sábado, julio 30, 2005

De mis pasadas Vacaciones...

Seven Readers!!
Cuando uno está de vacaciones, casi siempre pretende hacer muchas de las cosas que no pueden hacerse en un período normal de trabajo y/o escuela. Esto normalmente ocasiones, que se trate de estirar el tiempo hasta al máximo, con el fin de aprovechar cada minuto como si este pudiése durar unos 120 segundos.
Es lo que he tratado de hacer. En los últimos días.
Y me doy cuenta que no he tenido éxito. Ha pasado ya mi primera semana de "libertad" laboral y a pesar de que he estirado el tiempo como si fuese una resortera (o "tira hule", como le llamamos por estos lares) y aún no he podido hacer todo aquello que me he propuesto.
De otros veranos...
Cuando era niño, y posteriormente durante mi adolescencia, adoraba las vacaciones. Estas eran sinónimo de sol, playa y mar. Eran también sinónimo de conocer nuevas personas, de convivir con amigos y amigas a los que solamente veías en las épocas de vacaciones. El verano traía consigo horas y horas de beisbol, futbol en la playa, o baloncesto en las canchas del lugar en donde pasaba mis vacaciones.
Solía tener dos: un pequeño puerto de pescadores llamado Chabihau, y un campamento conocido como el Porvenir.
Las vacaciones en Chabihau eran fantásticas. Íbamos toda una banda de primos, a la que se sumaban los pocos chicos veraneantes que, en ese entonces, pasaban junto a sus familias las vacaciones en aquellas playas. Solíamos bañarnos por horas en el mar, caminar por las tardes entre las dunas de sal producto de la ciénega del lugar y jugar partidos enteros de alguno de nuestros deportes favoritos. Veíamos películas viejas que se proyectaban en el palacio municipal del lugar y nos alucinaba cuando llegaba un destartalado circo cuyos famélicos animales y sus payasos de cuarta categoría, hacían que nos torciéramos de la risa. Comíamos pescado en cualquiera de sus presentaciones y esperábamos con ansia que dieran las cuatro de la tarde para ver llegar a "Loría" Un señor que recorría los poblados con un camión de redilas cargado de Pan Dulce, periódicos y revistas. Loría tenía la particularidad de poder conseguir cualquier cosa que uno le pidiése. Desde una lámpara de baterías, hasta el último número del Spiderman que simplemente no me podía perder.
En Chabihau estirábamos los días al máximo. La noche nos sorprendía en interminables partidas de Lotería o Cualquier otro juego de mesa. Para luego irnos a dormir y repetir la misma rutina
Cuando llegue a la pubertad, cambié esas playas por el Campamento Porvenir. Ahí viví algunos de los mejores veranos de mi vida. Días fantásticos. Porvenir era un lugar completamente aislado del mundo. Un conjunto de cabañas ubicadas a 3 kilómetros del poblado más cercano (otro pueblillo de pescadores, conocido como Santa Clara) Uno dormía hacinado con unas 20 personas más, en una pequeña cabaña de paja. Colgábamos las hamacas una sobre otra y había ocasiones en que tenías que pisar a tres personas y sus respectivas camas colgantes para poder acceder a la tuya.
Debo decir que era un campamento organizado por la gloriosa Iglesia Presbiteriana a la cual ha pertenecido mi familia por generaciones enteras, pero uno podía encontrarse a gente de cualquier creencia religiosa en el lugar. Pero al ser un campamento con tintes religiosos los dirigientes solían levantarnos a las 6 de la mañana con el objeto de hacer un "devocional" en la playa. Nunca fuí o por lo menos nunca lo hice de manera conciente. Caminaba hasta la playa envuelto en una sábana y mientras algunos otros le pedían al Señor por el día que estaba por comenzar, yo rogaba por poder pasar unas horas más dormido en la hamaca.
Como podías te medio vestías para poder ir al comedor. Este era una bellísima palapa con capacidad para albergar a unas 20 mesas de a 10 personas cada una. Ahí saludabas a tu grupo de cuates y te disponías a probar las delicias de la cocina del campamento: Avena pegajosa, huevo lleno de grasa o cereal suave; todo siempre acompañado de una jarra de café con leche que por alguna extraña razón siempre sabía a sal.
El día transcurría entre juegos, conferencias, cantos y clases de Biblia en las que yo recuperaba el sueño perdido durante la noche. No faltaba el tradicional baño de mar y las actividades sorpresa.
Pero lo mejor de todo era que hacías amigos que luego, y sin saberlo en ese momento, se convertirían en tus amigos para siempre, aunque en ese momento no estás conciente de la importancia que ello tiene. Tus amigos en el Porvenir eran tus cómplices. Escapabas con ellos por las noches a la playa, desafiabas a los líderes del evento, te reunías a jugar tonterías como quemados o "coco loco" por las noches y planeabas cualquier tipo de actividad que te permitiése pasar de las cosas bobas que eran organizadas por los dirigentes. Claro que no todo era así. Se organizaban por ejemplo noches de sketch, en las que con tu equipo preparabas una representación cómica-mágica-musical (ZAZ!!) que se convertía en un auténtico desmadre. Y por supuesto estaba la última noche conocida como la de la "cena de parejas" Y es que nunca faltaba la niña que te gustaba y con la que "andabas" durante toda la semana.
La cena de parejas era la culminación de aquel romance veraniego. Te vestías con la mejor ropa que tenías (que normalmente era el único short, junto a la única playera que te quedaba limpia) y te ibas con toda la formalidad del mundo a esperar a tu pareja en los límites del área de dormitorios de las mujeres (cuya frontera, siempre representó un misterio absoluto) para luego compartir toda la noche (mega fogata incluída) y jurarse un amor eterno que normalmente duraba hasta la siguiente semana. Lo mejor era cuando la chica en cuestión provenía de otro estado de la República (característica fundamental del Porvenir de entonces: Venía mucha gente de otras partes del país) cuando ésta se iba y su despedida se convertía en escena de telenovela a la Valentín Pimstein, uno juraba que haría todo lo posible por ir a verla a su lugar de orígen y prometía escribir cartas todas las semanas (ZAZ!!! yeah...escribíamos cartas!!!! ¿can u believe it?) lo que hacías durante una o dos semanas en las que tu también recibías correspondencia de otros lugares del país. Alguna vez, cuando me encuentro con aquellas misivas, me pregunto que será de toda aquella gente que por un momento significó algo importante en tu vida. No lo sé, nunca volví a verles, pero sin duda su recuerdo viene siempre de la mano al pensar en aquellos lejanos días de los años ochenta y noventa.
Eso sí, mis amigos meridanos más duraderos, son aquellos con los que compartí esas experiencias hace más de 20 años...
Anyway...hoy todo es diferente, pero igual de interesante y voy a continuar con mis libros y con mis vacaciones "adultas" que también tienen lo suyo...
Saludos cordiales estimados Seven Readers!!...por aquí nos leeremos pronto...

5 comentarios:

Sólo Soy Un Ojo dijo...

Las mejores vacaciones son las de la infancia porque aun tienes cierta capacidad de asombro y todo es sorprendente, ya en la adolescencia con toda la problemática ya no tanto y pues en la vida adulta la verdad no se, porque aun no me ha tocado (al menos no con toda la responsabilidad), pero pues animo aun quedan varios días.
Por cierto ¿Aun existe Santa Clara?
Saludos.

Nina pollo dijo...

David, ya vi las fotos de tus vacaciones y de la boda de tu hermano. Que envidia lo de Tulum!! Saludos.

David Moreno dijo...

Hey....saludos a Ambas: Tengo aún unos días más por delante...que bueno que se dan una vuelta por este semi abandonado rincón de la red...

Abrazos totales..

Ps...si, aún existe Santa Clara...:)

Anónimo dijo...

ya fueron muchas vacaciones, no?? :O
Saludos :o)

David Moreno dijo...

Ya...ya fueron...tristemente jajajaja
saludos Mirabai...