Algo es seguro con el Oscar: todos los involucrados en la industria del cine quieren tener uno. Muchos dirán que se trata de un premio banal o algunos como Woody Allen preferirán quedarse tocando el clarinete en lugar de asistir a la gala en la que se entrega la estatuilla, pero hasta ahora ni siquiera el director neoyorquino ha rechazado el premio (ese "honor" corresponde solamente a Marlon Brando, George C. Scott y al guionista Dudley Nichols) por ende aunque muchos pongan en duda la calidad del galardón, éste aún sigue siendo el más importante de la industria del cine pues ganar un Oscar viste mucho en dos sentidos: el económico (por sobre todo) y el artístico. A veces ambos se distancian pero en algunas ocasiones logran conjuntarse para que la premiación sea un acto de justicia.
Historicamente Oscar ha cometido muchos errores y omisiones, pero también ha premiado a actores, directores y filmes con todos los merecimientos para estar entre los mejores de la historia. La entrega de ayer cae dentro de esa segunda categoría: poco puede reprochársele a Oscar luego de haber premiado a una cinta tan completa como The Artist. En realidad la película aparentemente tenía todo en su contra para alzarse con el premio: es muda, está filmada en blanco y negro y además - para colmo de los norteamericanos- es francesa, pero aún así ha triunfado en la categoría más importante, su director también ha sido reconocido y su actor principal fue el ganador dentro de su rubro. Claro, el principal promotor de la película en el mundo es el poderoso Harvey Weinstein, un especialista en la construcción de candidaturas a los más diversos premios fílmicos en el orbe, pero pocas veces Weinstein promueve a películas con pocos o nulos méritos artísticos, y en éste caso The Artist, insisto, los tiene prácticamente todos.
En la entrega de este año, vale la pena destacar un punto: las películas con mayores nominaciones Hugo y la ya mencionada The Artist tienen en el fondo muchos puntos convergentes, a pesar de que en su superficie son dos películas completamente diferentes. Ambos filmes son revolucionarios: Hugo apuesta a la revolución a partir del uso de nuevas tecnologías y demuestra que la tercera dimensión no solamente funciona para hacer que los efectos visuales sean más "reales", sino que explota por primera vez - desde el "boom" de esta forma de presentar las películas - sus capacidades expresivas y narrativas. The Artist hace lo mismo pero su revolución consiste en regresar a los cimientos del cine, a demostrar que el blanco y negro aún posee cualidades fílmicas y presentar una película atípica, muda, en la que la imagen - como mencioné hace un par de posts - recupera al máximo sus capacidades lúdicas.
Pero finalmente los dos filmes plantean momentos importantes dentro de la historia del cine: uno recuperando el acervo cinematográfico de Georges Méliés y el otro regresándonos a un momento en el que el séptimo arte cambió para siempre; por lo que ambas películas se constituyen en un homenaje al arte de de los 24 cuadros por segundo, a sus pioneros, pero también a quienes apuestan por hacer un cine honesto, original, atractivo, inteligente y emotivo.
Por ende Oscar hoy ha premiado a lo mejor del cine y pocos pueden discutir los resultados de la entrega (no faltará quien diga que otras películas como The Tree of Life merecían mejor suerte) pues se han roto los típicos esquemas que muchos presuponen siempre se dan en este tipo de ceremonias (de haber sido así War Horse hubiese arrasado con los premios) y se reconoce el trabajo de quien ha apostado por lo diferente, por la revolución.
De la transmisión televisiva hay que decir que ha resultado ágil, entretenida y por momentos emocionante. Claro, cualquier cosa era mejor que lo hecho el año pasado por James Franco, pero Billy Crystal ha cumplido con creces como presentador, demostrando que está la transmisión del Oscar está hecha para él. Hubo discursos emotivos como los de Michel Hazanavicius (con el apellido Wilder sonando por toda la sala), el de Octavia Spencer y el de Jean Dujardin (quien por cierto no recibió una ovación de pie al momento pasar por su Oscar). Un premio al gran Christopher Plummer por su gran actuación en Beginners, y el que quizá fue el único Oscar que no terminó por convencer del todo en la gala de ayer: el de Meryl Streep por The Iron Lady.
En México, como siempre, se crearon falsas expectativas alrededor de las muy merecidas nominaciones de Demián Bichir y, en menor medida, Emmanuel Lubezki. Parece ser que no podemos evitar que el espíritu patriotero nos invada cuando algún compatriota se encuentra compitiendo por algún tipo de distinción importante. En realidad era muy complicado que el histrión mexicano se alzara con el Oscar, pero no duden que pronto regresará a competir en alguna de las categorías actorales, pues es poseedor de un talento que lo puede llevar a eso y a mucho más dentro de la industria del cine a nivel mundial. Lo de Lubezki si es una pena, pues aunque lo hecho por Robert Richardson en Hugo es fantástico, el "chivo" logró en The Tree of Life imágenes con un lirismo pocas veces visto en cualquier trabajo de la historia del cinematógrafo. Oscar sigue estando en deuda con el cine fotógrafo mexicano.
Con el Oscar finaliza la temporada de premios en el mundo del cine. Ha sido un gran año con grandes producciones, con extraordinarias actuaciones y con una ceremonia de premios de la Academia que tuvo un nivel muy importante. Comienza el nuevo año y esperemos que por el bien del cine - como arte y como industria - esté a la altura del que terminó ayer.
Así las cosas hoy lunes...
Salud pues......
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