pisotear a quien se deje (y a quien no) con tal de llegar la cima representada por el dinero y las posesiones materiales que con éste se pueden acumular.
La película inicia en los años 80. La era en la que cual la bonanza norteamericana era garantizada por el inminente triunfo norteamericano en la guerra fría y por la abundancia que llegaba junto con la administración de Ronald Reagan. En los 80 el mensaje parecía ser claro: el capitalismo ha triunfado y quienes estén dispuestos a pagar el peaje de su autobús y aceptar las consecuencias que el viaje pudiese traer consigo, prácticamente tenían el éxito asegurado. Jordan Belford fue un pasajero distinguido. Alguien que entendió perfectamente que estaba en un juego de reglas dudosas, permisible al máximo, y que aprendió a jugarlo de manera muy precisa.
El filme inicia describiendo a de la empresa de Belford. A partir de un montaje a la manera de los infomerciales de la televisión (que por cierto, remite inevitablemente - proporciones guardadas - al inicio de Ciudadano Kane) Scorsese va a introducirnos a su personaje principal y al mundo que le rodea. Es un mundo de excesos, de drogas - Belford alardea que ha ingerido tanta droga como para sedar a la población entera de la ciudad de Nueva York - pero sobre todo admite que es un adicto a una droga aún más potente que la cocaína: el dinero.
Scorsese va a narrar la historia de Belford usando para ello toneladas de sabiduría cinematográfica. Cada plano de su filme adquiere un sentido propio por la enorme cantidad de detalles que incluye en ellos, parece empeñado en generar pequeños fotogramas con vida individual, los cuales al ser unidos por el montaje van a contar una historia mayúscula. Excesivo en los detalles, Scorsese se empeña en mostrar cuanto rasgo sea posible de la personalidad del protagonista de su filme, su influencia en quienes le rodean y lo que producen sus acciones. Hay un uso exquisito de todos los elementos del campo visual y elementos muy propios del lenguaje cinematográfico como la profundidad de campo, son utilizados con un gran sentido narrativo. Nada en el filme parece estar fuera de lugar, nada es retratado por mero azar.
El universo de The Wolf of Wall Street está plagado de situaciones que rayan en lo ridículo y que incluso, por su inverosimilitud, llegan a ser graciosas. Pero no hay que equivocarse. Martin Scorsese está contando la trágica historia de un sistema putrefacto, en el que todos los principios morales deben ser sacrificados para triunfar. Lo hará dirigiendo a un actor que, prácticamente de su mano, ha alcanzado una madurez y un amplio registro dramático: Leonardo DiCaprio. DiCaprio es capaz de hacer creíble tanto el ascenso como la caída de su personaje, de desnudarlo emocionalmente y de convertirlo en un auténtico lobo capaz de traicionar incluso a su madre con tal de alcanzar la cima en el alocado y fraudulento universo en el que vive. Contará para ello con un grupo de colaboradores menos sagaces pero sin ningún tipo de escrúpulos para estafar a quien se deje. Entre ellos destaca Donnie Azoff, un personaje que seguirá a Belford hasta el fin del mundo de ser necesario. Azoff es interpretado por un Jonah Hill que deja definitivamente atrás los días de Supercool y se reafirma como una de las grandes promesas del cine norteamericano.
The Wolf of Wall Street es - insisto - una de las críticas más divertidas, interesantes e inteligentes que se han hecho al sistema capitalista. Martin Scorsese no tendrá empacho alguno en desnudar sus más malolientes entrañas, aquellas que están disfrazadas de lujos, de automóviles caros, de yates y viajes a los lugares más excéntricos del mundo pero que en el fondo están llenas de aves de rapiña dispuestas a acabar con toda la carroña que el mismo sistema produce. Lo brutal termina residiendo en el hecho que ese sistema es capaz de redimir a los mismísimos lobos, a aquellos individuos que habiendo tocado fondo dentro del mismo, son capaces de reinventarse para seguir mamando de una ubre que parece inagotable.
Un logro.
Así las cosas hoy martes...
Salud pues.......
1 comentario:
La pelicula es excelente, una sociopatica vision del avido de dinero y reconocimiento.
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