El Emmy tiene una importancia relativamente nueva entre las audiencias latinoamericanas. En los tiempos en los que la televisión abierta era la dominante, el premio pasaba literalmente desapercibido entre los televidentes ubicados al sur del Río Bravo. Las cosas han cambiado con el desarrollo tecnológico y con la consiguiente globalización de contenidos que éste ha traído consigo. Por eso ahora el Emmy es todo un acontecimiento entre el público de prácticamente todo el planeta pues las series, programas y actores nominados, forman parte de nuestra parrilla habitual de consumo televisivo. La Academia de Ciencias y Artes de la Televisión parece estar cada vez más consciente de lo anterior y se ha preocupado por generar un show de carácter global, con personalidades que sean representativas de los tiempos que vive la pantalla chica de nuestros días, es decir una ceremonia, entretenida, ágil e inteligente, con la cual los espectadores puedan interactuar a través de las redes sociales.
La entrega del Emmy quizá se ha convertido en el programa de premios hollywoodense más divertido y democrático que existe. Es divertido porque está lleno de grandes momentos, porque es capaz de emocionarte con un discurso como el de Edie Falco durante su homenaje a James Gandolfini y al mismo tiempo permitirse geniales irreverencias como la de Will Ferrell al momento de presentar los principales premios de la noche; y es democrático porque premia contenidos de fácil acceso con los que se guarda una relación realmente estrecha pues convivimos con ellos de manera semanal desde la comodidad de nuestros hogares, agradeciendo con nuestra preferencia cuando nos tratan como seres pensantes, inteligentes y participativos. Una muestra de lo anterior fue Twitter, esa nueva ágora virtual de pasiones y opiniones, convertida ayer en un hervidero en el que muchos aclamaron al máximo el triunfo de sus favoritos o se lamentaron cuando un actor o actriz que forma parte de nuestra serie favorita no se llevó el premio a casa.
La de ayer fue una gala llena de sorpresas, quizá como el fiel reflejo de un año televisivo que resultó sorpresivo por la calidad de los contenidos presentados y por la gran diversidad de los mismos. Resultó una sorpresa el triunfo de Modern Family en la categoría de Comedia y - curiosamente - ello le restó ese factor a la victoria de Breaking Bad en el terreno del drama, pues después de haber caído en otras categorías la serie protagonizada por Bryan Cranston - que llegó a su final el día de ayer - iba a ser reivindicada por la Academia con el premio más importante de la noche.
En el campo de la actuación, fue enorme el triunfo de Jeff Daniels por The Newsroom (quizá el mejor drama que existe actualmente e ignorado por la Academia en otras categorías). Pocos personajes pueden generar tal empatía como lo hace Will McAvoy pues encarna a uno de lo símbolos de la televisión de toda la historia: el presentador de noticias, el periodista que se convierte en la voz de su auditorio. Daniels ha logrado un rol lleno de matices, capaz de transmitir una energía contagiosa y unos minutos después generar gran ternura. McAvoy es en si mismo ya una leyenda y lo de ayer solamente es la coronación de un gran trabajo no solo del actor, sino de todo el equipo que lidera el genial Aaron Sorkin.
Era evidente que la espectacular Clare Danes repetiría en la categoría de mejor actriz en serie dramática. La leyenda de Homeland se ha construido alrededor de Carrie Mathison, de su particular paranoia y de su lucha para encontrar la estabilidad en un contexto en el que eso es literalmente imposible. Los premios a Jim Parsons y Julia Louis - Dreyfus también resultaron merecidos. Sheldon Cooper es sin lugar a dudas el personaje más divertido que existe en la comedia de nuestros tiempos y Selina Meyer ha resultado en una fantástica parodia de la frivolidad política que existe actualmente no solo en la Unión Americana sino en el mundo entero. Parsons además nos regaló uno de los momentos más emotivos de la gala.
Es inevitable hablar de los grandes olvidados de la noche. Sigo sin entender porque Emily Mortimer no ha alcanzado una nominación como actriz de reparto en serie dramática por The Newsroom. McKenzie Mchale es el personaje que catapulta en gran medida al interpretado por Daniels. Es el mismo caso de Mayim Bialik y Kaley Cuoco en Big Bang Theory. Los mejores momentos de Sheldon Cooper se dan cuando comparte el escenario con Amy Farrah Fowler y la bella Penny.
Por supuesto la Academia continua con su inexplicable desprecio a Game of Thrones, serie que nos ha regaló este año una temporada memorable. Alguien escribía ayer en Twitter que el capítulo en el que fuimos testigos de la Boda Roja merecía por si mismo todos los premios del mundo. Estoy de acuerdo, aquel fue uno de esos momentos definitivos en la historia de la televisión, un antes y un después. Tal vez fue demasiado grande para merecer un solo premio, pero en algún momento la Academia tendrá que rectificar y reconocer que Game of Thrones es la mejor serie de la década (Spoiler a continuación).
Termina así el año televisivo. Se despidieron clásicos de nuestro tiempo como Dexter o la misma Breaking Bad. Otras series están por estrenar su última temporada (muchos ya sentimos nostalgia por el final de How I Met Your Mother) y nuevas joyas como Under The Dome, The Bridge o Camp comienzan a labrar su propio camino. Lo cierto es que quienes vemos televisión habremos de recordar al 2013 como uno de los mejores años para la ficción televisiva. Los Emmys del pasado domingo solo fueron un pequeño botón de muestra de lo grandiosa que ha sido una pantalla que ya no es chica sino que es globalmente gigantesca, emocionante y cada vez más inteligente.
Así las cosas hoy lunes...
Salud pues.......
Es inevitable hablar de los grandes olvidados de la noche. Sigo sin entender porque Emily Mortimer no ha alcanzado una nominación como actriz de reparto en serie dramática por The Newsroom. McKenzie Mchale es el personaje que catapulta en gran medida al interpretado por Daniels. Es el mismo caso de Mayim Bialik y Kaley Cuoco en Big Bang Theory. Los mejores momentos de Sheldon Cooper se dan cuando comparte el escenario con Amy Farrah Fowler y la bella Penny.
Por supuesto la Academia continua con su inexplicable desprecio a Game of Thrones, serie que nos ha regaló este año una temporada memorable. Alguien escribía ayer en Twitter que el capítulo en el que fuimos testigos de la Boda Roja merecía por si mismo todos los premios del mundo. Estoy de acuerdo, aquel fue uno de esos momentos definitivos en la historia de la televisión, un antes y un después. Tal vez fue demasiado grande para merecer un solo premio, pero en algún momento la Academia tendrá que rectificar y reconocer que Game of Thrones es la mejor serie de la década (Spoiler a continuación).
Termina así el año televisivo. Se despidieron clásicos de nuestro tiempo como Dexter o la misma Breaking Bad. Otras series están por estrenar su última temporada (muchos ya sentimos nostalgia por el final de How I Met Your Mother) y nuevas joyas como Under The Dome, The Bridge o Camp comienzan a labrar su propio camino. Lo cierto es que quienes vemos televisión habremos de recordar al 2013 como uno de los mejores años para la ficción televisiva. Los Emmys del pasado domingo solo fueron un pequeño botón de muestra de lo grandiosa que ha sido una pantalla que ya no es chica sino que es globalmente gigantesca, emocionante y cada vez más inteligente.
Así las cosas hoy lunes...
Salud pues.......
1 comentario:
Desprecio el que le tienen a Downton Abbey :(
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