lunes, agosto 07, 2006

De las Crónicas del DF (II)...

Seven Readers!!

(escrito la semana pasada, pero subido apenas el día de hoy)
Reforma siempre me ha parecido la avenida más intimidante de México. Sus imponentes rascacielos, la amplitud de su calles, sus estatuas y sus enormes glorietas, hacen del caminar por el paseo una experiencia única. Reforma es la representación total de la megaurbe que es la ciudad de México. Un lugar donde conviven el pasado, el presente y el futuro. El centro bursátil y económico de país, se encuentra en esta avenida. En esta visita al Distrito Federal, he visto edificios que no conocía. La nueva e imponente torre del banco HSBC es uno de ellos. Se trata de una enorme estructura de cristal que se encuentra ubicada en la glorieta del Ángel de la Independencia. Me he detenido a contemplarla desde su base y la vista parece perderse en la majestuosidad y monstruosidad de esta torre de hierro y cristal.
Pero seguramente, los constructores de este edificio, jamás imaginaron que a sus puertas se jugase una cascarita de fútbol. El balompié, es el deporte más popular entre aquellos que se mantienen desde hace ya casi cinco días en campamentos bloqueando el tránsito vehicular en la avenida. El deporte de las patadas se juega a cada rato a lo largo y ancho del paseo. Frente a la bolsa de valores se forman dos equipos. Los jugadores lo dan todo en la “cancha” y al final, los “pejes” derrotan a los “renegados” por marcador de cuatro goles a uno. El ánimo sigue siendo bueno entre quienes acampan en la búsqueda del voto por voto, del casilla por casilla. Platico con algunos de ellos. Dicen que estarán ahí, hasta que López Obrador dé la orden de retirarse. Ni siquiera la tromba que la noche anterior trajo una capa de más de 30 cm. Granizo y hojas; lluvia y viento; que inundaron sus casas de campaña y destruyó algunas de sus carpas, les ha hecho retirarse.
Otros comentan la oposición a los bloqueos que intelectuales como Carlos Monsivaís, Rolando Cordera y Adolfo Sánchez han manifestado de manera pública. No terminan de comprender el por que los que antes participaron en las grandes marchas e incluso fueron oradores de las mismas, hoy se manifiestan en contra del bloqueo de Reforma. La palabra desproporción no se halla dentro de su vocabulario.
Lo cierto, es que en la ciudad de México, no se habla de otra cosa que no sea el bloqueo. Todos de alguna forma u otra han sido afectados. Todos tienen familiares o amigos que deben atravesar esta ciudad para llegar a sus hogares o a sus centros de trabajo. Los taxistas se convierten en una extraordinaria fuente de información. Uno que me lleva de la Glorieta de la Diana, a la Colonia Condesa me dice que su trabajo ha aumentado, pues la gente no quiere traer sus vehículos al centro y están utilizando más los sistemas de transporte público, aunque él se niega a llevar a personas al norte de la ciudad, pues el regreso a su base le llevaría más de dos horas, cuando normalmente lo hace en menos de una.
Llegar a la Condesa, siempre significa un reencuentro con ese México diverso. Es una de esas colonias en las que se respira la diversidad cultural que ha ido construyendo a esta ciudad. Sus pequeños y acogedores cafés, sus librerías y sus restaurantes, hacen de esta colonia algo único en todo el país. Pero hoy las cosas son diferentes. Sus calles tranquilas y relativamente poco traficadas, en comparación con otras arterias de la ciudad, se encuentran terriblemente congestionadas. La tranquilidad de la colonia ha desaparecido y hoy las calles de Nuevo León y Tamaulipas, dos de las principales de la Condesa, se encuentran abarrotadas de vehículos que buscan vías alternas para salir de la zona de conflicto. Ni un tramo del centro histórico de la ciudad y sus zonas aledañas se salvan de los efectos de la manifestación. Aún así, caminando por la Condesa o por Reforma, uno puede notar que los negocios luchan por permanecer abiertos. Los restaurantes siguen funcionando, las agencias de viajes e incluso los hoteles, se niegan a cerrar sus puertas. Los capitalinos de esta parte de la ciudad tratan de encontrar la normalidad en el medio de una situación que parece ir más allá de lo extraordinario. La vida intenta seguir su curso en una urbe completamente partida en dos, no solo en términos viales, sino también en lo que se refiere a lo social y a lo político.
Mientras tanto, el fútbol sigue jugándose en el Paseo. Cómo si éste siempre hubiese estado diseñado para ello, cómo si sus torres, estatuas y avenidas hayan sido construidas con la intención de servir como espectadoras de estas cascaritas callejeras. Aunque, el Ángel parece ser la voz discordante. Debido a las obras de restauración que sobre él se realizan, su enorme estructura se encuentra cubierta por andamios y la estatua que se ha convertido en el emblema de la avenida, se encuentra encerrada en una cabina de madera. Parecería que el Símbolo del Corazón de la ciudad, se niega a ver en lo que se ha convertido la avenida a la cual preside. No encuentro algo más paradójicamente poético que este hecho. No existe algo más significativo de un momento histórico que seguramente, pocos podrán olvidar.

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