Dos jóvenes en una vieja motocicleta, descubren en 1952 un continente lleno de injusticia, pero con un corazón emergente de libertad latiendo intensamente. Dos Jóvenes que a partir de un viaje por las regiones más recónditas de Sudamérica, cambian su condición de vida a través del contacto con una serie de personajes que los llevan a redefinir sus destinos para siempre.
Diarios de Motocicleta es una metáfora en si misma. Es la recreación poética de una aventura real emprendida por el entonces estudiante de Medicina Ernesto Guevara y su amigo del alma Alberto Granados. Walter Salles demuestra la enorme capacidad que posee para contar historias visualmente hermosas, pero también para hacerlo con una belleza penetrante. Salles logra que cada imagen se convierta en una postal inolvidable. Lo hace a través de una espectacular fotografía y de un ritmo narrativo hermosamente pausado. Salles no tiene prisa para ir desarrollando a los personajes de su historia, y utiliza el género conocido como Road Movie, para mostrar una travesía determinante en el curso de la historia latinoamericana.
De Buenos Aires a Perú, la película es rica en locaciones, pero también lo es en situaciones y lugares que hacen de América Latina un continente dividido por vastas regiones, pero unido por una historia común. Un continente en donde la injusticia y la pobreza, son denominadores comunes de muchas poblaciones. Pero también, y esa quizá sea la mayor virtud de la historia de Diarios de Motocicleta, un continente habitado por seres humanos con un enorme potencial revolucionario y capaces de generar un tremendo cambio en sus vidas, pero que buscan desesperadamente líderes que logren despertar a esa conciencia colectiva dormida.
Gael García Bernal, logra la que quizá sea la mejor actuación de su carrera. Es un Ernesto Guevara que poco a poco se va comiendo la realidad que le rodea en el continente, y que sufre, en el buen sentido de la palabra, una transformación personal que finalmente le llevaría a convertirse en el icono revolucionario del continente. Transformación que alcanza su punto culminante en el Perú, y que es representada hermosamente por Salles en una metafórica y bellísima secuencia casi al final de la cinta, cuando el joven Ernesto, cruza a nado el río Amazonas, para encontrarse con una colonia de Leprosos que le espera con los brazos abiertos, agradecidos por el cambio que el contacto con Guevara les ha producido.
Pero la Actuación de Bernal, está brillantemente apuntalada por la de Rodrigo de la Serna. De la Serna logra hacer de Alberto Granados un personaje Entrañable. Es un bribón, mentiroso y amigo fiel hasta la muerte. En Diarios de Motocicleta, Granados es un ser feliz de estar vivo, y que comprende también la injusticia que vuela sobre el continente, pero que al final, decide por un camino diferente al que ha de tomar Ernesto Guevara, pero no por eso menos importante. De la Serna merece una nominación al Oscar como Actor de Reparto por esta interpretación.
Quizá, el único punto criticable de Diarios de Motocicleta es que por momentos empeñarse en mostrar a un idealizado Ernesto Guevara, y se olvida de los puntos criticables del carácter del personaje, como su autoritarismo. Sin embargo, me parece que esta es una licencia poética tomada por el director Salles, pues su intención no es hacer una estudio psicológico del personaje, si no mostrar el inicio del cambio que lo llevaría a ser lo que hoy la historia conoce como el Ché.
Diarios de Motocicleta, es pues, un producto cinematográfico con tintes preciosistas que demuestra que en Latinoamérica se puede hacer un cine con alto valor histórico y artística. Una película que dignifica al séptimo Arte y cuya mayor virtud es la de intentar despertar un sentido latinoamericano en quien decida verla.
Diarios de Motocicleta es una metáfora en si misma. Es la recreación poética de una aventura real emprendida por el entonces estudiante de Medicina Ernesto Guevara y su amigo del alma Alberto Granados. Walter Salles demuestra la enorme capacidad que posee para contar historias visualmente hermosas, pero también para hacerlo con una belleza penetrante. Salles logra que cada imagen se convierta en una postal inolvidable. Lo hace a través de una espectacular fotografía y de un ritmo narrativo hermosamente pausado. Salles no tiene prisa para ir desarrollando a los personajes de su historia, y utiliza el género conocido como Road Movie, para mostrar una travesía determinante en el curso de la historia latinoamericana.
De Buenos Aires a Perú, la película es rica en locaciones, pero también lo es en situaciones y lugares que hacen de América Latina un continente dividido por vastas regiones, pero unido por una historia común. Un continente en donde la injusticia y la pobreza, son denominadores comunes de muchas poblaciones. Pero también, y esa quizá sea la mayor virtud de la historia de Diarios de Motocicleta, un continente habitado por seres humanos con un enorme potencial revolucionario y capaces de generar un tremendo cambio en sus vidas, pero que buscan desesperadamente líderes que logren despertar a esa conciencia colectiva dormida.
Gael García Bernal, logra la que quizá sea la mejor actuación de su carrera. Es un Ernesto Guevara que poco a poco se va comiendo la realidad que le rodea en el continente, y que sufre, en el buen sentido de la palabra, una transformación personal que finalmente le llevaría a convertirse en el icono revolucionario del continente. Transformación que alcanza su punto culminante en el Perú, y que es representada hermosamente por Salles en una metafórica y bellísima secuencia casi al final de la cinta, cuando el joven Ernesto, cruza a nado el río Amazonas, para encontrarse con una colonia de Leprosos que le espera con los brazos abiertos, agradecidos por el cambio que el contacto con Guevara les ha producido.
Pero la Actuación de Bernal, está brillantemente apuntalada por la de Rodrigo de la Serna. De la Serna logra hacer de Alberto Granados un personaje Entrañable. Es un bribón, mentiroso y amigo fiel hasta la muerte. En Diarios de Motocicleta, Granados es un ser feliz de estar vivo, y que comprende también la injusticia que vuela sobre el continente, pero que al final, decide por un camino diferente al que ha de tomar Ernesto Guevara, pero no por eso menos importante. De la Serna merece una nominación al Oscar como Actor de Reparto por esta interpretación.
Quizá, el único punto criticable de Diarios de Motocicleta es que por momentos empeñarse en mostrar a un idealizado Ernesto Guevara, y se olvida de los puntos criticables del carácter del personaje, como su autoritarismo. Sin embargo, me parece que esta es una licencia poética tomada por el director Salles, pues su intención no es hacer una estudio psicológico del personaje, si no mostrar el inicio del cambio que lo llevaría a ser lo que hoy la historia conoce como el Ché.
Diarios de Motocicleta, es pues, un producto cinematográfico con tintes preciosistas que demuestra que en Latinoamérica se puede hacer un cine con alto valor histórico y artística. Una película que dignifica al séptimo Arte y cuya mayor virtud es la de intentar despertar un sentido latinoamericano en quien decida verla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario