Peter Pan
Siempre he sostenido que en la literatura y el cine fantástico, encontramos muchos de los anhelos, deseos y esperanzas que como seres humanos tenemos. Creo firmemente, que cuando una obra de fantasía se encuentra realizada correctamente, este puede ser un reflejo del mundo real. Hay quien sostiene que el leer un libro o ver una película de fantasía, representa una forma de escapismo de la terrible realidad por la cual atravesamos de una manera u otra quienes habitamos este complejo planeta tierra. No estoy muy de acuerdo. Leer o ver este tipo de obras, muchas veces suele enfrentarnos a nuestros propios complejos y temores, y a descubrir quienes somos realmente y hacía donde soñamos con dirigir nuestros destinos y al encontrarnos con esto, una película o libro de este tipo, podemos enfrentarnos brutalmente a lo que somos como individuos.
Peter Pan es una de esas obras de literatura fantástica en cuyo interior encontramos complejos y dualidades propias de los seres humanos a las que normalmente siempre hemos tenido temor de enfrentarnos. Desafortunadamente para la obra, casi siempre solemos asociarla con la versión cinematográfica de Walt Disney, edulcorada con toda la filosofía disneyana de la literatura. Afortunadamente, la reciente adaptación del clásico escrito por Barrie dirigida y escrita para la pantalla por P.J. Hogan presenta una versión mucho más compleja, y hasta cierto punto oscura, de la fantástica y alucinante historia de El niño proveniente del país de Nuncajamás.
Cuando esta película llegó a la cartelera meridana, tuve que evitarla. La razón: la película solo llegó a las carteleras meridanas dobladas español, y no estaba dispuesto a escuchar al deliciosamente británico Capitán Garfio con acento de Polanco. Así que finalmente, me esperé al DVD y pude ver una de las mejores películas fantásticas que he visto en muchos años.
Visualmente impecable, la película es bastante fiel a la obra literaria. Peter Pan sigue siendo ese niño rebelde y aferrado a la idea de nunca querer crecer. Garfio es un alter ego brillante, pero lo interesante de la película de Hogan es que Garfio y Peter son, tal y como lo ideó Barrie, el mismo personaje. En Garfio, pan se mira si mismo al crecer y eso le aterra. A ambos les aterra terriblemente la idea de enfrentarse a la soledad, pero muy en su interior se saben solitarios y perdidos en un mundo que no termina nunca por aceptarlos. Para ello han adaptado su lucha contra el mundo, a una lucha entre las dualidades que ellos mismos representan. Hogan marca claramente esto en su película, y los demás personajes actúan en función a mantener esa dualidad que a la vez, le trae un equilibrio emocional importante a los personajes de la cinta.
Con actuaciones espectaculares, especialmente la de Jason Isaacs como el capitán Garfio, la película fluye con naturalidad mostrándonos el que quizá sea el mayor temor de quienes habitan este planeta: el temor a crecer y a enfrentarse con las responsabilidades de la vida adulta, pero al mismo tiempo a disfrutar de cosas y situaciones que también llegan con la madurez, como el amor. Esa es sin duda, la mayor lección de una cinta aparentemente intrascendente como lo es Peter Pan, pero que en su interior tiene estas y otras verdades, que la convierten en una película terriblemente cercana a nuestra propia realidad.
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