Amo a la música. Realmente la amo y se que – aunque suene a cliché – no podría vivir sin ella. Durante toda mi vida he vivido acompañado de las notas del pentagrama, las he estudiado, las he tratado de comprender, pero sobre todo me he dejado envolver por las sensaciones y sentimientos que transmiten, por los pensamientos que genera. Con el paso de los años me he dado cuenta que la música tiene ese par de funciones: generar sensaciones, pero a la vez tiene que ponerte a pensar. Cuando ambas combinaciones se dan, entonces estamos ante la perfección, ante la posibilidad de abrir nuevas puertas hacía posibilidades diferentes. La música que consigue eso es entonces la buena música.
No se trata de un acto de escapismo a través del pentagrama, sino de buscar nuevas aristas a la realidad y sus posibles soluciones. Una buena canción te reta intelectualmente y te reta al mismo tiempo emocionalmente, si no lo hace, entonces si estamos ante obras escapistas y generadoras de mero divertimento, ante aquello a lo que John Lennon llamaba Musak. Y esas son obras con las que cada vez guardo más distancia pues simplemente no producen ningún tipo de reto, ningún tipo de emoción. Pasa pues con la música plástica y de fórmula. Pasa con Maná o con Luis Miguel o con los Black Eyes Peas: canciones con una estructura simple y que dedican a repetir fórmulas de probado éxito comercial, pero que artísticamente ya no representan realmente algo importante, que ya no abren puertas a nuevas posibilidades.
Recientemente alguien muy importante para mí me dio una lección de humildad musical demostrándome que aún existe música hecha por artistas con ganas de crear nuevas posibilidades. Descubrir eso ha sido maravilloso, especialmente porque te das cuenta que estamos ante un fenómeno infinito: la música siempre tendrá nuevas formas de arte para ofrecer. Puede ser de cualquier género, de cualquier estilo, de cualquier época; pero si te pone a pensar y a sentir cosas diferentes cada vez que tu dedo pulsa el botón de play, si esa música te confronta contigo mismo y con el mundo entonces estás ante algo que vale la pena.
Somos lo que escuchamos. De eso no hay duda. Lo que está en nuestras colecciones de discos, en nuestras computadoras o en nuestros reproductores digitales habla de lo que fuimos, somos, lo que queremos llegar a ser. Quien llena su colección de música plástica y de fórmula tal vez – e insisto en el tal vez – sea alguien conformista, con poco espíritu de búsqueda, adorador del "establishment" y poco dispuesto al cambio. Pero quien es genuino en su búsqueda musical, quien tiene en su haber musical cotidiano música reflexiva, música con historia, música hecha para volar, música que siempre abre nuevas puertas: tal vez sea alguien dispuesto al cambio, a evolucionar, a crecer intelectual y espiritualmente, alguien original y genuino, alguien que luchará por lo que piensa y cree, es decir: alguien indispensable.
Así las cosas hoy jueves....
Salud Pues......
1 comentario:
david, soy tu fans (jaja) desde hace un buen rato (como 6 años mas o menos) la verdad se extrañan tus posts mas seguido, sobre todo, aquellos de politica (recuerdo mucho todos los post sorrespondientes al 6 de julio de 2006), pero todos tus post son buenos.
saludos desde queretaro.
agustín.
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