Muchos esperaban que fuera Superman o Iron Man. Algunos otros ilusos están con la idea de que sea Wolverine o El Llanero Solitario (Tonto, porque parece ser que el filme es en realidad sobre el personaje que interpreta ese fanático del maquillaje que es Johnny Depp) pero no: muchachos nada, y quiero insistir NADA, va a ser superior en el verano cinematográfico de 2013 a lo mostrado por el director mexicano Guillermo Del Toro con su oda al cine de robots gigantes y monstruos conocida como Pacific Rim.
¿Por qué? Porque Del Toro ha rescatado al Blockbuster veraniego de la tumba en la que lo enterraron Michael Bay y Roland Emmerich. Y lo ha hecho presentando un auténtico espectáculo, arriesgándose - en esta turbulenta época en la que los grandes estudios solamente realizan películas de franquicia y "reboots" - a lanzar una historia original, con una mitología, que si bien toma elementos de historias similares, es capaz de sostenerse por si misma y renovar a todas sus antecesoras.
Pero quizá lo más trascendente de la película del mexicano sea que a pesar de su enorme y grandiosa imaginería visual, Del Toro es capaz de presentar una historia en la que el ser humano termina por ser el héroe. Lo consigue a partir de la concepción misma los gigantescos robots conocidos como Jaegers, los cuales deben ser manejados a través de pilotos que se conectan de manera emocional a través de los recuerdos. Por eso uno puede sentir empatía por las enormes máquinas que tratan de salvar al planeta de los temibles y monstruosos Kaijus, pues estamos ante robots cuyo control depende de la conexión emocional entre los pilotos, su éxito o fracaso en la defensa de la humanidad su sustentará en una característica que nos hace tan particulares a los seres humanos: la capacidad de recordar y de sentir a través de los recuerdos.
Con un prólogo en el que Del Toro da una lección del manejo de elementos claves del lenguaje cinematográfico como la elipsis y el montaje, el espectador aterriza en la historia: un portal a otra dimensión se ha abierto en el pacífico y de él surgen gigantescos monstruos que golpean a las principales ciudades ubicadas en litoral de ese oceáno. Las naciones del orbe tienen que unirse para derrotarlos y crean un programa de fabricación de enormes robots llamados Jaegers los cuales tienen éxito durante 7 años, para después comenzar a ser derrotados por las gigantescas bestias. La desesperación lleva a los gobernantes a plantearse la construcción de gigantescos muros para resguardar a las ciudades de los ataques Kaiju por lo que deciden terminar con programa de los Jaegers. El muro fracasará y serán los últimos cuatro robots y sus pilotos los que tendrán la responsabilidad de destruir a los Kaijus y salvar a la humanidad de su seguro exterminio.
Las siguientes dos horas son un recordatario de que el cine tiene una vertiente muy importante: la de ser espectacular, la de asombrarnos a través sus imágenes y sonido. Y eso es lo que logra Del Toro con su película: generar una fascinación en el espectador a través de escenas grandiosas y de enormes dimensiones, a través de personajes que tienen que sobreponerse a sus propios fantasmas e inseguridades para manejar a las maravillas tecnológicas jamás creadas por el hombre y así salvarse a si mismos. Porque, como en casi todos los filmes de Del Toro, el elemento redención está presente, en este caso se trata de una redención individual pero también la de un planeta que prefiere construir muros para aislarse de los problemas en lugar de unirse solidariamente para enfrentarlos.
Es una auténtica "Kick Ass Movie"...
Así las cosas hoy miércoles...
Salud pues.......
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